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Viernes, 22 de agosto de 2014
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COSAS VEREDES

Trenzados

Tras meses de deliberaci贸n, la armada estadounidense volvi贸 a permitir que sus conscriptas afroamericanas lleven trenzas y rastas. A continuaci贸n la historia de un conflicto que delata los prejuicios raciales que pesan sobre la imagen y la libertad de las personas. Y tambi茅n sobre la vida misma, como lo exponen las revueltas causadas en Missouri por el asesinato de un joven negro bajo balas policiales.

Por Guadalupe Treibel
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Desde abril, las fuerzas armadas estadounidenses atraviesan un conflicto dentro de sus propios cuarteles, una guerra cuasi silenciosa que, aunque sin balas ni metralletas, se destaca por su simb贸lica belicosidad. Contra un signado enemigo, dicho sea de paso; n茅mesis que, contrario a cualquier supuesto, yace en las cabezas de las propias reclutas. Y no, no son ideas rebeldes las que han puesto en el foco de la atenci贸n a mujeres soldado, infantes de marina y pilotos. El discutid铆simo adversario ha sido... el pelo. Ocurri贸 as铆: cuatro meses atr谩s, los militares avisaron de nuevas 鈥搚 restrictivas鈥 reglas que prohib铆an determinados peinados acorde al brazo armado correspondiente. Con la excusa de garantizar la uniformidad en la apariencia de las tropas, el temilla del aspecto personal inclu铆a adem谩s la prohibici贸n de tatuajes sobre la cara, el cuello, las mu帽ecas, manos y dedos, entre otras precisiones.

Empero, no fue la tinta la que gener贸 revuelo sino el ya mencionado pelito, puesto que el ej茅rcito dio su negativa a trenzas y dreadlocks, populares (隆y pragm谩ticos!) peinados naturales entre se帽oras y se帽oritas afroamericanas, elegidos justamente por su practicidad. Acto seguido, la correspondiente indignaci贸n de dichas mujeres, l贸gicamente encolerizadas porque la norma no tomaba en consideraci贸n su realidad y las obligaba a tratar el cabello con qu铆micos, usar peluca o b谩sicamente raparse, am茅n de dar con el look demandado. Una incomodidad ciertamente rid铆cula para damas de armas tomar, m谩s preocupadas en preservar sus vidas que en alisarse las mechas.

Quiz谩s una de las m谩s encolerizadas frente a los desconsiderados requisitos fue la sargento Jasmine Jacobs, de 25 a帽os, ex integrante de la Guardia Nacional de Georgia, quien inici贸 una petici贸n online para que la Casa Blanca revisase y retirase las restricciones. Su argumento era claro: las regulaciones estaban basadas en 鈥減rejuicios raciales鈥; la referencia que tomaban las autoridades era el pelo de las mujeres blancas, deviniendo en la penalizaci贸n arbitraria de m谩s de 26 mil afroamericanas en actividad s贸lo en la armada. 鈥淗aya o no haya sido adrede, la norma da cuenta de falta de educaci贸n y conciencia鈥, refer铆a entonces la joven, subrayando la dificultad de dejar suelto el rizado, atarlo con colita, entre otras no-soluciones sugeridas por las fuerzas armadas. En sus precisas palabras, la consecuencia resultaba evidente: 鈥淭ratando de volver al ej茅rcito m谩s uniforme, nos aislaron鈥.

Para Tanya Todd, de 33, otrora soldado, la 煤nica manera de definir la flagrante pol铆tica era con un ep铆teto: 鈥渁bsurda鈥. 鈥淓videntemente la decisi贸n fue tomada por gente que falla en comprender c贸mo luce nuestro cabello cuando no ha sido alterado鈥, explicaba en aquellos d铆as. Hasta la congresista dem贸crata Barbara Lee habl贸 de discriminaci贸n, destacando que la normativa 鈥渦sa palabras como 鈥榙espeinadas鈥 o 鈥榚nmara帽adas鈥 para referirse a estilos tradicionales llevados por mujeres de color鈥. Incluso Jon Stewart se despach贸 con un sketch que parodiaba la irracionalidad del tema en su late night show. Tarshia Stanley, una experta en imagen afroamericana consultada por variopintos medios, fue a煤n m谩s lejos: 鈥淚ncluso antes de que puedan articular qu茅 significa, las ni帽as son bombardeadas con im谩genes de belleza blanca y presiones sociales, pol铆ticas y culturales que emulan esos est谩ndares鈥. Visto y considerando que, acorde a la Black Owned Beauty Supply Association, los productos cosm茅ticos y de cuidado del cabello especialmente creados para mujeres negras acumulan m谩s de 9 billones de d贸lares al a帽o, es claro que las presiones logran su nefasto cometido. Nefasto adem谩s por la historia que lleva aparejada...

Y es que, tal como explic贸 a la BBC Lori Tharps, coautora de Hair Story: Untangling the Roots of Black Hair in America, 鈥渓os antecedentes tienen larga data y son dolorosos鈥. 鈥淎 los negros, fueran esclavos o libres, sol铆a dec铆rseles que su cabello los se帽alaba como seres inferiores, y habitualmente se lo referenciaba como 鈥榣ana鈥, acerc谩ndolos m谩s a la animalidad que a la humanidad. Generaciones y generaciones sintieron que hab铆a algo equivocado con su pelo y que s贸lo ser铆a aceptable al alisarlo. No s贸lo era un tema de belleza, tambi茅n de supervivencia, porque implicaba mejores oportunidades laborales y econ贸micas鈥, explay贸 la escritora.

Afortunadamente el secretario de Defensa Chuck Hagel no hizo caso omiso a los reiterados reclamos que se sucedieron y manifestaron desde abril a la fecha y, tras decretar 隆tres meses! de deliberaciones (evidentemente las trenzas son un tema de Estado), zanj贸 el asunto. 驴El veredicto? Permitir los peinados tradicionales, entendi茅ndolos una necesidad y comprendiendo 鈥揺nhorabuena鈥 que no reflejan falta de profesionalismo o compromiso. Dado a conocer la semana pasada, el notici贸n es una bocanada de aire fresco. Pero los que suspiran de alivio no se relajan del todo; despu茅s de todo, el racismo sigue siendo una realidad en Estados Unidos. Cifras recientemente compartidas por el sitio Mirror hablan por s铆 solas: los afroamericanos tienen seis veces m谩s chances de acabar en la c谩rcel que los blancos, y el doble de probabilidades de estar desempleados. Las mujeres negras, sin ir m谩s lejos, ganan el 70 por ciento de lo que gana un tipo blanco que realiza el mismo trabajo. Y casos como el de Michael Brown, el chico de 18 a帽os que iba desarmado y fue acribillado por un poli blanco en Ferguson, Missouri, son definidos como 鈥渦na versi贸n de linchamiento en 2014鈥. 驴La historia de nunca acabar?

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