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Viernes, 1 de agosto de 2014
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escenas

Salir al ruedo

Las personas, el biodrama de Vivi Tellas interpretado por los y las trabajadoras del Teatro San Martín.

Por Natalia Laube

“Esta obra está tan distanciada que son los mismos trabajadores los que toman el escenario, algo así diría Brecht”, promete Vivi Tellas en Las personas, el biodrama que acaba de estrenar en el San Martín con la excusa del aniversario número 70 del teatro. La referencia puede resultar ambiciosa, pero es válida para describir la lógica de una obra hecha y representada por las personas que, temporada tras temporada y hasta ahora tras bambalinas, vienen haciendo posible las puestas del San Martín. Como un grupo de chicxs que abren el placard de sus padres para jugar cuando los grandes salen de paseo, utilerxs, escenógrafxs, electricistas, diseñadorxs y acomodadorxs de sala toman por asalto el escenario para disfrazarse de actores y actrices convertirse, finalmente, en protagonistas.

Pero la alusión a Brecht resulta atinada por otro motivo: si el biodrama es un género político por su intención de quebrar la dicotomía arte-vida, Las personas es un exponente, tal vez el mejor en la obra de Tellas, de esa condición. No sólo porque exhiba las costuras del teatro estatal desde un teatro estatal –como hace algunos años lo había hecho Estado de ira, de Ciro Zorzoli, desde la ficción–, o porque evidencie la tensión entre el lenguaje burocrático y el lenguaje del arte, sino porque se anima a sacar al sol sus propios trapitos: ni el teatro es perfecto ni sus trabajadores lo son, ésa es la premisa. A medida que la obra transcurre, y mientras los intérpretes se prueban los trajes que se usaron para algunas de las obras más emblemáticas, muestran sus herramientas o desempolvan sus primeros recibos de sueldo (hay alguno escrito en australes), Tellas y su troupe de no-actores dejan en claro que la obra que ofrecen se ubica narrativa e ideológicamente por encima del ánimo propagandístico, del spot teatral o del mero homenaje al teatro emblema de la ciudad.

En Las personas se cuelan algunas críticas directas a la institución y algún recordatorio de que las condiciones de producción ya no son las que fueron, pero también proliferan las historias de amor. Amor por el lugar de trabajo, por el teatro, por el propio oficio (muchas veces heredado de madres y padres), pero también por la vida misma. Las personas recuerda que a veces la realidad puede superar a la ficción y que la historia de esa chica que cada noche acompaña a los espectadores hasta sus butacas puede ser más cautivante de lo que unx imagina. Basta conocer a Natalia Villalba, lesbiana y mamá, que todavía se emociona cuando recuerda el día en que la Presidenta le entregó el DNI que reconocía a su hijo como hijo de dos mujeres. O a Ramiro Lehkuniec, actor y director, que de más joven aceptó un trabajo en la oficina de Recursos Humanos del Complejo Teatral de Buenos Aires para conocer el andamiaje desde adentro y dejó su puesto cuando logró vivir de eso que había visto hacer a otros artistas durante aquel tiempo. O a cualquiera de los que componen el elenco más cuantioso en la historia de los biodramas dirigidos por Tellas (Maruja enamorada, Mujeres guía, Cozarinsky y su médico, entre otros).

Si trabajar con tantos intérpretes es siempre un desafío monumental, no hay que hacer mucho esfuerzo para imaginarse lo complejo que puede ser organizar un relato escénico con una veintena de mujeres y hombres sin mayor experiencia actoral. Las personas es un documental en vivo con los trabajadores del teatro como protagonistas y, como en la vida misma, está hecha también de voces que no siempre se escuchan del todo bien, de letras que se pisan, de errores y desprolijidades. Esa no es su mejor faceta, pero es la más auténtica. ¿Y no es más fácil, acaso, querer a los desencajados?

Funciones: martes a las 20. Teatro San Martín Av. Corrientes 1530 CABA

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