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Todo lo que pasó se resume en un minuto. A los cuarenta y cinco de un segundo tiempo electrizante, Ibarra amagó un centro más de los tantos que Boca despachó a lo largo de la tarde. Lucchetti se preparó para esperarlo y dio un paso al frente. Pero el lateral, que hacía rato que jugaba como volante y puntero derecho, despachó, con el revés de su botín diestro, un derechazo a la brasileña, con efecto extraordinario, que se metió pegado al travesaño y cayó como una bomba por el segundo palo. Boca pasaba a ganar 2-1, pese a tener nueve jugadores por las expulsiones del Cata Díaz e Insúa.
Pero no fue ésa la última emoción que deparó un partido que las tuvo casi todas. Mientras la cancha en su totalidad celebraba a los gritos la épica de la victoria, Banfield jugó su última carta para convertir en empate un partido que perdía pudiéndolo ganar. Sand encaró el área y, cuando salía Abbondanzieri, tocó corto. La pelota pegó en el palo derecho y salió dando piquecitos mientras el árbitro Gabriel Favale daba por terminado, en el mismo momento, el argumento de una historia que tuvo gran parte de los condimentos que hacen del fútbol un deporte único, y la Bombonera reventaba en un festejo loco, incomparable.
Así fue Boca-Banfield. Una emoción de ida y de vuelta. Ganó Boca porque es Boca y eso lo explica todo. Y perdió Banfield porque le temblaron las piernas ante la posibilidad de un triunfo que virtualmente hubiera liquidado las chances del equipo de Basile de pelear por el título. Por segundo partido consecutivo como local, a Boca le expulsaron dos jugadores: Daniel Díaz, por salvar con un manotazo sobre la línea un cabezazo al gol de Galeazzi (Romero estaba en posición adelantada en el arranque de la jugada). E Insúa, porque Favale supuso que había simulado un foul penal de Lucchetti (en realidad, Barraza lo cargó por la espalda y lo derribó). Pero Banfield no se dio por enterado de que tenía dos hombres de más, salvo cuando tomó conciencia de que había perdido un partido increíble.
No fue Banfield el único que desaprovechó sus oportunidades. En el primer tiempo, Boca también tuvo chances para definir con comodidad. La suerte estuvo del lado de Palermo cuando un zurdazo suyo se desvió en Barraza y se le metió por el lado contrario a Lucchetti. Pero no pudo rematar el partido. Dos pelotas de Insúa y Díaz dieron en el travesaño y Lu-
cchetti le tapó un mano a mano a Insúa, cuando Boca era más rápido y práctico, y Banfield daba batalla en la mitad de la cancha, pero no tenía fuerza para inquietar arriba.
Boca se desequilibró en el segundo tiempo después del gol de penal de Dátolo y la expulsión de Díaz. Como ante River, el equipo se lanzó a un ataque desbocado. Ibarra y Calvo fogonearon la reacción desde el fondo. Pero, por sus costados, Romero y Leiva encontraron una vía libre rumbo a Abbondanzieri. Gago pasó a jugar más cerca de Palacio y Palermo que de sus defensores. Pero, a sus espaldas, la zurda de Dátolo (Leeb se equivocó canjeándolo por Barijho) trazó rasgos distinguidos y movió a su equipo. Sobre todo después de la expulsión de Insúa, a Banfield le faltó aquello que le sobró a Boca: convicción de victoria. La gente lo captó en el acto y con su aliento estremecedor impulsó a Boca hacia la hazaña. Ya por entonces, Ibarra, con sus dientes apretados, su despliegue y su calidad, quitando abajo y llegando arriba, era la figura que levantaba a las tribunas en cada intervención. El golazo que hizo lo convirtió en algo más: en el héroe de una victoria conmovedora que nadie podrá olvidar.
| BOCA-2 Abbondanzieri -6 Ibarra -9 Silvestre -6 Díaz -5 Calvo -6 Ledesma -6- Gago -6 Bilos -5 Insúa -7 Palacio- 7 Palermo -6 DT: Basile | BANFIELD-1 Lucchetti -6 Barraza -5 Paletta -6 Sanguinetti -6 Galarza -5 Romero -7 Leiva -7 Santana- 5 Dátolo -7 Sand -6 Galeazzi -5 DT: Leeb |
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