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Lunes, 12 de abril de 2004
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COLON, QUE SOLO CONSIGUE GOLES DE MOLINETE, FUE TIBIO RIVAL

River juega al metegol

Con dos tantos de Cavenaghi, uno de Luis González y otro de Ameli, que se retiró lesionado, el cuadro de Leo Astrada liquidó a Colón en el Monumental y quedó a un punto de Boca y Talleres, aunque los boquenses tienen un partido menos. En el Monumental no hubo equivalencias porque el cuadro santafesino mostró poco espíritu de lucha.

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Coudet saca el derechazo ante la presencia del colombiano Bedoya.
Ni el River lujoso y espectacular que bailó a Estudiantes y a Independiente, ni el River frágil y nervioso que perdió el rumbo con Banfield y con Quilmes. A mitad de camino entre ambos, este equipo de ayer le ganó muy bien a Colón, sin brillar, invirtiendo el orden natural de goles y merecimientos porque llegó un par de veces a la red y más tarde justificó la diferencia.
River no fue una maravilla, no armó jugadas deslumbrantes, pero terminó ganando con mucha autoridad, borrando a su rival de la cancha en el segundo tiempo y regulando energías tal como suele hacerlo Boca. El paralelo entre el cuadro de Bianchi en el encuentro de la semana contra Talleres y el de Astrada ayer, se puede ampliar con este dato: con el partido liquidado y con los tres cambios ya hechos, River se quedó con 10 por la salida de Ameli como lo había hecho Boca con la salida de Cagna la semana anterior.
En la previa, Leonardo Astrada elogió a los generadores de fútbol del rival –Hernández y Moreno y Fabianesi– y a los dos de punta, de quienes dijo que llegan poco pero definen bien, y Pacho Maturana declaró que sólo Boca está en condiciones de devolver ataque por ataque a River. El respeto mutuo tuvo correspondencia en la cancha en el arranque: el cuadro local manejaba la pelota ordenadamente sin desprender a los laterales y Colón, que se plantó con dos líneas de cuatro y Hernández preocupado por Coudet, sólo se animaba esporádicamente a cruzar con mucha gente la raya central.
River –que mostraba un poco más de ambición, pero poca potencia ofensiva– se puso en ventaja con un zurdazo de Ameli que estaba en el área rival porque había ido a buscar un centro en la jugada anterior y poquito después concretó el segundo en un pase atrás de Montenegro que conectó Luis González entrando libre por el medio. Lo curioso es que esas habían sido las únicas llegadas a fondo. Dos situaciones, dos goles. Hasta el final del primer tiempo, el partido se abrió. Crecieron las figuras de Luis González, Montenegro y Fuertes, dio algunas señales de vida Hernández y los dos arqueros tuvieron más trabajo, pero el 2 a 0 parcial quedó clavado.
En el segundo tiempo fue todo de River porque Colón se fue entregando mansamente de a poco y sólo se sostuvo con la firmeza de Ariel Pereyra en el fondo y el orgullo de Fuertes arriba. Sin urgencias, tranquilo, cómodo, River enfrió el juego bajo la suela de Ludueña, reemplazante de Gallardo, y lo liquidó con dos apariciones de Cavenaghi, que aprovechó los espacios que le dejaba un rival desprolijo y confundido, para armar una sociedad para el gol con Sand.
Entre los dos tantos de Cavenaghi, Fuertes hizo un gol-blooper que no gritó un poco por su pasado en River y otro poco por vergüenza (rechazó Juan Fernández, la pelota le pegó en el cuerpo y se metió por sobre la cabeza del sorprendido Costanzo), y que no modificó nada.
River hizo cuatro goles, sumó tres puntos, se acercó a Boca y a Talleres, pero sus hinchas, insaciables, quieren fiestas completas, como en la goleada a Independiente. Y a veces todo no se puede.

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