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Viernes, 29 de abril de 2005
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“Dime de qué te disfrazas”

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Con la ropa de calle, cualquiera de nosotras puede disimular ciertas tendencias secretas, determinados deseos sin realizar. En cambio, el disfraz que elijamos para un baile puede resultar más revelador que una sesión de psicoanálisis, según nos hace saber un antiguo ejemplar sin fecha a la vista de la revista Nocturno (Editorial Abril). En consecuencia, nada más apropiado que un test para conocernos mejor a través del vestuario que elegimos para jugar a ser otras. He aquí las posibilidades: 1) Arabe misteriosa con chador que sólo deja ver los ojos. 2) Africana con trencitas, bijouterie artesanal y maquillaje oscuro. 3) Geisha de kimono, rodete y rostro muy dibujado. 4) Coya con colorido poncho y sombrerito. 5) Hindú con lunar en la frente y sedoso sari.

Veamos los resultados: 1) Acaso usted pasa por una señora o señorita muy libre y moderna, pero en el fondo de su corazoncito romántico y soñador, le fascinaría –aunque más no sea por un rato– ser una de esas mujeres árabes sometidas a la voluntad de su amo y señor indiscutiblemente, sus sentimientos son ambivalentes: por un lado le atraen las tradiciones de sujeción y dependencia, y por el otro, la asalta la idea de dejar caer el velo y ser autónoma. 2) Usted es, en realidad, una tímida que rara vez abre su corazón. Más allá de sus desplantes, es una perfecta desconocida para los que la rodean, por eso se identifica con el misterioso e inexplorado continente africano. 3) La atracción por el exotismo se confunde en usted con ganas inconfesadas de convertirse en una geisha cabal, refinada y solícita. 4) A usted le gusta lo auténtico y no se anda con vueltas porque sabe que la verdad está aquí y ahora, en la tierra de sus antepasados. 5) Usted aspira a la sabiduría y a la serenidad, a cierto misticismo que cree poder hallar en una cultura tan diferente y antigua como la de la India. Quizás, por el momento, le convenga empezar a practicar yoga y meditación.

Si ninguno de los atuendos propuestos la convence, y en cambio, le parece incitante el disfraz de inspiración egipcia que evoca a Cleopatra en el esplendor de su reinado, de ser posible con dos regios galgos rusos, entonces no le quepa duda: usted tiene alma de monarca autoritaria, quizás por sus venas corren resabios del Nilo y la sobriedad no es lo suyo. Si no hay una fiesta de disfraces en su horizonte, al menos puede comprarse una pirámide simbólica para poner debajo de la cama, y llamar Julio César a su maridito. O Marco Antonio llegado el caso. Lo que más la motive.

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