El muchachito de la pelÃcula, el que se llevó todos los aplausos, fue Andrés Silvera. Los hinchas de Independiente corearon su nombre antes del inicio, se enloquecieron cuando cortó una pelota a un rival arrojándose a los pies (un sÃmbolo de lo pobre que era el partido); lo ovacionaron cuando empujó la pelota a la red y se pararon para saludarlo cuando el Tolo Gallego le rindió un pequeño homenaje, reemplazándolo un ratito antes del final.
En el repaso de los 90 minutos la estatuilla reservada al mejor actor del partido debe ser para el arquero Gabbarini, que ahogó tres o cuatro veces el grito de gol que River mereció en el primer tiempo. Su segundo perÃodo fue un poco más descansado, nada que ver con el primero en el que no habÃa tenido respiro. Un impensado colaborador del arquero de los rojos fue el juez de lÃnea Roberto Reta, que levantó varias veces la banderita en ataques de fondo (un par de ellas equivocadamente) y levantó otras tantas veces la ira del cuerpo técnico, los jugadores y los hinchas de River.
Gabbarini fue el mejor futbolista del partido y el secreto que explica la victoria de los rojos puede empezar a rastrearse por ahÃ. La búsqueda se agotará bastante rápido en los méritos del equipo local y se extenderá mucho más cuando se piense en el presente del rival.
River es un equipo con primeras figuras en decadencia, una buena cantidad de actores de reparto, algunas promesas a las que se les exige demasiado y un técnico que no termina de compaginar nada. De vez en cuando sale una buena (como la inmerecida victoria ante San Lorenzo), pero los efectos anÃmicos especiales que produce una victoria se diluyen hasta dejar al desnudo la pobreza de recursos.
River jugó mejor en el perÃodo inicial, pero no pudo, no supo y no lo dejaron definir. Y en el primer ataque profundo del rival lo embocaron y ya no tuvo más reacción. Los hinchas tampoco, al punto que en el segundo tiempo no alentaron más y sólo cantaron contra Abelairas y contra el estadio en el que se jugaba el partido.
Independiente no es un equipazo y aparentemente no está en vÃas de conseguirlo, pero es un equipo gasolero. Tiene un buen arquero y tiene una defensa que se va solidificando con el correr de los partidos, porque los cuatro de atrás tienen el respaldo de volantes que achican posiciones y corren muchÃsimo. Le hicieron sólo seis goles en ocho partidos y convirtió diez, porque las situaciones de gol y las conversiones le rinden mucho. Contra River casi no habÃa llegado hasta los 40 minutos del primer tiempo, hasta en el momento en que Acevedo metió un pase a lo Riquelme, en profundidad, y Gandin quedó cara a cara con Vega y metió derechazo abajo, cerca del palo derecho.
El segundo gol también fue lindo. Una jugada bien elaborada sobre el lateral que continuó con una pared perfecta (¿por qué casi no se tiran más paredes en el fútbol argentino?) entre Piatti y Busse, quien llegó al fondo, levantó la cabeza y la tiró para atrás, justita, redondita para que Silvera la empujara a la red.
Desde ese momento (faltaba media hora) no hubo más partido porque el Tolo Gallego hizo cambios defensivos, Astrada tiró manotazos de ahogado y la pelota quedó encerrada en el medio a la espera del final.
El suspenso por el resultado se acabó pronto y en el final los locales se sintieron el paÃs de las maravillas.
Estadio: Independiente.
Arbitro: Sergio Pezzotta.
Goles: 40m, GandÃn (I); 60m, Silvera (I).
Cambios: 61m, Gallardo por M. DÃaz (R); 66m, Vittor por Busse (I); 68m, Villalva por Rojas (R); 71m, L. Núñez por GandÃn (I); 76m, F. González por Silvera (I); 83m, Pereyra por Abelairas (R).
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