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Tiraría a la hoguera las publicidades televisivas. Aquellas que muestran un mundo feliz, donde todas las personas son flacas, blancas y heterosexuales. Aquellas publicidades en donde las mujeres parecen consagrarse por tener la casa limpia y perfumada, o cualquiera en la que la mujer esté en una cocina bailando, celebrando porque los platos brillan o la ropa no tiene manchas. Tiraría a la hoguera al mundo publicitario en sí mismo porque atenta contra nuestra felicidad, porque nos inventa preocupaciones acerca de nuestra salud y la de lxs niñxs, porque nos atemoriza acerca de gérmenes y porque nos recomienda comer hasta reventar porque después hay una pastilla que nos alivia. Tiraría a la hoguera al mundo publicitario porque nos promete que podemos cambiar, porque lo que somos no está bien: personas con cuerpos normales, todxs distintxs, lejos están de los modelos de belleza que nos quieren imponer. Tiraría a la hoguera al mundo publicitario porque miente, porque lo que no es saludable lo vende como tal, porque lo que no sirve para nada lo ofrece como imprescindible. A la hoguera toda la publicidad con sus mensajes machistas, sexistas y racistas que sin darnos cuenta nos inyectan algo de frustración cada día.
* Autora y directora de Cactus Orquídea. Funciones: sábados 20.30 hs. en el Teatro Anfitrión (Venezuela 3340, CABA) hasta fines de junio.
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