El juez Salvatierra quiso saber c贸mo hab铆a logrado Pancha ingresar en el cuarto de la enferma por el techo, a pesar de sus pies engrillados, y c贸mo hab铆an conseguido ambas mujeres liberarse de sus ligaduras y recorrer las dieciocho leguas que separaban a la ciudad de Las Barrancas dos veces en la misma noche. En t茅rminos similares se le exigieron precisiones a Pancha, pero una vez m谩s, ya contaba el juez con la base provista por las declaraciones de Lorenza para construir su interrogatorio.
Sin duda alguna, Salvatierra estaba ahora sugiriendo las respuestas, que forzosamente ya no podr铆an circunscribirse al plano de lo natural. Con seguridad, el episodio tra铆a a su memoria la imagen de los vuelos nocturnos que las ac贸litas del Demonio realizaban para trasladarse a sus aquelarres. En este sentido, puede pensarse que tanto Lorenza como Pancha cumplieron sus expectativas: la primera reconoci贸 ser liberada de prisi贸n por su c贸mplice, quien 鈥渓a llev贸 a las Barrancas y de all铆 volvieron a esta Ciudad, que las condujo el demonio鈥; la segunda fue m谩s all谩, atinando a decir a Lorenza que 鈥渟inti贸 que volaba seg煤n el ruido que hizo鈥.
Tal vez creyeron los jueces que, si volando se dirig铆an las brujas hispanas al aquelarre, de la misma manera habr铆an de hacerlo estas mujeres para concurrir a las salamancas del monte. Y la situada en las cercan铆as de Tuama era s贸lo una entre muchas. En las preguntas que siguieron, las actividades que ten铆an lugar en aquel m谩gico espacio ocupar铆an el centro de la escena. Pero si hasta ese momento las reas se hab铆an limitado a hacerse cargo de las acusaciones y a verbalizar las sugerencias del alcalde ordinario, en las descripciones de las salamancas creemos reconocer n铆tidamente una dimensi贸n nueva y oculta del mundo de Lorenza y de los habitantes del pueblo de indios. Ya no hay respuestas dictadas; la desesperaci贸n que ti帽e las declaraciones de la india nos allana, no obstante, el camino hacia su refugio m谩gico.
El juez Salvatierra le pregunt贸 a Lorenza por su fuga de la c谩rcel y termin贸 orientando su respuesta hacia el vuelo nocturno. La india le confirm贸 que, en efecto, aquella noche
... vino Pancha de la prisi贸n en que estaban y sac贸 a 茅sta de la suya y la llev贸 a las barrancas y de all铆 volvieron a esta Ciudad, que las condujo el Demonio y que fueron a llamar a sus compa帽eras para matar a 茅sta y que fueron a buscar a Marcos Azuela y a la hija de la Pancha, llamada Josepha, que estaba en Tuama, para que entre 茅stos matasen a Mar铆a Antonia y asimesmo fueron a buscar a Gabriela, mujer de Chucico, y le hablaron, y a dos sobrinas del Alcalde Joseph Mart铆nez, la una llamada Olalla y la otra Juliana, y otra Luci y que todas 茅stas dentraron a la salamanca y concertaron all铆 el hacer da帽o a todos los que pudiesen y todos 茅stos que lleva nominados son hechiceros.
Esa primera salamanca situada cerca de Tuama, a la que concurren Lorenza y Pancha con su numerosa comitiva
... se llama Brea Pampa, que tiene un jarillar o monte espeso y que hablan con un hombre que parece espa帽ol, muy feo y con la cara muy peluda, y que 茅ste les ense帽a que con tierra o hormiga y otra cualquiera cosa que les pida les dar谩 para que maten o hagan da帽o.
Sin embargo, cuando un d铆a despu茅s Lorenza ratific贸 su declaraci贸n, neg贸 haber participado junto a aquellos hechiceros (y vecinos suyos) en la salamanca de Brea Pampa. S贸lo Pancha la habr铆a visitado, afirm贸. En cambio, confes贸 haber frecuentado una segunda salamanca en el pasado, aqu茅lla donde hab铆a aprendido el arte. Se trataba de la situada en Ambargasta, no casualmente el paraje donde su encomendero ten铆a una estancia que, por cierto, habr铆a de ser una especie de segunda residencia para los indios de la encomienda de Tuama. Sostuvo entonces Lorenza que
... en otra salamanca aprendi贸, en el paraje de Ambargasta, en una quebradita que est谩 en una Aguadita junto de ella (...) y que la Ense帽贸 un mestizo llamado Juan Joseph Vivas, y en esa ocasi贸n dentr贸 un hijo de 茅ste llamado Joseph Vivas, y que entonces vinieron dos vestidos a lo espa帽ol, muy grandes eran los Demonios, y dos Chivatos, los que eran de color, el uno pardo y el otro negro, los cuales hablaron con Juan Joseph Vivas y le dijo a esta Declarante que (...) la llevaban para Aprender el Arte, y que a Juan Joseph Vivas le dieron los dos Demonios cabellos en un papel贸n y Vivas se los dio a esta Declarante para que con ellos matase y que de estos cabellos le dio a su t铆a para que muriese, los que dio en Agua, y lo restante de los Cabellos que quedaron quiso echar y el dho Vivas le dijo que no los echase, que se los diese para d谩rselos a su Due帽o, los que esta Declarante se los entreg贸, que eran de color pardo.
Por 煤ltimo, la imagen de la tercera salamanca es aportada por Pancha. Por desmayarse apenas la preparaban para el tormento, Pancha efectu贸 casitodas las declaraciones sin ser sometida a estas crueles pr谩cticas. En un principio, la india refut贸 las afirmaciones de Lorenza, negando su participaci贸n en la salamanca de Brea Pampa, de la cual, por otra parte, dec铆a ignorar la existencia. No obstante, s铆 habr铆a asistido a la que se encontraba en el paraje de Los Sauces, en Tucum谩n.
... a un lado en un montecito donde est谩 un rinc贸n, que es en la jurisdicci贸n del Tucum谩n, y que habr谩 el t茅rmino de seis a帽os, seg煤n ella regula, que aprendi贸 en dha Salamanca, la que est谩 media legua adelante de la estancia de Pascual D铆as, y que esto aprendi贸 con la ocasi贸n de ir a comprar ma铆z y que viendo iba mucha gente diciendo hab铆a fandango (...) y llegado a dho paraje dice que le propusieron, que ya que estaba all铆 que aprendiese, que como se hab铆a de saber, tan lejos de su tierra.
La persuasi贸n tuvo sus frutos y Pancha termin贸 por ingresar en la salamanca. All铆 recibi贸 instrucciones de una mujer gorda que le advirti贸
... que aunque viese cualquiera cosas no tuviese miedo ni nombrase el nombre de Jes煤s, Mar铆a y Jph porque se perder铆a y no sabr铆a d贸nde estaba, se vio mucha gente todos en cueros y 茅sta tambi茅n, que antes de entrar se desnudaron y vieron un vivor贸n que sacaba la Lengua viendo a todos, y que 茅ste le dio a la mujer un papel con unos polvos, el que estaba liado con hilo colorado y cabellos y le encarg贸 a esta declarante dha mujer que aquellos Polvos eran para el efecto de matar, d谩ndoles en comida o bebida, y que hab铆a baile y canto, con Arpa y Guitarra, y que dha mujer le dio a esta declarante, que aquel vivor贸n ped铆a le diese de su sangre a lo que esta declarante no quiso y que entonces, enojado el vivor贸n, se suspendi贸 como que se sentaba, y dha mujer dixo al vivor贸n no sea que de miedo nos descubra y si yo te traer茅 la sangre de all谩, y que entonces se salieron y esta declarante, y que nunca le dio su sangre, porque su marido no le dio Lugar.
Al parecer, las recomendaciones del marido no alcanzaron, ya que Pancha entr贸 por segunda vez en esa misma salamanca y reanud贸 sus conversaciones con la mujer gorda que poco tiempo antes la hab铆a tentado. En aquella ocasi贸n
... hubo tambi茅n baile y (...) le dio la referida mujer cinco ataditos de Jume fresco porque no se le secase por vivir lejos y que estaban amarrados con hilo colorado y cabellos, y que 茅stos eran para matar a los que le mezquinaban alguna cosa y que entonces la trajo su marido a Tuama.
Despu茅s de la confesi贸n de las reas, una nueva intervenci贸n terap茅utica de Lorenza y Pancha tuvo lugar en la c谩rcel. Esta vez asistieron testigos aun m谩s autorizados que los anteriores, 鈥渧arios sacerdotes de la Compa帽铆a de Jhs, San Francisco y Cl茅rigos, y gente noble de esta rep煤blica鈥 que observaron con estupor c贸mo Mar铆a Antonia perd铆a una vez m谩s el habla, 鈥渆l uso y manejo de piernas y brazos, y el natural mantenimiento de comer y beber鈥. Aunque la enferma pareci贸 recuperarse cuando Lorenza le frot贸 las manos y los pies y sopl贸 en sus o铆dos, el alivio dur贸 apenas una hora. El 煤ltimo acto de este drama nos muestra a Mar铆a Antonia con los brazos cruzados sobre el pecho, acusando por se帽as a Lorenza. Este 鈥減aroxismo鈥 (tal el t茅rmino que utiliza el alcalde Salvatierra) se alterna con momentos de lucidez en los que la enferma hace p煤blicas sus visiones frente a los sacerdotes que intentan ofrecerle la extrema unci贸n. 鈥淐uando le ha dicho paroxismo, se le representa dicha Lorenza鈥, dice el fiscal de Mar铆a Antonia. A juicio de los presentes, el sufrimiento de la china es extremo. 鈥淐ausa compasi贸n a la rep煤blica鈥 y reclama de la justicia que se 鈥渃ontengan semejantes excesos intolerables a la Real Jurisdicci贸n鈥.Lorenza y Pancha murieron antes de que el proceso concluyera. Tres de los testigos que asistieron a la 煤ltima curaci贸n coincidieron en que las dos mujeres afrontaron con diverso talante el tr谩gico destino que les aguardaba
... la Pancha se halla al parecer contrita pero (...) que la Lorenza ha estado sumamente remisa, con el coraz贸n empedernido, sin hacer el menor aprecio de las palabras de los sacerdotes que le explican en su lengua, enga帽谩ndolos con irrisi贸n, diciendo que les entregar谩 el encanto, haci茅ndolos andar de aqu铆 para all铆 sin que jam谩s hayan podido conseguir de que entregue.
Lorenza es rebelde, no respeta las sotanas, aplaza la entrega de los encantos que mantienen enferma a Mar铆a Antonia. Dos d铆as despu茅s de su 煤ltima confesi贸n, mor铆a en la c谩rcel de la ciudad de Santiago, llev谩ndose sus secretos a la tumba. De inmediato, su cuerpo fue exhibido en el rollo de la plaza 鈥渄onde p煤blicamente todo el vecindario la vea鈥.
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