Por Graciela Carcacia (*)
Hace doce años empecé con un dolor en el brazo y la mano. Primero era leve, pero después me doblaba del dolor. Fui al médico clÃnico y él me mandó a un traumatólogo que me decÃa que tenÃa un problema cervical. Deambulé tres años por distintos médicos con el costo de relegar mis actividades porque no querÃa salir ni caminar y sólo iba a trabajar.
Un dÃa llegué a casa y no me podÃa bajar del auto. En ese momento me di cuenta de que era un tema cardiológico, porque un dolor tan agudo no podÃa ser ni de los huesos ni de los músculos. Pensé que si subÃa a casa me morÃa y me fui a buscar un cardiólogo. A las 11 de la mañana del dÃa siguiente estaba en el quirófano. Efectivamente, tenÃa las arterias tapadas y me tuvieron que realizar una angioplastia. Más adelante, también me hicieron cuatro by pass, porque descubrieron que tenÃa una enfermedad hereditaria muy agresiva.
Ahora llevo una vida normal y trabajo mucho, porque esta enfermedad hoy se controla perfectamente bien con medicación y estudios periódicos. Pero el problema es que las mujeres estamos convencidas de que no es una enfermedad de mujeres y encima los médicos achacan los dolores a las cervicales, los pectorales o la posición en la computadora. Y, si se tarda mucho en llegar a un cardiólogo, ahà sà puede ser tarde. Hoy las mujeres vivimos en un estado de stress que no tenÃamos antes por el laburo, los hijos, hacerse cargo de la casa... Pero, por lo menos, también tenemos que aprender a llegar a tiempo a los estudios del corazón.
(*) Es licenciada en Marketing y trabaja en asesoramiento de empresas. Tiene 55 años, es viuda y mamá de Guadalupe y Patricia, y abuela de Patricio Nicolás.
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