Viernes, 2 de abril de 2004

Puede ser pequeña y amistosamente protectora como la que guardaba al chico de la burbuja en Seinfeld, o cobrar dimensiones gigantescas y apabullantes como las que se necesitan para cubrir un país entero. Aunque se supone que tiene por destino existencial proteger a una población de maliciosos agentes exteriores, en el mundo según Argentina se trata, en realidad, de un aceitado mecanismo para reducir en el interior el daño de lo interior, y ahí el asunto se complica. Una burbuja puede ser tiernamente decorada, por ejemplo, con imágenes amorosas. Lenguas maliciosas sugieren que las preferidas son las de líderes políticos en altísimos cargos públicos besando niños, palmeando ancianos y escuchando a señoras con mirada comprensiva. Otros rumores señalan con sospechas, en cambio, la tremebunda crisis energética que arreció repentinamente (al menos para la mayoría) esta semana. Mientras tanto, tal parece que fuera de la burbuja circulan palabritas como “inflación” y derivados. Investigaremos.

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