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Viernes, 12 de junio de 2015
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Lágrimas de varón

Por Guadalupe Treibel
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Desde que su flamante proyecto artístico se hizo público, las lituanas Neringa Rekasiute –fotógrafa– y Beata Tiskevic-Hasanova –actriz– han recibido epítetos de todo tipo, siendo “traidoras a la patria” o “enemigas de la nación” los más frecuentes. Curiosamente, el enojo popular responde a sus retratos de 14 varones... llorando. O, en honor a la exactitud, catorce retratos de varones llorando tras enterarse de que fueron convocados por el Ministerio Nacional de Defensa para cumplir el servicio militar obligatorio. Ocurre que, tras haber sido abolida en 2008, la conscripción vuelve a instalarse el venidero septiembre en Lituania, dada la preocupación báltica por “la creciente agresividad rusa en Ucrania”, a decir de la presidenta Dalia Grybauskaite. Y, por supuesto, muchos jóvenes de 19 a 27 años están inquietos, disgustados ante la idea de tomar el fusil. “¿Se puede cercenar la posibilidad de elegir y seguir insistiendo que vivimos en libertad?”, reflexiona Edvinas, de 18, uno de los retratados. Rokas, de 17, hace lo propio: “Trabajar hacia una meta y defender un punto de vista personal, eso es de hombre”. Finalmente, Jaunius, de 18: “Sostener un arma no te hace más macho”.

“Tener una opinión diferente sobre la colimba y la masculinidad es absolutamente impopular en Lituania. Sólo queríamos expresar que no hay nada malo con que los hombres derramen unas lágrimas, expresen emociones”, ofrece Rekasiute respecto a los chispazos que They Won The Lotery (en criollo, “Ellos ganaron la lotería” o “Salieron sorteados”) –tal es el nombre de su serie fotográfica– ha generado. Y luego: “Los muchachos de nuestras imágenes lloran porque las redes sociales y los medios de comunicación les dicen que se hagan hombres, que no sean niños llorones, desgraciados, afeminados; que no actúen como cobardes y sean verdaderos soldados”. Entonces, la prioridad de sendas damas: cuestionar los estereotipos de género, el sexismo. Porque, como bien explican, “la masculinidad aún se entiende de modo sumamente superficial, bajo estrictas normas de género. Y forzar las expectativas estereotipadas siempre es peligroso. Alcanza con observar el porcentaje, altísimo, de varones que se suicida cada año en el país”.

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