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Viernes, 31 de octubre de 2014
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La nave Vuitton

Por Victoria Lescano

El grupo Louis Vuitton anunció la apertura al público de su nueva extravagancia: se trata del edificio construido por el arquitecto Frank Gehry en el Jardin d’Acclimatation, situado al norte del Bois de Boulogne, en París. Con la apariencia de una nave cruza con carabela futurista en acero y vidrio cuya construcción requirió de varios años de labores y otros de negociaciones con el gobierno francés, su superficie de 11.700 metros cuadrados que admite once galerías y un auditorio se suma a la modalidad de espacios para arte ideados por arquitectos avant garde que ya predicaron Prada y Comme des Garçons. El comunicado oficial para la prensa argumentó: “La misión de la Fondation Louis Vuitton es promover la creación artística contemporánea, ya sea en Francia como internacionalmente. Las colecciones y programas continuarán la tradición de los movimientos artísticos y creativos de los siglos XX y XXI. La Fondation Louis Vuitton es una fundación corporativa y una iniciativa cultural particular, dedicada al arte y a los artistas”.

Pero el anuncio con más chispa fue el realizado el 1° de octubre como prólogo de la presentación de la colección verano 2015 europeo, diseñado por el belga Nicolas Ghesquière para LV y que transcurrió puertas adentro del edificio esculpido en vidrio por Gehry –siguiendo trazos similares a los del Guggenheim de Bilbao, la sala de Proyecciones Walt Disney y el Museo Vitra, entre muchas de sus obras colosales–. El recurso fueron proyecciones de rostros de jóvenes en formato 3 D ante los ojos de los asistentes al desfile. Luego se sucedieron variaciones sobre la estética de los años ’70, de camisas níveas con lazos a chaquetas florales como correlato de los nuevos modelos de carteras y botas de la firma del monograma. Mientras que la nave ya cobijó una cena de gala donde asistieron tanto el presidente del grupo como el presidente de Francia, el actual diseñador de la firma y sus colegas Karl Lagerfeld, Phoebe Philo, Raf Simons y Riccardo Tisci, la editora Anna Winotur y la musa de Vuitton en tiempos de Marc Jacobs: Sofía Coppola, las galerías de la fundación LV priorizan una expo de las maquetas de Gehry que coinciden con la gran retrospectiva de sus obras que durante octubre exhibe el Centro Pompidou. El apartado de arte contemporáneo admite obras de Olafur Eliasson pero también hace lugar para una escultura en cemento y arcilla que caracteriza a la obra del joven artista argentino Adrián Villar Rojas. El programa de actividades de noviembre cuenta con un homenaje y una serie de conciertos de Kraftwerk, los pioneros alemanes de la música electrónica.

Otras asociaciones de Vuitton con el arte remiten a la muestra “Louis Vuitton-Marc Jacobs”, celebrada en el Museo de Artes Decorativas y que trazó paralelismos entre la obra del fundador de la casa original de 1853, en las primeras semanas de su apertura, durante 2012, y convocó una audiencia de 90.000 personas. Por entonces, los escenógrafos Samantha Gainsbury y Joseph Bennett idearon la puesta en escena que indagó en la mutación del célebre monograma inventado en 1896 por la segunda generación de la familia: Georges Vuitton trazó las iniciales en mayúsculas y las combinó con flores. La historia oficial de la firma indica que Louis Vuitton fue hijo de un carpintero y en 1851 se dirigió desde su pueblo hacia París para aprender a fabricar equipajes y que en apenas tres años abrió una tienda propia. Los primeros clásicos de la firma fueron los baúles de canvas en color gris para viajes en barco; circa 1930 sumaron carteras con forma de baldes, diseñadas para trasladar cinco botellas de champaña. Desde 1996 Marc Jacobs revolucionó los monogramas convocando a artistas del grafitti. La reciente colección de carteras que cobija la serie “La celebración del monograma” admite piezas de edición limitada y modelos que se desarrollan por encargo. Unos y otros surgieron de colaboraciones con otros diseñadores, artistas y, entre ellos, el arquitecto Gehry. Mientras que el zapatero Christian Louboutin ideó una cartera de compras con tachas y un carrito de lujo inspirado en los changuitos que algunas parisinas usan para ir al mercado, la diseñadora japonesa Rei Kawakubo realizó una variación de la bolsa Vuitton con agujeros. De ahí que se complementara con otra bolsa para guardar las pertenencias sujeta por un lazo, al estilo de los limosneros y bolsas de viajeros. Otras versiones llegaron del lado del imaginario de la artista y fotógrafa Cindy Sherman: de una cartera con aplicaciones que emulan antiguas etiquetas de hoteles denominada “Camera Messenger” a una sofisticada representación de baúl Vuitton que admite un neceser con luz y espejo, 26 pequeños cajones y un apartado de lata que permite trasladar las cámaras y las luces para fotografía profesional (se llama “Studio in a trunk” y se realiza por encargo). Mientras que Karl Lagerfeld trazó un set de box portátil y el experto en diseño industrial Marc Newson ideó una mochila para el mercado del lujo, paradójicamente a la pieza más pequeña de la serie la ideó Frank Gehry. Llamada “Twister Box”, consiste en un baúl pequeño con mango para acarrear cual carterita multipropósito: el monograma fue recreado a mano por el arquitecto y trazado sobre cuero azul, con la premisa de zambullirse en el interior de una cartera Vuitton.

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