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Viernes, 27 de abril de 2007
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Maria Jose Gabin

Este es un cuestionario tipo utilizado durante años para descubrir las verdades ocultas de ciertas luces que alumbran el firmamento de la fama, los artes y la creatividad. Cuenta la leyenda que la primera en contestar fue Marcelle Proust, hermana no reconocida del escritor, pero autora de páginas que con éxito aún hoy siguen reproduciéndose en publicaciones que a modo de guiño para lectores y lectoras llevan su tapa... tapada. Vuestra amiga Maru Bom Bóm ha rescatado estas útiles preguntas para que otros hablen por ella durante su estadía fuera de las pistas. Que la disfruten

Si fuera vagina sería la de...
Madame Butterfly.

Si fuera pene sería el de...
Rasputin.

Ojalá se inventaran los preservativos de...
Papiro... arrugado.

Si mi cama hablara diría...
“De lo que se puede hablar, se puede hablar fácilmente; de lo que no, mejor callar.”

Quisiera tener dos...
De mí para intercambiarlas conmigo misma cuando las horas del día no me alcanzan para cubrir mis interminables necesidades de autosatisfacción.

Nadie lo sabe, pero en el baño, inmediatamente después...
De encerrarme, busco con desesperación en El círculo de los mentirosos (Jean Claude Carriere), una respuesta a las miles de preguntas sin respuesta. Suelo encontrar deliciosas perlas antes de jalar la cadena.

¿Qué palabras no puede evitar decir
en ese momento?
“¿Entró?”

¿A quién le gustaría ver en una porno?
A Hugh Grant con la morocha en plena fellatio y la blanca que lo descubre.

¿Dónde se haría un agujero nuevo?
Primero me taparía unos cuantos para dejar de perder elastina y colágeno. El resto preferiría que me los cierren con la gotita.

¿Cuántos son multitud?
Dos.

¿Qué detalle bajo la ropa le saca las ganas?
El pene infantil. Y que los hay, los hay.

¿Cuál es su posición favorita?
Cualquiera menos la de la mamografía.

¿Qué es para usted un polvo mágico?
Algo que cuando te lo tomás te sentís rebien, no te hace mal al hígado, te pone las pilas, estás súper lúcido, comunicativo, simpático, no daña las mucosas y no es transgénico.

¿Cómo le hace saber que es “ahí”?
¡Ahí, vos! Más fuerte que el resto de lo que le digo.

¿Cuándo miente?
No miento (je).

El tamaño no le importa salvo que...
No me importa (je).

¿Qué quiso siempre y nunca tuvo?
Un escritorio con bibliotecas en todas las paredes, del piso al techo, llenas de libros leídos y por leer que se vayan reciclando. Bah, una librería pero no como negocio, sino como droga. Aún no me resigno.

Tiene que durar más que... pero menos que...
¿De qué me hablan? Este lenguaje nuevo de los celulares yo ya no lo entiendo. Que me manden el translater.

María José Gabin empezó bailando extrañas danzas expresivas antes de cumplir los tres años y a los seis ya era una diminuta aprendiz de bailarina clásica en los salones azules de La Bombonera. Luego la vida la fue llevando del Colón a las escuelas de mimo y de la danza moderna a los momentos privados de los estudios de teatro, hasta que terminó siendo una Gamba al ajillo y pateó el tablero. Hoy entrena por la mañana, escribe la mitad del día, lee en la bicicleta fija, corre de un teatro a otro y piensa que la vida recién comienza.

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