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Viernes, 25 de abril de 2014
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redes sociales

El fuego que hemos construido

De qu茅 se trata Tinder, la aplicaci贸n para arder de a dos,
siempre y cuando viva cerca de casa.

Por Agustina Gewerc

As铆 como cada verano tiene su canci贸n, Tinder fue la aplicaci贸n de moda en las semanas de calor. Pero a caballo del a帽o y su ritmo de m谩quina, se sigue consolidando como una herramienta de levante con casi medio mill贸n de usuarios y usuarias en nuestro pa铆s. Se trata de una aplicaci贸n para smartphones que se termin贸 de asentar a fines de 2013 como un nuevo paso dentro del universo de las citas virtuales. Cuando una se conecta a Tinder, la aplicaci贸n detecta su ubicaci贸n y registra a otros usuarios y usuarias que est谩n cerca y que responden a los intereses preconfigurados. Si bien se presenta como una app para conseguir pareja, en la pr谩ctica plantea algo similar a un juego: la idea es ir pasando las fotos de los y las candidatas, como si fuesen figuritas, que son seleccionadas o descartadas con coraz贸n o cruz. Sin que lxs otrxs se enteren ni que les afecte, hay cierta cosificaci贸n impl铆cita y v谩lida en las reglas de este juego. Adem谩s, las chances de quedar expuesta son pr谩cticamente nulas, porque a menos que dos usuarios se 鈥渃orazoneen鈥 mutuamente, ninguno se enterar谩.

Lo que propone desde la usabilidad es el descarte m谩s que la selecci贸n minuciosa del amor ideal. Lola tiene 26 a帽os y ya tuvo cinco citas gracias a Tinder en lo que va del a帽o. 鈥淧uede que parezca mucho, pero quer铆a conocerlos, porque sent铆a que de tanto pasar fotos iba perdiendo la noci贸n de que son personas鈥, argumenta.

Cuando un usuario/a comienza a usar la aplicaci贸n, debe configurarla a su gusto: si es hombre o mujer, heterosexual, gay o lesbiana, el rango de edad de b煤squeda que desea y hasta cu谩ntos kil贸metros quiere que el radar encuentre candidatxs. Lo que hay que reconocerle a Tinder es que en su universo ambos sexos est谩n en igualdad de condiciones. No hay ninguna regla preestablecida que diga que la mujer debe ser la que espera ser elegida por el hombre ni viceversa. Para que se forme una pareja (o 鈥渕atch鈥) es necesario que ambos avancen. Una vez que la uni贸n se concreta, se abre una ventana para chatear en privado y la iniciativa puede surgir de cualquiera de las dos partes. Ambos sexos cuentan con el mismo proceso de selecci贸n y descarte. Esta igualdad pareciera derribar el lugar com煤n 鈥揳l menos en este juego鈥 que coloca a la mujer siempre en b煤squeda de una relaci贸n m谩s seria, y al hombre atendiendo al llamado hormonal, impulsivo y sin ganas de tener compromiso a largo plazo.

En algunos grupos de amigas consultados, la aplicaci贸n se usa incluso para encontrar nuevos grupos de chicos para hacer previas por una noche, antes de salir para el boliche de turno. Una la enciende, busca qui茅nes est谩n cerca, entablan alguna charla y se encuentran. Si la salida resulta placentera para todos puede repetirse, si no, no hay obligaci贸n de compra. Si bien la forma de usar la aplicaci贸n seguramente cambie con el tiempo, como pasa con las redes sociales, Tinder pareciera reafirmar la aceptaci贸n de relaciones sexuales basadas en la apariencia f铆sica y en el perfil virtual como las mejores cartas de presentaci贸n. Pone en evidencia lo que otras redes sociales sugieren por lo bajo.

A simple vista pareciera trascender todas las clases sociales, aunque es necesario acceder a un tel茅fono con determinadas caracter铆sticas para bajar la aplicaci贸n. Se descarta o se elige a alguien por una foto y por una m铆nima descripci贸n. Hay lugar para todos y todas, cierto, pero al poder configurar la cercan铆a en kil贸metros de los candidatos, el usuario es de alguna manera empujado 鈥損or sus propios juicios y prejuicios鈥 a elegir lo que m谩s o menos conoce dentro de lo desconocido.

Para usar Tinder, que funciona a partir de la geolocalizaci贸n de los smartphones y que toma la informaci贸n de Facebook (fotos, edad e intereses), es indispensable perderle el miedo al control constante. Las redes sociales empezaron a quedar chicas para algunos objetivos m谩s concretos y exponer la vida privada se negocia siempre en pos de cumplirlos.

Esta aplicaci贸n tienen una intenci贸n m谩s expl铆cita que las redes sociales tradicionales, en las que es necesario cierto trabajo de inteligencia para llegar a encontrar a alguien con quien dormir o pasar el rato. Porque, 驴qui茅n dijo que durar es mejor que arder? Por lo pronto, la llama de Tinder ya est谩 encendida.

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