Después de la sequÃa de las últimas dos fechas (0-2 contra Newell’s y 0-1 con Lanús), Boca volvió a mojar y terminó cantando bajo la lluvia una victoria trabajosa, dura y difÃcil en un partido que se le complicó más de la cuenta, al menos mucho más de lo que parece indicar ese 3-1 final. Si se tiene en cuenta que hasta los 24 minutos del segundo tiempo el encuentro estaba cero a cero; que Huracán, sin mucha pimienta, habÃa manejado la pelota en varios pasajes; que las llegadas habÃan sido repartidas y que el resultado se ajustaba bastante a ese equilibrio del juego, se entenderá mejor la alegrÃa de Boca y la desilusión de su adversario.
Angel Cappa armó un esquema con paraguas y piloto para enfrentar a un equipo con un potencial claramente superior. Sacrificó a Nieto para meter más marca en el medio campo, con Esmerado dedicado casi con exclusividad a la marca de Riquelme cuando la pelota la tenÃa el rival, pero encargado de colaborar en la distribución cuando el balón estaba del otro lado. La premisa número 1 era que los de blanco se la dieran a los de blanco, porque la precisión está antes que la velocidad. Huracán, con su toque cansino, sorprendió un par de veces en el primer tiempo: El Maestrico González llegó solo ante una indecisión defensiva de Boca, pero no le puso tiza al botÃn, y De Federico se perfiló bien, pero definió mal después de una buena jugada individual.
Al 4-4-2 de Huracán Boca puso un 4-3-1-2 que en los papeles se convirtió en 4-2-2-2 porque Damián DÃaz no se convence con la idea de estacionarse sobre la izquierda y se movió a lo ancho de la cancha casi en lÃnea con Riquelme. DÃaz no jugó bien (hizo un par de cosas interesantes, sin embargo) y como a veces intenta un lujo de más es candidato al insulto fácil. Como Ezequiel González, como el Insúa de los primeros momentos en Boca.
DÃaz se quedó en el vestuario en el entretiempo y con Gaitán en la cancha Boca hizo mejor negocio. En realidad hay que combinar varios factores: la levantada de Riquelme, que se enchufó más; la amarilla a Esmerado, que apaciguó su marca; la regularidad de Mouche, que siguió generando inquietud en el fondo visitante; y el buen trabajo de los centrales de Boca, que abortaron varios intentos de los inquietantes rivales.
Mouche, Gaitán y Palermo se asociaron a los 25 minutos del segundo tiempo para concretar el gol que abrió la puerta de un ratito de fútbol electrizante. Mouche encaró por la derecha, amagó, gambeteó y cuando tuvo espacio cruzó el centro, Gaitán se abrió de piernas para que la pelota llegara libre hacia el otro lado y Palermo, debajo del arco, sólo tuvo que empujarla. Todo Huracán se fue encima del árbitro para reclamar por el offside, del mismo modo que antes habÃa protestado por un agarrón de Morel RodrÃguez a Pastore en un vértice, dentro del área. El penal habÃa sido claro; el offside, no.
El gol abrió todo. Huracán, como es lógico, perdió la prolijidad y se fue con todo sobre Abbondanzieri, pero eso despejó varios callejones en la contra hacia Monzón. El que pareció el golpe de nocaut lo dio Figueroa (reemplazante de Palermo), definiendo muy bien tras un pase exacto de Riquelme; pero habÃa más. Bajo la lluvia y con la gente enfervorizada, descontó Eduardo DomÃnguez y cuando algunos empezaban a inundarse de miedo, Riquelme inició otra contra, tocó Morel, se arrojó al piso Krupoviesa y Figueroa llegó para empujar la pelota debajo del arco y establecer el fin de la sequÃa. De lo que no puede hablarse con certeza es de la recuperación de Boca. Para eso tendrá que jugar mucho mejor de lo que lo hizo ayer.

Estadio: Boca.
Arbitro: Pablo Lunati.
Goles: 69m, Palermo (B); 83m y 88m, Figueroa (B); 86m, E. DomÃnguez (H).
Cambios: 46m, Gaitán (6) por DÃaz (B); 77m, Figueroa por Palermo (B); 79m, Medina por Toranzo (H); 83m, Krupoviesa por Gaitán (B).
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