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Viernes, 18 de noviembre de 2005
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La respiración enrarecida

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En la primera entrevista de Las conversadoras, Xavière Gauthier le pide a Marguerite Duras que hable sobre “la manera en que el lenguaje se organiza en sus textos, probablemente de manera muy diferente a cómo se organiza en los textos de hombres”. El diálogo, en sus tramos más sustanciosos y esclarecedores, prosigue así:

M.D.: –Nunca me ocupo del sentido, de la significación. Si hay un sentido, se desprende después. En todo caso, nunca es una preocupación.

X.G.: –De hecho, no le hablaba de sentido. ¿Cómo es que se dispone el lenguaje, en el libro, sobre el papel?

M.D.: –La palabra cuenta más que la sintaxis. Ante todo son palabras, por otra parte sin artículos, que llegan y se imponen. Siguen el tiempo gramatical bastante después.

X.G.: –Pensaba... sin artículos. (...) Me pregunto si no hay una especie de retiro, de retención del sentido gramatical habitual.

M.D.: –No es consciente. Son blancos, si usted quiere, que se imponen. Sucede así, le digo cómo pasa eso, son blancos que aparecen, quizá bajo el impacto de un rechazo violento de la sintaxis, sí, pienso que sí, reconozco algo ahí.

X.G.: –Y cuando dice “blancos”, ¿también son huecos o faltas?

M.D.: –Alguien dijo la palabra: anestesia, de las supresiones.

X.G.: –Me preguntaba si eso no sería algo de mujer, verdaderamente femenino, blanco. Si por ejemplo hay una cadena gramatical, si hay un blanco adentro, ¿acaso allí no estaría la mujer?

M.D.: –¿Quién sabe?

X.G.: –Porque eso sería una ruptura de la cadena simbólica. Y en sus libros está eso (...) Para mí sería como una ruptura, como cuando retenemos el aliento. Hay un ritmo y están esos momentos en que ya no se puede respirar, algo está bloqueado.

M.D.: –Sé que el lugar en que se escribe, donde se escribe –en mi caso, cuando me pasa– es un lugar en que la respiración está enrarecida, hay una disminución de la agudeza sensorial. No se oye todo, sino solamente algunas cosas, vea...

(...)

X.G.: –¿Y qué le dijeron los hombres?

M.D.: –La palabra “enfermo” aparece en cada carta.

X.G.: –¿Enfermo?

M.D.: –“Estoy enfermo de leerla”.

X.G.: –¿Y las mujeres no?

M.D.: –Las mujeres también.

X.G.: –¿De la misma manera?

M.D.: –Sí. Entonces, si podemos avanzar un poco, o sea que podemos decir: esos libros son dolorosos, de escribir, de leer, y ese dolor debería conducirnos a un campo... un campo de experimentación. En fin, quiero decir, son dolorosos, es doloroso porque es un trabajo que lleva a una zona... todavía no explorada, tal vez.

X.G.: –Todavía no sacada a la luz.

M.D.: –Es ese blanco de la cadena del que usted hablaba. No quiero decir psicoanálisis..., lo femenino, si usted lo prefiere. ¿No?

X.G.: –Sí, sí.

M.D.: –Tal vez sea eso lo que causa el dolor.

X.G.: –Sí, yo pienso que sí. Y quizás aún no había sido sacado a la luz, no se lo había tocado. Es posible que el hecho de mostrar el blanco, de mostrar el agujero, enferme, y hay motivos. En tal sentido, es enteramente subversivo.

M.D.: –¿Cree usted que un hombre no puede escribir Destruir..., El amor?

X.G.: –Estoy convencida de ello, estoy convencida de que no puede ser más que una mujer y verdaderamente una mujer. La dificultad radica en mostrar exactamente por qué (...) ¿Acaso un hombre, en su sexualidad, mostraría así el blanco? Porque es sexual ese blanco, ese vacío.

M.D.: –No, no creo; él intervendría. Yo no intervengo.

(...)

X.G.: –Y ésa es una escritura finalmente de hombre, es decir, la imagen que las mujeres se forman de sí mismas es una imagen masculina, ¿no?

M.D.: –Sí, por supuesto, ¿cómo pretende usted que sea de otro modo? La empleada doméstica que sale a bailar se disfraza de burguesa. La mujer que escribe se disfraza... de hombre.

X.G.: –Sí, es decir que ella piensa que para tener acceso a la literatura hace falta que se convierta en un hombre.

M.D.: –Sí, siempre se empieza con esa imitación. Es el primer trabajo que hay que hacer.

X.G.: –¿Reconocerse como mujer?

M.D.: –Sí, yo no me libré de ello. A los veinte años, cuando me decía: “casi parece de un hombre”, me causaba satisfacción.

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