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Viernes, 20 de febrero de 2004
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Dama sofisticada

Seamos sinceras por una vez en la vida: ¿quién de nosotras no querría ser una dama realmente sofisticada? Es decir, poseer ese halo de suprema elegancia que no te lo dan ni la ropa de Elsa Serrano ni los cirujanos plásticos. Para adoctrinarnos sobre esta materia crucial, recurrimos nuevamente a Gloria Darling y su ya clásico –para nosotras– manual Para ser amada, para ser hermosa, que ofrece magnánimamente “Más de 1000 recetas y procedimientos prácticos”, como para perdernos en un mar de posibilidades y salir garbosamente a flote. Pero concentrémonos ahora en el delicado tema del día y sepamos qué “entiende la sociedad actual por mujer sofisticada”: “No es la muchacha ultramoderna que sabe fumar, beber copetines y hablar en términos populares a fin de exteriorizar su liberalidad y emancipación. Muy por el contrario, la feminidad sofisticada debe superar a la mujer fatal de ayer, y a la vampiresa de antes de ayer”.
Mucha atención, entonces, futuras damas sofisticadas, a seis puntos esenciales que nos demuestran que no hay que tener el estilo de Marlene Dietrich o Jackie Kennedy para merecer el ansiado rótulo. Cualquiera de las lectoras (o redactoras, ¿pourquois pas?) de Las/12 puede perfectamente alcanzar el rango de sofisticada, cumpliendo al pie de la letra los mandamientos de Gloria Darling, a saber:
i “Presentarse ante la gente segura de sí misma, serena, desempeñándose en toda circunstancia con el mayor tino y acierto.” Como advertirán, Gloria deja librada a nuestra intuición esto de atinar o acertar, lo que nos otorga libertad total para decidir por nuestra cuenta.
i “Estar al día en todas las cuestiones de actualidad.” Por caso, “el último cocktail, los gestos armónicos para evidenciar una gran desenvoltura sin rozar los linderos de la vulgaridad”. Hasta aquí, vamos maravillosamente.
i “En cuestiones sentimentales, despreciará fantasías de la imaginación para no confundir a cualquier admirador atribuyéndole virtudes del hombre ideal.” Más aun, una verdadera lady “mostrará un dejo indiferente, que despertará en ellos curiosidad primero, luego atención y finalmente apasionado amor”. Ahora sí que estamos hechas, con esta honesta puesta al día del añejo refrán que indica: “Al hombre, quererlo poco, y en ese poco, volverlo loco”.
i En su trabajo, en la calle, incluso “en el dancing y todo tipo de reuniones donde alterne con hombres”, la chica sofisticada mostrará a todos “deferente cortesía (...). Porque los éxitos amorosos de este tipo de mujer dependen mucho de su gentileza”.
i “Huir de todo lo snob.” Porque ser sofisticada no significa ser rebuscada ni andar por ahí posando de fina. Se trata, por si no quedó claro, de “ser natural y sencilla, evitar el tono afectado, dejando de lado el artificio y la pedantería”.
i “Saber hablar razonablemente de todos los temas”, y no a tontas y a locas como algunas. “Poseer conocimientos generales y haber leído mucho. Saber hablar y escuchar...”
A sofisticarse, pues, ya mismo, amigas lectoras. Para lograrlo sólo necesitan poner un poquito de voluntad, porque el resto (seguridad, buenas, maneras, un toque de histeria, sencillez, erudición y oreja dispuesta) ya lo tenemos. O casi.

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