Las lesbianas aprendimos en el proceso de politización de nuestra sexualidad y de nuestras vidas que el primer paso para el empoderamiento es el nombre. Muchas hicimos ese aprendizaje a través de las herramientas polÃticas y teóricas que nos aportaron los feminismos, en especial, aquellos que sostienen la autodeterminación sexual como fundamento de las luchas sexo-polÃticas. Sin embargo, también aprendimos que persiste en el interior del movimiento feminista, no con exclusividad pero sà como un espacio más por el que transitamos, la lesbofobia y el imperio de las jerarquÃas por clase, identidad sexual, raza, ubicación geopolÃtica, edad, reconocimiento institucional, etc. Esto provoca que ciertas voces se amplifiquen, ciertos cuerpos se visibilicen, ciertas posiciones se erijan como representativas del movimiento y ciertas figuras monopolicen el discurso público, a costa de sumir en el silencio, la ignorancia y la invisibilidad, a otros cuerpos, otras voces, otros nombres.
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El cuerpo de las trabajadoras sexuales está atravesado por una paradójica metáfora espacial y, por lo tanto, visual. Por un lado, las medidas implementadas desde el Estado nacional, como el decreto que prohÃbe la oferta de avisos sexuales, las borra de los medios de comunicación, de la visión pública, lo que implica una polÃtica de invisibilidad. Y por otro lado, las leyes contra la trata aprobadas en algunas provincias, que justifican allanamientos a prostÃbulos y departamentos autogestionados por trabajadoras sexuales autónomas, las arrojan a la calle, a una extrema visibilidad que las expone a la policÃa cotidianamente, a la vigilancia moral de lxs vecinxs y al abuso de los fiolos. En ambas situaciones, la sistemática impugnación de sus voces mediante la resistencia a ser escuchadas o subestimadas y despreciadas en sus opiniones, las silencia como sujetos polÃticos.
Como lesbianas esta batalla nos involucra y nos convoca, como mÃnimo, por dos motivos: porque bien sabemos lo que significa la negación de la identidad autopercibida y el acallamiento de nuestras voces, y porque con estas polÃticas que se llevan adelante contra el trabajo sexual so pretexto de combatir la trata, imponen normas que regulan lo que podemos y no podemos hacer con nuestros cuerpos, lo admisible y lo inaceptable, lo legÃtimo y lo ilegÃtimo. Por lo tanto, es una batalla que nos involucra a todxs, por más que pensemos que no nos afecta. El boicot al sexo reproductivo que implican el aborto y tener sexo por dinero son prácticas que continúan penalizadas para las mujeres, convertidas en delito (aunque la prostitución no lo sea en nuestro paÃs, y sà lo es el proxenetismo) a través del Código Penal, los códigos contravencionales o la moral hegemónica.
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Las trabajadoras sexuales están siendo criminalizadas y estigmatizadas, favoreciendo aún más la clandestinidad de su actividad, lo que acrecienta las condiciones para la trata. Estamos ante un momento histórico en el que es preciso defender los derechos de todas las personas vinculadas con el mercado del sexo, que contribuya a ampliar sus márgenes de decisión, libertad y autonomÃa. Para las que deciden ejercer el trabajo sexual: reconocimiento de su actividad como trabajo, reconocimiento de derechos en tanto que trabajadoras, estÃmulo de la sindicalización, y para las que lo viven mal: posibilidades de formación para desarrollar otro trabajo. Para las que son vÃctimas de trata, que son obligadas y coaccionadas: protección y persecución del delito, y desmantelamiento de las redes de complicidad institucional, policial y polÃtica.
Como activistas lesbianas feministas pro sexo no queremos el tutelaje del Estado ni de las instituciones ni del feminismo abolicionista para decidir sobre nuestros cuerpos. Lxs trabajadorxs sexuales –mujeres, trans, travestis, gays– son nuestrxs aliadxs y no nuestrxs enemigxs en la lucha por la autodeterminación sexual. Por eso apoyamos su demanda de reconocimiento del trabajo sexual como trabajo y exigimos que su voz sea escuchada.
En esta batalla el silencio no es una opción, es una toma de postura a favor de quien detenta la hegemonÃa, de quien va ganando la lucha, que son las polÃticas de persecución moral, policial, estatal y feminista hacia las trabajadoras sexuales.
La proclama completa está disponible en: http://potenciatortillera.blogspot.de/2013/08/activistas-varias.html
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