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Lunes, 22 de noviembre de 2010
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Boca superó 2-1 a Arsenal en un partido de gran intensidad emocional

Chávez, el comandante de la victoria

Al volante, que la hizo de goma, lo siguieron el pibe Araujo, que marcó un golazo; Palermo, que volvió; y la gente que gritó como nunca. Junto a Arsenal, que fue siempre al frente, colorearon una tarde de fútbol en la Bombonera.

Por Juan José Panno
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El pibe Sergio Araujo armó una jugada sensacional para abrir el marcador.

Boca viene de perder con River. Juega como el traste. Está más cerca de la cola que de la punta. Riquelme, lesionado, no juega. Son demasiadas razones para esperar un estadio semidesierto, un público frío, indiferente. Pasa en las mejores familias. Pero con Boca todo es distinto. Y entonces sucede en la nochecita del domingo que en las plateas hay algunos claros, pero en las tribunas no. Y los de la bandeja del medio cantan aquello “de la hinchada que tiene aguante” y que “nunca te va a abandonar”, los otros se suman y el paisaje de la Bombonera es casi el mismo al de los tiempos de Bianchi cuando se ganaba todo.

La gente hizo su aporte, los jugadores dejaron el alma y entre todos lograron vencer a Arsenal, en una parada chiva que tuvo momentos muy complicados y en la que se pudo haber perdido.

Lo de la gente suele presentar coincidencias muy significativas. Con el partido 1-1 y después de que la pelota oliera tres veces la red de García en una misma jugada de cabezazos encadenados, el público jugó su rol, redobló el aliento y empujó al partido hacia el arco de Campestrini, hacia un rebote afortunado, hacia la zurda de Palermo que a corta distancia no se equivocó.

Más allá de Palermo y de la gente, las claves del partido fueron la buena actuación de Cristian Chávez y la entrada en escena del pibe Sergio Ezequiel Araujo, quien reemplazó al lesionado Viatri y en la primera jugada en la que consiguió un poquito de espacio quebró la cintura a lo Rojitas, desparramó a media defensa de Arsenal, se acomodó y, cuando la vio bien, metió el derechazo violento que no le dejó ninguna chance a Campestrini.

Chávez jugó como para reiterar que tiene condiciones de ocupar el lugar de Riquelme. Suelto en tres cuartos de cancha, encontró siempre la manera de recibir libre, jugó todas redonditas, metió un par de pases de gol y casi mete uno con un potente remate de media distancia que tapó Campestrini. Algunos de los mejores momentos del partido se dieron en los momentos en que se conectaron Araujo y Chávez.

Lo más importante de Chávez es que tuvo continuidad en los 90 minutos. La incógnita se da respecto de la continuidad que consiga de aquí en más, y que su actuación fulgurante no se quede en un hecho aislado, como ocurrió otras veces. Araujo, hábil, buen manejo con las dos piernas, les dio frescura a los intentos de su equipo.

Todo lo que Boca es capaz de construir de la mitad de la cancha en adelante, es capaz de echarlo abajo en su defensa, que no se puede desprender del mote de “colador”, independientemente de las conquistas que consiga su adversario. Arsenal hizo un gol (cabezazo de Lisandro López, abajo contra un palo, menos difícil que el de Maidana del martes pasado), hubo un tiro de Obolo en el palo, una situación increíblemente desaprovechada por Alustiza y varios revolcones de Javier García, que no transmitió tanta seguridad como contra River.

Boca ganó merecidamente, con esfuerzo. Y lo celebró como si hubiese vencido al Arsenal, el de Londres.


Estadio: Boca.

Arbitro: Pablo Lunati.

Goles: 27m, Araujo (B); 48m, López (A); 75m, Palermo (B).

Cambios: 21m, Araujo (8) por Viatri (B); 63m, Ortiz por González y Choy por Alustiza (A); 71m, Escudero por Giménez (B); 76m, Monzón por Cellay (B); 79m, Silva por Leiva (A).

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