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Viernes, 22 de agosto de 2014
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Sólo se trata de vivir

Hedy Epstein

Por Roxana Sandá
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En su vida no lo vio todo, pero sí tanto como para espantarse y denunciar esta semana que la policía de Ferguson, un pueblo del estado de Missouri, se comporta como una fuerza militar represiva; que las balas que el 9 de agosto aterrorizaron a manifestantes y asesinaron al adolescente afroamericano Michael Brown estaban arrastrando a un estado social de terror con difícil retorno. A sus 90 años, Hedy Epstein, sobreviviente del Holocausto, una de las activistas pro-Palestina más célebres y lideresa del movimiento Gaza Libre, avisa que el mundo se está moviendo bajo los pies a la velocidad de la noche, a oscuras y a los tumbos. Esta semana la detuvieron por manifestar contra la violencia policial frente al Nixon Building, un centro administrativo de la gobernación local. Junto con otras y otrxs gritó las consignas “¡Se enfrentan a uno, se enfrentan a todos!”, “¿A quién sirven?”, “¿A quién protegen?”. Se la llevaron dos uniformadas inmensas, de una hibridez inquietante. Hubo tiempo de fotos y de constatar que sigue entera, menuda, encendida. Días después, cuando fue liberada y dijo con los ojos humedecidos por la preocupación que esta vez la cosa iba en serio y “era horrible”, Hedy prometió que algo de todo esto volverá a decir el 21 de octubre, frente al tribunal que la acusa de “no haberse dispersado” cuando se lo ordenaron. “La policía está incitando deliberadamente a la violencia”, sentenció.

Hija de comerciantes judíos, logró escapar de Alemania en uno de los trenes que Inglaterra dispuso para el traslado y salvataje de unos 10.000 niños y niñas entre 1938 y 1939. Su familia no pudo escapar a la cacería y al posterior cautiverio en los campos de concentración. Primero en Gurs, y más tarde en Auschwitz, que devoró todo rastro. Hedy volvió a Alemania, huérfana y adulta, para colaborar con el gobierno estadounidense. Primero con la División de Censura Civil, y más tarde en el Nuremberg Medical, donde se juzgó a los médicos acusados de realizar experimentos con prisionerxs de los campos de concentración. Fue radicarse en los Estados Unidos y comenzar a activar en causas de derechos humanos y de justicia social; pidió equidad de vivienda, abogó por el derecho al aborto. Fue delegada de paz en Guatemala, Nicaragua y Camboya. Hizo cinco viajes, desde 2003, a la Franja de Gaza. Nunca pierde la esperanza. Se le transformó en una vieja compañera de ruta. “Soy una optimista empedernida; creo que algún día habrá paz, pero muchas cosas deben cambiar antes que eso suceda. Además, si los Estados Unidos dejaran de financiar a Israel, sería otra manera de lograr la paz.”

En uno de sus primeros viajes a la Cisjordania ocupada, en 2004, fue sometida por fuerzas de seguridad del aeropuerto Ben Gurion, cerca de Tel Aviv. “Nunca imaginé que las fuerzas de seguridad israelíes abusarían de una sobreviviente del Holocausto de 79 años.” La retuvieron durante cinco horas, la desnudaron “y revisaron cada cavidad de mi cuerpo. El único propósito concebible de esta flagrante violación a mi integridad física fue humillarme y aterrorizarme. Pero tuvo el efecto contrario. Me hizo más decidida a expresarme en contra de los abusos cometidos por el gobierno israelí y su ejército”.

Es memoriosa. La imagen de Michael Brown desangrándose en el asfalto la trasladó a los sucesos vividos en 1963, en Alabama, y volvió a preguntarse por qué una sociedad democrática “trataba de ahogar nuestra voz”. También había visto la sangre derramada de Na`amati Gil, otro joven cuyo primer acto público fue protestar contra el muro que construyó Israel en la ribera occidental. “Pensé en Kent State y el estado de Jackson, donde la Guardia Nacional abrió fuego en 1970 sobre los manifestantes en contra de la guerra de Vietnam”.

Ferguson sigue en llamas. La muerte de Jackson, la presencia sostenida de tropas federales, otros heridos de bala y unas 31 personas detenidas se concentran en un territorio herido por el lanzamiento de cócteles molotov, gases lacrimógenos y la puesta de dispositivos acústicos para perforar tímpanos. Los ojos de Hedy Epstein siguen abiertos; lograron atravesar un puente entre dos siglos turbulentos. Vueltas de la vida, es la primera vez desde la Segunda Guerra Mundial que el estado de Missouri ordena el despliegue de la Guardia Nacional. La anciana se estremece: su travesía se parece cada vez más a un túnel del tiempo.

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