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Viernes, 16 de abril de 2004
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Lo que nadie debería decir si pretende que un bisbeo se transforme en acercamiento.

Estimados amigos, queridísimas congéneres ¿desean saber cómo acceder a esa fémina que por la calle ha sido capaz de cortarles la respiración, ponerlos a soñar más rápido que cualquier otra droga u obligarlos/as a seguir sus pasos cual burros a la zanahoria? Pues no será esta servidora quien se los diga, cada cual debe apelar a su propia creatividad. Ahora bien, mis estimadas/os, muérdanse la lengua antes de emitir expresiones como las que a continuación les detallo: 1. No, no, no... A nadie le gusta imaginar un camisón hecho con líquidos emanados de glándulas salivales. Y no, tampoco importan sus habilidades para confeccionarlo, ni que durante la promesa se asome a su comisura algo de la tela con que pretende vestir a la chica en cuestión. Por favor, absténgase de mancillar el buen nombre de la práctica oral que tanto ha hecho por el placer mutuo.

2. De ninguna manera... No hay razones que justifiquen la exhibición de sus atributos antes de que haya sido habilitado/a para ello. Guarde su lengua, quite la mano de su entrepierna, no se tome las partes cual termo lumilagro, inhiba su impulso y no haga falsas promesas. Capaz que después se ve en el brete de tener que cumplirlas.

3. Jamás de los jamases... Imponga su humanidad sobre otra persona sin el consentimiento apropiado. Y lamento decirles que éste (el consentimiento) no se consigue presumiendo que lo que usted hace va a gustar a quien lo recibe. Se corren riesgos de linchamientos, inflamaciones producidas por rodillazos bien aplicados y hasta prisión efectiva si se lo descubre in fraganti. Al fin y al cabo el acoso es un delito.

4. Nunca, pero nunca, nunca... apele a esas horribles metáforas generadas en vaya a saber qué trasnoche. Eso de la manzana que gracias a la succión ud. convertirá en sidra es francamente guarango, igual que lo de las papas y el puré o la naranja transmutada en jugo o la invitación a libar de frutas tropicales que remedan sus partes. Lo/a invito a callar, en los casos del común la intimidad habilita la chanchada, pero en este caso el orden de los factores sí altera el producto.

Por último ¿qué tal volver al viejo café, la cervecita o un tímido pedido de correo electrónico?

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