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Viernes, 13 de julio de 2007
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Tomando medidas del seno ideal

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Unos senos perfectos deben ser patrimonio de toda mujer”, dictamina democráticamente el doctor Alfredo Ruiz en el periódico Viva cien años (volumen III, Nº 11, Buenos Aires, agosto de 1937, a $ 0,20 en Capital y $ 0,30 en el interior). No es difícil alcanzar este objetivo que podríamos considerar una obligación, nos tranquiliza el buen galeno en cuyo artículo las lectoras encontrarán “medios prácticos mediante los cuales podrán embellecer sus senos, dejando constancia de que no se trata de una preocupación banal, porque no puede haber belleza en la mujer sin un busto impecable”. Y como todas sabemos, y el doctor de marras nos lo recuerda, “la mujer necesita ser bella”. Al parecer, el buen estado general incide directamente en la hermosura de los pechos femeninos (los masculinos están atrofiados, se nos informa, entonces no tienen ese problema), puesto que “la salud perfecta se acompaña de senos perfectos”.

En segundo término, se nos enseña en la nota “La perfección de los senos”, hay que reparar en una cuestión sumamente importante: “La apariencia estética de los pechos depende tanto del órgano en sí como de la caja torácica”. Es así que unos senos ideales “no lucirán ni la cuarta parte si el desarrollo de dicha caja es insuficiente”. La conclusión es, pues, por demás obvia: no debe descuidarse la gimnasia respiratoria que levanta el tórax, ni la gimnasia en general que estimula el desenvolvimiento de todos los músculos. Más allá de mejorar la postura y la respiración, el tórax desarrollado “puede disimular la pequeñez de algunos senos”.

El doctor Alfredo Ruiz nos aclara que hablar de busto para referirse a los pechos es inexacto, ya que “busto significa todo el conjunto del pecho: pulmones, costillas, músculos y, claro, senos. Cuatro elementos anatómicos que merecen por igual nuestra atención”. Como el tema es tan vasto, el articulista se limita a los pechos, dejando el tórax para otra ocasión. Lo primero y principal para conquistar el seno ideal es conocer las causas que conspiran contra su perfección y actuar en consecuencia:

I. La falta de ejercicios físicos que restan elasticidad y tonicidad.

II. Enflaquecimiento, anemia, debilidad, mal estado general.

III. Incorrecta posición, sobre todo cuando el seno es voluminoso y el tronco se inclina automáticamente hacia adelante.

IV. Músculos pectorales insuficientemente desarrollados.

V. Piel débil, poco flexible, laxa.

VI. Uso continuado de corpiños ajustados o bien de corsés muy apretados, que atrofian los mecanismos de sustentación.

VII. Desarrollo exagerado del seno debido quizás a deficiencias glandulares.

VIII. Lactancia de muchos hijos con breves intervalos entre uno y otro.

En síntesis, el doctor Alfredo nos propone, para cumplir al pie de la letra con el mandato del seno esbelto: gimnasia, alimentación apropiada, baños calientes y fríos alternados. Y, por cierto, comprobar nuestras medidas según la ilustración, que representa a “una mujer normal de 1,60m de altura, y la distancia que los pechos deben guardar: desde cada mamelón (léase pezón) hasta la base del cuello y el ombligo, y la que debe existir entre ambos mamelones”.

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