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Viernes, 23 de septiembre de 2005
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Detectando al señor formal

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La sección de hoy está dedicada a las jovencitas inexpertas que comienzan a recorrer el camino del romance, pero también puede ser de mucha utilidad a todas aquellas –de más edad y con más práctica– que se preguntan a menudo porqué se equivocaron al elegir a un hombre con intenciones de mantener relaciones estables y profundas. A todas ellas, “para que no las coja de sorpresa una situación decepcionante”, como expresa Floriane Prévot en la Enciclopedia de la muchacha moderna (Ediciones Daimon, Barcelona, 1966), he aquí la perfecta solución a una problemática tan generalizada: hay que aprender a distinguir entre los caballeros formales y los hombres “poco serios”.

Vayamos, pues, primeramente a los descartables, para quitarnos su maléfica sombra de encima para siempre. Según dicha Enciclopedia, no son dignos de confianza todos aquellos que proceden según se detalla a continuación: los que detestan el esfuerzo y se entregan a la vida fácil; los que se burlan de la moral; los que tienen contacto con gentes poco recomendables; los que desdeñan la familia, el matrimonio; los que proclaman la libertad femenina y te incitan a vivir sin límites; los que te piden dinero prestado; los que siempre están intentando cogerte por el talle; los que te invitan a un guateque y se ponen a flirtear con una desconocida; los que aprovechan que estás disgustada para estamparte un beso sin permiso; los que desaparecen algunos días sin darte razones valederas.

Por cierto, los caballeros formales son exactamente el polo opuesto y si cumplen los siguientes requisitos, de seguro jamás te han de decepcionar: no vacilan en invitarte a su casa ni en presentarte a sus padres; no huyen de los tuyos; no te exigen misterios ni tapujos, y sobre todo, no te piden que salgas con ellos a escondidas; te devuelven a tu casa a la hora convenida; te comunican de modo trasparente y positivo sus sueños y sus dificultades; se comportan correctamente contigo, sin por ello dejar de rodearte de atenciones y amabilidades; evitan comprometerte citándote en lugares de dudosa fama o poco concurridos.

Si el candidato que está en tu mira reúne estas condiciones de formalidad, y además, el corazón te late aceleradamente cuando lo ves o le hablas por teléfono y deseas que esos instantes felices duren para siempre, puedes iniciar confiada una relación respetuosa con él, sin olvidar la importancia del primer beso, que representa un compromiso. Pero en todos los casos teniendo como divisa las sabias palabras de Florence Prévot: “Hazte valer, reserva tus labios hasta último momento, haz de tu amor un regalo preciado, para que cuando alguien lo consiga, esté orgulloso de él y lo conserve para siempre”.

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