Viernes, 25 de julio de 2003
La vocación
Por Sandra Russo

–Estuve pensando...
–Sonamos.
–En serio. Estuve pensando.
–¿En qué?
–En que yo no tendrÃa que haber estudiado Derecho.
–¡Pero si te encanta tu trabajo!
–Claro que me encanta.
–¿Y entonces?
–Pero no es lo único que me encanta.
–Qué piola. Yo soy periodista y me fascina ir al cine, me vuelve loca el jazz y adoro tomar sol en la terraza.
–Qué estúpida. Lo que quiero decir es yo creo que el Derecho no era mi verdadera vocación.
–¿En serio?
–Es una parte mÃa, ¿viste? La Justicia. ¿Te acordás que cuando éramos chicas yo cortaba las tortas de cumpleaños para que a cada una le tocara una porción igual?
–Ay, Lili, estás un poco cursi...
–Bueno, el Derecho para mà es una vocación. OK. Pero tengo otros intereses, y estuve pensando que no es justo que una desarrolle una sola vocación si tiene otra.
–Estás aplicándote justicia a vos misma.
–¡Eso! No es justo.
–¿Y cuál es tu otra vocación, si se puede saber?
–Te vas a cagar de risa.
–No, estoy preparada.
–No, no me vas a tomar en serio.
–Dale, Lili, que jamás te tomé en serio.
–Porque a mà el Derecho me encanta, es cierto, pero hay otra parte de mà que está como... dormida.
–Dale, Lili, ¿qué querés estudiar a la vejez viruela?
–No, no, te digo que no, te conozco, tu alma de psicóloga me va a destrozar, me vas a hacer sentir ridÃcula...
–¡Dale, Lili!
–Bueno: astrologÃa. Quiero empezar a estudiar astrologÃa.
–...
–¿Escuchaste?
–SÃ.
–¿Y?
–¡Yo también!
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