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Viernes, 28 de octubre de 2011
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ESA YEGUA

Por Susana Checa *
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Si bien el domingo no hubo sorpresas, superó la expectativa por el elevado caudal de votos, que posibilitó además un Parlamento con mayoría oficialista y donde pocas provincias quedaron en el arco opositor. Esta elección permite reflexionar sobre los cambios en la simbología, en los nuevos actores que alcanzaron protagonismo y en las medidas adoptadas en estos 8 años desde que los Kirchner se hacen cargo del gobierno nacional montando un poder singular que compartió el matrimonio y que hoy ella continúa profundizando.

En sus inicios, en el imaginario social Cristina secundaba a Néstor. Si bien se le reconocía un alto perfil político, pesaba más la fuerte misoginia que rige en nuestra sociedad, manifestada en especial cuando Néstor propone a la “pingüina” para el siguiente período. Para algunos sectores de la población, ella era una especie de títere de su marido, quien en realidad era el que había tomado y tomaría las decisiones más importantes en el período que le tocaba gobernar a Cristina. A muchos les inquietaba que una mujer rigiera los destinos del país, siendo además inteligente, linda y audaz. El mote más común utilizado para descalificarla era “esa yegua”. Manera despectiva que circulaba en especial entre los taxistas, que son receptores especiales de las concepciones de sus ocasionales pasajeros, en general de clase media o alta en la ciudad y escuchas privilegiados de la Radio 10. Todos hemos sido testigos de comentarios de ese tipo: “Ella hace lo que su marido le ordena”, “Una mujer no puede gobernar un país tan complejo como éste”, “Nos lleva al vacío institucional”, etc. Lo que más afectaba a este sector era que en una mujer, símbolo además de otras muchas mujeres que cada vez más alcanzan protagonismo, se concentrara el poder y que además, pese a los fatalistas pronósticos, fuera sacando al país de situaciones graves. En esta etapa no sólo aparecieron estas expresiones más vulgares sino también la de vastos sectores de clase media, intelectuales o académicos que hacían una sofisticada y más velada crítica a Cristina, pero que en el fondo apelaban al mismo prejuicio basado en la condición de género, tanto desde los hombres como de las mujeres. Una mujer ejerciendo el poder, pero cual marioneta guiada por su marido. Quizá sea forzada una comparación entre Evita en los años ‘50 y Cristina en la actualidad, expresando de alguna manera, aunque con menor fuerza que en aquella época, la vieja antinomia peronismo-antiperonismo. Así como Cristina fue tildada “la yegua”, a Eva Perón la mencionaban como “la Eva” o “la Perona” y en las mesas familiares no se podía hablar de Perón, Eva y el peronismo por el temor de que la “sirvienta” escuchara y denunciara, por lo cual los domingos en los que tenía su salida semanal toda la familia descargaba sus iras gorilas. Pero así como Eva en el imaginario popular fue cada vez más Evita, sucede algo similar con Cristina. Los obstáculos políticos y personales que debió sortear y que no presagiaban un futuro promisorio fueron varios: el tema de las retenciones sobre el agro, donde algunos se encumbraron apoyados por sectores del agro y de la oligarquía en una actitud, como bien señaló Carta Abierta, “destituyente”; las elecciones parlamentarias de 2009; los enfrentamientos con la iglesia frente a medidas como el matrimonio igualitario, etc. Sin embargo, salió fortalecida a pesar de los agoreros pronósticos, profundizándolos como es el caso de la inclusión social a través de la AUH, el matrimonio igualitario, entre otros y estableciendo un nuevo perfil a través de simbologías políticas con contenidos de género.  

Pero quizá lo más fuerte a nivel personal fue hace ya un año: la pérdida de su compañero de toda la vida. La muerte de Néstor fue enfrentada por Cristina con fortaleza y dignidad, recuperando su memoria, sus valores, sus acciones, Ello dio paso a una nueva imagen, y la que hasta hace poco era “esa yegua” ha mutado a “esa mujer” o la “morocha argentina con aguante” impulsada por diversos sectores sociales y en especial los jóvenes. Sabiendo de la fortaleza y lucidez de la Presidenta, que sorteó con inteligencia, capacidad y tranquilidad las múltiples adversidades y en la medida que se profundicen y garanticen derechos aún pendientes en la agenda pública, el futuro aparece como muy prometedor.

* Socióloga. Integrante del Foro por los Derechos Reproductivos y Presidenta del Foro Ciudadano de Participación por la Justicia y los Derechos Humanos (FOCO).

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