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Lunes, 16 de febrero de 2004
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RIVER APENAS EMPATO 2-2 CON CHICAGO EN SU ARRANQUE EN EL CLAUSURA

La banda todavía desafina

En el estreno del ciclo Astrada a nivel local, el equipo quedó en deuda desde lo futbolístico. Le sigue faltando un conductor, pero rindió una prueba de carácter al remontar dos veces el marcador. César González y Tilger anotaron los tantos de los de Madelón, mientras que Cavenaghi y Sand marcaron para los visitantes.

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cavenaghi se agazapa y convierte el 1-1. los goles d e river llegaron por via aerea.
POR DANIEL GUIÑAZU

Si el empate de River ante Chicago se mide desde las ilusiones que despierta el nuevo equipo de Leo Astrada, ahora que empezó el fútbol en serio, la tarde cerró con saldo negativo: apenas si se alcanzó un 2-2 contra el último del torneo Apertura y uno de los candidatos más serios a perder la categoría al final de la temporada. Pero si se evalúa que River estuvo dos veces abajo en el marcador, el balance adquiere un tono más tranquilizador: por lo menos, aprobó una prueba de carácter. Y, algo es algo, terminó empatando un partido que bien pudo haber perdido si el arquero De Olivera y César González no se hubieran chocado en el aire a diez minutos del final, dejándole a Sand una pelota lista para el gol.
River volvió a padecer del mismo mal que lo aquejó en su visita de la semana a Venezuela por la Copa: le faltó creatividad de tres cuartos de cancha en adelante. Ni Sambueza yendo y viniendo por la izquierda, ni Ludueña como enganche, ni Montenegro como asistente de Cavenaghi primero y enganche después, pudieron quebrar la ordenada marca zonal que Chicago propuso del medio hacia atrás. Germán Basualdo como volante más retrasado y San Esteban y César González saliendo desde el fondo, defendieron con acierto la espalda de los mediocampistas de Mataderos. Mientras Chicago eligió jugar de igual a igual en mitad de cancha, allí no hubo espacios para nadie y River quedó ahogado, suprimido, sin chances. Recién en la última media hora River encontró su lugar. Pero el partido ya no era el mismo: Chicago se había metido atrás para preservar el 2-1 a favor.
Un solo dato revela los problemas que tuvo River para generar juego a ras de piso: los dos goles llegaron por vía aérea. El primero en el primer tiempo por un cabezazo de Cavenaghi tras un centro de Juan Fernández desde la derecha. Y el segundo con otro pelotazo de Juan Fernández, esta vez desde la izquierda, que Sand mandó a la red luego del choque desafortunado entre De Olivera y César González. Chicago se puso 1-0 con un tiro libre recto de César González que pegó en Juan Fernández y descolocó a Costanzo y 2-1 con un precioso cabezazo de Tilger tras un centro de Elvio Martínez desde la derecha. Y sorprendió durante una hora de partido a River dando pelea bien arriba, en lugar de esperar y contraatacar. En el arranque de los dos tiempos, River no hizo (o no pudo, o no lo dejaron hacer) lo que Astrada recitó como credo personal durante toda la pretemporada: presionar con mucha gente en el campo contrario.
Chicago nunca perdió el orden. Siempre mantuvo su dibujo táctico de 4-3-1-2 y sólo lo varió cuando decidió el repliegue después del gol de Tilger. Astrada, en cambio, combinó números con suerte diversa. Empezó con el mismo esquema que Chicago. Después lo convirtió en un 3-4-1-2 con Cuevas por Ludueña y Montenegro como armador. Y terminó con tres arriba: Cuevas, Cavenaghi y Sand, que entró por Sambueza. En todos los casos, pasó lo mismo: faltó quien jugara e hiciera jugar, quien dictara los tiempos y los ritmos en medio del vendaval y la desesperación. A Ludueña le falta un golpe de horno para hacerse cargo. A Montenegro, carácter. La “10” de River le queda grande, inmensa.
Y esa es la dificultad, el mal mayor de River: no está el director de la orquesta. Y por si fuera poco, algunos músicos desafinan. Algo dejó en claro este empate con gusto a nada: el proyecto de Astrada todavía no salió a la cancha. Los triunfos de verano ante Boca sirvieron para recomponer la autoestima. Todo lo demás está por hacerse.

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