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Viernes, 28 de septiembre de 2007
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Centro de Atención por el Derecho a la Identidad

La construcción permanente

Por Laura Rosso
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Alicia Lo Giúdice.

Alicia Lo Giúdice es psicoanalista y directora del Centro de Atención por el Derecho a la Identidad, un servicio de salud mental de Abuelas de Plaza de Mayo que, además de atender las demandas propias de Abuelas, está abierto a la comunidad. El Centro se inauguró el 20 de agosto de 2003 en un espacio cedido por el Gobierno de la Ciudad. Para ese tiempo, Abuelas había conseguido un fondo de apoyo económico otorgado por la Unión Europea que ayudó a plasmar este proyecto ideado por quienes acompañaban a Abuelas en el proceso de búsqueda y restitución de sus nietos. Cuenta Lo Giúdice: “Mi contacto con Abuelas es desde el año 1985 cuando empiezo a atender a la primera nieta restituida con las pruebas genéticas y por orden judicial. Yo, en ese momento, no era parte del equipo que se había iniciado en los años ‘80 pero por lazos familiares de esta nena con una alumna mía de la facultad fue que empecé a trabajar con ella en mi consultorio. Sobre fines de los ‘90 se dieron una serie de movimientos en que muchos jóvenes se acercaron a la Institución y se crea un espacio especial que llamamos Presentación Espontánea, porque eran los mismos jóvenes los que venían buscando sus orígenes. Eso incidió en que recibiéramos muchas más demandas de tratamiento y se incrementara el pedido de atención. Se cumplía lo que una de las abuelas —la abuela Rosa—- decía: ‘Nosotras los buscamos, ellos en algún momento nos van a buscar a nosotras’.

El área terapéutica de Abuelas tomó otro empuje. Instalados en la calle Gurruchaga 1079, sede de Capital, el Centro cuenta con varios consultorios y con un equipo que se fue consolidando y creciendo. “En Buenos Aires somos ocho colegas, una médica psiquiatra que tiene a su cargo las interconsultas y en las filiales de Mar del Plata, Córdoba, Rosario y La Plata, un colega del área. El Centro quedó incluido como Programa de Extensión Universitaria de la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires y además trabajamos junto a la Conadi (Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad) del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos.”

¿Cuál es el trabajo que realizan desde el Centro?

—Brindamos atención terapéutica con orientación psicoanalítica a las problemáticas de Abuelas, que pueden ser jóvenes restituidos, las abuelas, otros familiares y todo aquel que quiera consultar. Es abierto a la comunidad y consultan muchas personas que tienen dudas respecto de sus orígenes, problemas de filiación y diversidad de situaciones y vemos las posibilidades de incluirlos en el dispositivo. La atención es gratuita y dentro de las actividades del Centro hay, también, un área de formación profesional.

El Derecho a la Identidad, dice Lo Giúdice, es el significante que tiene Abuelas. “Esto fue inédito en la modernidad porque cuando los nazis —que son el antecedente que uno ubica del terrorismo de Estado— secuestraban niños, era para matarlos, los exterminaban. Los niños judíos y de otras comunidades no sobrevivieron. En el caso de Argentina, la modalidad que toma es que aquel que intenta aniquilar a un enemigo político se queda con su hijo, golpeándolo en lo más íntimo, su descendencia. Proponemos que es otro modo de exterminio, no es eliminarlo físicamente pero sí eliminarlo de un sistema de parentesco e incluirlo violentamente en otro. Hay un mecanismo renegatorio en juego porque los apropiadores, como se los ha llamado desde lo jurídico, reniegan de lo acontecido y viven ‘como si’ nada hubiera sucedido, como si para criar un niño diera lo mismo cualquier condición. Nos encontramos con que un niño apropiado ha armado un vínculo con quienes lo criaron, montado en el asesinato de sus padres. Eso es levantar lo prohibido, dado que la prohibición de matar y del incesto ordena la cultura.”

¿Cómo se piensa el vínculo de filiación, cuando justamente el origen está dado por una filiación falsa?

—Abuelas empezó a hacer hincapié en que el niño criado en la apropiación había perdido su identidad de origen y que eso era necesario recuperarlo. No solamente el vínculo con la familia sino también recuperar la tradición, los modos de pensar, la ideología. Entonces el equipo jurídico empezó a pensar el Derecho a la Identidad, que incluía temas de filiación: niños que habían sido apropiados y se pedía la restitución jurídica. Como psicoanalistas pensamos las condiciones de constitución de la subjetividad en estas condiciones. El Derecho Romano dice: ‘No basta con nacer, la vida hay que instituirla’. Instituir la vida para el Derecho Romano es crear las ficciones o los artificios jurídicos para normativizar la vida en la ciudad. ¿Cómo se inscribe la vida de un sujeto en la ciudad? Se le da un nombre, un apellido, un padre declara que es su hijo, una madre declara que es su hijo y se le da fecha de nacimiento. Es la inscripción de filiación que con la documentación otorga identidad a un sujeto. Para el psicoanálisis instituir la vida se logra por las operaciones de subjetivación del pequeño sujeto sostenido en el deseo de los padres.

Lo que se sostiene desde el área terapéutica de Abuelas es que la restitución jurídica es necesaria porque restituye al chico/a en su condición de sujeto del derecho, pero no es suficiente. “Es en el espacio analítico, donde se puede tramitar lo que ha sido esto para cada uno de los jóvenes dando lugar al sujeto del inconsciente. Es ahí donde se puede hacer un trabajo de historización en donde lo vivido pueda ser interrogado por el sujeto mismo. En ese espacio es donde el sujeto se restituye a sí mismo”.

¿Cómo impacta la desaparición de Julio López en estos chicos?

—En algunos, con mucha angustia porque, por ejemplo, va a empezar el primer juicio oral y público en donde una nieta restituida es querellante respecto de sus apropiadores y del militar que la entregó. Ella va a ser la testigo principal, obviamente, porque es la damnificada, entonces, este tema trae inquietud, primero por el impacto de pensar que en democracia las prácticas de la dictadura siguen pero también por la propia inquietud de estar en esa situación y pensar si hay suficientes garantías. La garantía más eficaz sería que los apropiadores y todos los involucrados en el terrorismo de Estado estén presos y los lazos entre ellos, cortados.

¿Cómo podría describirse el trabajo en el espacio analítico?

—Como un doble movimiento: intentar ubicar lo vivido dándole un lugar, y ver qué pueden tomar —ya siendo grandes— de los relatos que hacen otras personas que vivieron o conocieron a sus padres. Porque es paradójica la situación: “Me entero de que mis padres no son los que me criaron, porque me robaron, pero mis padres están asesinados”. Siempre llega algo de los padres, relatos de los otros, de familiares, amigos, compañeros, lo que se pueda. En ese sentido es muy interesante la película Los rubios, de Albertina Carri. Hay una frase que dice la protagonista que me pareció maravillosa: “Cuanto más me acerco a la verdad, más me alejo de ella”. Es interesante ubicar esto: que la verdad es una construcción. Eso es lo que planteamos, que cada joven, uno por uno, tenga acceso a su propia versión de lo acontecido.£

El 6 de octubre, en la facultad de Psicología de la UBA (Hipólito Yrigoyen 3242) se realizarán las jornadas Identidad, Memoria y Transmisión como parte del recordatorio de los 30 años de Abuelas. Informes: [email protected]

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