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Viernes, 28 de mayo de 2004
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Siliconas anti-age

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Que las mujeres de más de cincuenta gozan del sexo con tanta intensidad como las de cualquier otra edad no es ninguna novedad. Pero cuando el sexo es televisado, las mujeres de cualquier edad deben cumplir algunos requisitos, por ejemplo, no parecer señoras de cincuenta sino jóvenes y pujantes -literalmente pujantes, y si la pujanza viene de a pares, pues tanto mejor- doncellas en edad reproductora pero que -lo mejor de ambos mundos sea unido- se preocupan por cualquier cosa menos por eso (aunque con el dinero necesario y algún óvulo donado la diosa tecnología también desafía al cuerpo en esa barrera). Serán las bondades infinitas del photo shop -ese programa que mejora cualquier imagen-, los filtros que se usan en las cámaras, o sencillamente unas siliconas bien plantadas, no lo sabemos a ciencia cierta. El asunto es que después de haber tenido tanta audacia televisiva como para mezclar en un romance a una señora madura (¡milagro!) con un muchacho -al menos- 20 años menor (¡doble milagro!), El deseo mostró que no por tener una estética primorosa y unos guionistas que el año pasado se mostraron capaces de todo, puede una novela desconocer así nomás ciertas convenciones normalizadoras. Porque Soledad "Mercedes" Silveyra habrá intentado ser madre soltera, sí; vivirá para calentar hasta a las plantas y usar escotes super profundos, también; se desquitará de la infidelidad de su marido retozando con el pseudo efebo compuesto por Kuzniecka, desde ya... pero eso sí: todo en el cuerpo de Solita está en su lugar, mejor dicho, en el lugar que las fantasías masculinas de poder sobre la ley de gravedad suelen ponerlas. No le vamos a andar exigiendo veracidad a la tele, es verdad, pero ¿no será mucho artificio tanta solidez inconmovible?

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