Página/12 :: libero :: Central prefirió jugar y llenó de goles el clásico rosarino

Minutos antes del encuentro, Nery Pumpido especuló con la confirmación de la alineación de Newell’s y hasta llegó a sugerir la presencia de tres delanteros en cancha (hizo precalentar a Héctor Steinert a la vista de los periodistas) para sorprender a su par de Central. Y seguro que dejó incrédulo a Néstor Gorosito. Porque la planilla oficial que firmó el técnico tenía a los dos goleadores paraguayos más la presencia de 7 (sí, siete) defensores. Gorosito jugó su partido recién cuando Horacio Elizondo se llevó por primera vez el pito a la boca. Porque Central fue en busca de la victoria con decisión y prescindiendo de los desbordes tácticos que acusan quienes entienden el fútbol a partir del invicto de su arco propio. Y el saldo fue curioso: en un clásico donde lo que prevalece en las estadísticas es el empate, el que hizo voto por satisfacer la tendencia de los números sufrió cuatro goles y dos expulsados.

Claro que Central tomó recaudos. El primero de ellos fue defender la pelota. Y para eso, claro está, era imprescindible tenerla. Y la tuvo el local. Porque Newell’s desvalorizó la redonda y propuso acudir a las corridas de Cardozo y Salcedo para pensar en el campo rival.

El juego se abrió con Ojeda ganándole un mano a mano a Cardozo (pelotazo al área) y otro a Peralta. Pero no fue una premonición. Por el contrario, fue advertencia para los canallas, que tras disimular algunos yerros defensivos fueron en busca del clásico soñado.

Pero fue necesario un golpe de inspiración de Wanchope para despejar el camino. El costarricense recibió de espaldas, giró y lanzó un centro atrás que encontró a Coudet frente a Villar. Y el Chacho, con toque de derecha, marcó el primero.

Iban menos de 20 minutos y Newell’s se encontró ante una adversidad no contemplada: un gol en contra. Por eso no hubo respuesta en los rojinegros. Peor aún: los dirigidos por Pumpido seguían desparramados en su campo y sin saber qué hacer cuando la pelota caía en sus pies.

Como se jugaba en campo visitante, sucedió algo probable: que Central marcara el segundo. Y lo hizo Wanchope luego de que Villar no pudiera contener un derechazo de Coudet. Los dos goles de diferencia eran un objetivo inabordable para Newell’s. Más aún luego de que Cardozo definió desviado al tocar por sobre el cuerpo de Ojeda y Ruben se mandó una corrida de 50 metros para señalar, con disparo cruzado, el gol que le daba color de goleada al encuentro.

A pesar de los tres goles, parecía que la diferencia en el juego era mayor a la que sugería el marcador. Por eso el descuento de Araujo (se la bajó Cardozo de cabeza) tuvo sólo relevancia estadística. Tras algunos minutos de duda, el encuentro se encaminó al cierre lógico. Y en el tramo final aparecieron dos detalles que guardaban sólo los más exquisitos: una polémica y el gol de Kili González, quien junto al Chacho Coudet era el otro gran ídolo de los auriazules que estuvo en cancha.

Cardozo fue expulsado por insultar a Elizondo y posteriormente el juez mundialista le mostró la roja a Colace por cometerle a Ruben una falta inexistente dentro del área. González tomó la pelota y aseguró el cuarto. Su grito era lo único que le faltaba a la tarde.

Estadio: Central.

Arbitro: Horacio Elizondo.

Goles: 18m, Coudet (C); 35m, Wanchope (C); 45m, Ruben (C); 48m, Araujo (N), 79m, González (C), de penal.

Cambios: 46m, Arrieta (3) por Rivera (N); 49m, Colace por Bernardello (N), 63m, Encina por Coudet (C); 69m, Steinert por Araujo (N); 74m, Alemanno por Wanchope (C); 89m, Conca por González (C).

Incidencias: 70m, expulsado Cardozo (N); 75m, expulsado Colace (N).

NEWELL’S SALIO A CUIDARSE CON SIETE DEFENSORES

Central prefirió jugar y llenó de goles el clásico rosarino

La goleada 4-1 marcó la diferencia de actitudes. Mientras los rojinegros eligieron la cautela, los auriazules asumieron el protagonismo del partido y se fueron al descanso con una ventaja indescontable.