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Lunes, 25 de enero de 2010
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Carlos Bianchi renunci贸 a su cargo de manager en Boca

Dijo chau, sin felicidades

Cuestionado por parte de la dirigencia, y sin deseos de hacerse cargo de la direcci贸n t茅cnica del equipo, decidi贸 alejarse, aunque ayer vio el supercl谩sico en Mendoza junto al presidente Ameal. Un final sin brillos ni gracias.

Por Facundo Mart铆nez
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La historia de Carlos Bianchi en Boca tiene por ahora tres etapas. Las primeras dos son sus exitosos ciclos como entrenador del club, en los que cosech贸 nada menos que nueve t铆tulos, con hitos como el bicampeonato local en el 鈥98/鈥99, y tras 22 a帽os de sequ铆a el bicampeonato de las Copas Libertadores 2000 y 2001, la racha de 40 partidos invicto, y las Intercontinentales ganadas ante Real Madrid, en 2000, y Milan, en 2003, entre otros. Esa cosecha lo convirti贸 en el t茅cnico m谩s ganador de la historia del club y, sumando los seis campeonatos con V茅lez, en el m谩s ganador de la historia del f煤tbol argentino. En contraste, su tercera etapa, ya como manager, lejos de ser un sue帽o, result贸 una pesadilla, y concluy贸 ayer con su renuncia. No acept贸 las presiones de la dirigencia, que quer铆a imponerle que agarrara ahora el cargo que dej贸 vacante Alfio Basile, y decidi贸 dejar el cargo con el que a lo largo de un a帽o sum贸 m谩s cr铆ticas que elogios.

Cuando a comienzos de 2009 el presidente de Boca, Jorge Amor Ameal, lo convoc贸 para esa nueva funci贸n, quiz谩 ten铆a en mente otra cosa. El entrenador era Carlos Ischia, precisamente el ex ayudante de campo de Bianchi, quien hab铆a agarrado la batuta de la mano del fallecido presidente de Boca, Pedro Pompilio. Tras la obtenci贸n a los ponchazos del torneo Apertura 鈥08, que logr贸 tras una definici贸n infartante en el triangular del que participaron tambi茅n Tigre y San Lorenzo, Ischia no contaba con todo el apoyo de los dirigentes.

Ameal, quien asumi贸 la presidencia tras la muerte de Pompilio, busc贸 con la convocatoria de Bianchi un aliado de peso, un indiscutido. Todos lo quer铆an a Bianchi como entrenador, pero el DT lo aclar贸 de entrada: aceptaba el cargo, pero neg谩ndose a tomar las riendas del equipo detr谩s de su amigo Ischia. Pero ni siquiera esa cl谩usula impidi贸 que Ischia se sintiera amenazado por la presencia de Bianchi, tan cerca. La larga amistad se resinti贸 notoriamente.

Tampoco fue aceptada su figura como manager por varios dirigentes, como Juan Carlos Crespi y Jos茅 Beraldi, quienes eran los encargados de manejar el departamento de f煤tbol del club y se vieron desplazados por el Virrey. Entonces gan贸 terreno un dirigente de segunda l铆nea, Marcelo London, quien de la mano de Bianchi se convirti贸 en vicepresidente del departamento de f煤tbol y por eso fue un aliado incondicional del ex entrenador.

La crisis dirigencial se hizo presente. A diferencia de lo que ocurr铆a durante las presidencias de Macri, las internas entre dirigentes ocuparon el primer plano. Con Macri, 茅stas hab铆an sido aplacadas, porque el ahora jefe de gobierno mandaba y todos los dem谩s obedec铆an, y a quienes no aceptaban sus directivas, como el hist贸rico dirigente Roberto Dig贸n, directa y arbitrariamente se los apartaba.

En este contexto, Bianchi no se sinti贸 acompa帽ado en su funci贸n por buena parte de la dirigencia. Y, para colmo, recibi贸 ataques desde todos los flancos por el alto monto de su contrato, 1,7 mill贸n de d贸lares anuales, cifra que en junio de 2009, tras su negativa de asumir luego de la renuncia forzada de Ischia, y con intenciones de marcar el terreno ante las renovaciones de contratos de futbolistas que se ven铆a, el propio Bianchi decidi贸 reducir a la mitad. 鈥淓l contrato de Bianchi es car铆simo鈥, dispar贸 Macri, molesto y disconforme por las 鈥渁mplias facultades鈥 que Ameal le hab铆a otorgado al Virrey.

Inmerso en esta batalla, Bianchi no pudo cumplir sus objetivos. Incluso la intromisi贸n de su hijo Mauro, devenido represente de jugadores, en algunas de las operaciones termin贸 jug谩ndole en contra y hasta lo puso entre las cuerdas, al punto de que lleg贸 a ser amenazado y acusado de robar jugadores por el socio caracterizado Omar Buchacra, cercano a la Doce y a los hombres de Macri en el club.

Pero no fueron los esc谩ndalos 鈥揷omo el caso Caranta鈥, ni los refuerzos 鈥搎ue no estuvieron a la altura de las circunstancias鈥, los que terminaron de colmar la paciencia de Bianchi. Fue la denominada mesa chica de Boca, la que componen Ameal, Crespi, Beraldi, Marcelo London y Horacio Palmieri, y el secretario general del club, R贸mulo Zemborain, la que precipit贸 la renuncia del manager. Los dirigentes viajaron a Mendoza para exigirle a Bianchi que retome las riendas del equipo. Las opciones eran dos: o tomaba el cargo o, sin m谩s apoyo dirigencial, se iba. Bianchi, a quien no le gustan los aprietes, eligi贸 la segunda y entonces dijo: 鈥淐hau, felicidades鈥.

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