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Lunes, 4 de noviembre de 2002
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ESTEBAN FUERTES MARCO EL UNICO TANTO DEL PARTIDO

El acierto de River fue más que la frescura santa

El equipo de Núñez llegó al Bajo Flores con una pesada mochila: levantar la derrota contra Boca y aprovechar el empate de Independiente. Sólo el gol de Fuertes marcó la diferencia contra un equipo de juveniles que jugó con mucha desenvoltura y mereció mejor suerte.

Por Adrián De Benedictis
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Fuertes acaba de convertir el gol del triunfo de rivere inicia la carrera del festejo.
Cuando la aspiración de repetir la consagración parecía guardada para el año que viene, ahora River volvió a ubicarse en una posición expectante, a pesar de que su nivel de juego no se emparienta con la de un equipo que busca cosas relevantes. El mayor compromiso del equipo para el partido ante San Lorenzo pasaba por saber cuál sería su reacción, tanto anímica como futbolística, luego del duro golpe sufrido ante Boca la semana pasada. Al mismo tiempo, el equipo arribaba con la posibilidad de descontarle puntos al líder Independiente, y así continuar con alguna esperanza en este torneo Apertura. Pero cuando muchos pensaban que esta versión de los locales sería un sencillo trámite para el defensor del título, las condiciones técnicas, la enorme voluntad, la intención de buscar el traslado rápido de la pelota y el esfuerzo desplegado ante cada acción, dejaron la sensación de que el futuro de San Lorenzo está asegurado.
A pesar de las palabras del entrenador de River, Manuel Pellegrini, durante la semana, cuando reveló que el campeonato local no era el objetivo deseado, el plantel se encontraba con la oportunidad de recuperarse de dos derrotas consecutivas, con siete goles incluidos, ante un conjunto juvenil de San Lorenzo, porque el entrenador Rubén Insua reservó a sus principales protagonistas para visitar mañana al Bolívar de Bolivia, por una de las semifinales de la Copa Sudamericana. Por ello, Pellegrini (enfrentó por primera vez a su ex equipo) sorprendió al decidir dos cambios –los otros dos fueron obligados por lesiones– tácticos: Zapata y Cavenaghi les dejaron sus lugares a Guillermo Pereyra y a Cuevas, respectivamente.
Sin embargo, la atracción en el Bajo Flores se la llevaron dos juveniles locales. Hernán Mattiuzzo, de 18 años, un lateral-volante por la izquierda con un gran manejo del balón, y que ayer recuperó muchas pelotas para luego desbordar hasta el fondo, y buscar a un compañero en el área rival. El otro que integró por primera vez como titular el equipo de Primera fue el delantero Damián Luna, de 17 años, que exhibió mucha rapidez y desequilibrio ante la lentitud de los defensores de River. Luna buscó tanto por derecha como por izquierda, y estuvo muy cerca de convertir en el segundo tiempo: a los 28 minutos arrancó casi en la mitad de la cancha y cuando estaba por entrar al área, definió por arriba. Estas nuevas caras del equipo de Rubén Insua hicieron reaparecer el “vamos, vamos los pibes...” que entonaron los hinchas del plantel de Boedo.
River estuvo cerca de ponerse rápidamente en ventaja, pero Saja le contuvo el penal a D’Alessandro a los cuatro minutos, por una falta de Leandro Alvarez sobre Cuevas. A partir de ahí, San Lorenzo fue el que tuvo las mejores opciones, pero la falta de serenidad en el último toque lo terminó perjudicando. Para colmo, Fuertes marcó el único tanto sobre el final de esa etapa, luego de una buena jugada de Cuevas por izquierda, que combinó en el camino con D’Alessandro.
En el segundo tiempo, San Lorenzo se adelantó más en el campo, y River intentaba explotar la velocidad de sus delanteros. Frutos tuvo el empate, pero definió afuera desde un ángulo muy cerrado. El mismo Frutos tampoco pudo vencer a Comizzo con un cabezazo, y luego también falló con un tiro de espaldas al arco. En esa ráfaga local, Luna intentó picando la pelota por arriba del arquero, y luego perdió ante la presencia de Comizzo. La más clara la iba a tener Astudillo, pero Garcé salvó su remate en la línea. River se acercaba a Independiente en medio del desorden y del desconcierto, mientras San Lorenzo sonreía por tanta frescura de niño.

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