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Lunes, 3 de octubre de 2011
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BOCA DERROTO 1-0 A TIGRE EN LA BOMBONERA Y SIGUE AFIRMADO EN LA PUNTA

Hizo el gol y le escondió la pelota

Después del zapatazo de Rivero que pegó en Castaño y se metió adentro, el equipo de Falcioni controló el partido en toda la cancha. Para liquidarlo le faltó destreza en los últimos metros, donde no pesaron Mouche ni Viatri.

Por Matías Quercia
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Viatri, de mala tarde en la Bombonera, domina la pelota ante la presión de Blengio.

Con una ya habitual sólida defensa y un mediocampo paciente para manejar la pelota, Boca venció 1-0 a Tigre en la Bombonera y de esa manera estiró la ventaja con sus perseguidores en lo más alto del Apertura, pues alcanzó los 24 puntos y continúa a cinco de distancia de Rafaela, su único escolta. El gol de Castaño en contra cuando comenzaba el encuentro fue suficiente para que el equipo local se quede con el triunfo.

Es que el elenco que conduce Julio Falcioni se conoce superior y entiende cuáles son sus virtudes para superar al adversario. Por eso no extrañó que, pese a un inicio trabado en el que el visitante tuvo un buen desempeño, con la ventaja Boca se hiciera dueño de las acciones. Si bien el planteo que le propuso Rodolfo Arruabarrena le generó inconvenientes en el primer tramo del partido, el gol modificó el panorama. Hasta los 13 minutos, con la fortaleza de Román Martínez desde el círculo central y el entusiasmo de Diego Morales, Tigre insinuó más, pero no lo plasmó en el resultado.

La habilitación de Riquelme a Rivero, que remató cruzado y encontró el pie de Castaño para que la pelota finalizara su recorrido en la red, trastrocó el orden que había diseñado el equipo de Victoria. Un cuarto de hora duraron apenas las buenas intenciones de Tigre porque, luego de inclinar el marcador, Boca sacó a relucir su dominio, que hace que parezca imposible convertirle. Precisamente esa ventaja calmó la ansiedad del local, que luego presionó con suficiencia en el mediocampo y le quitó precisión al rival.

Con un Erbes que reemplazó en gran forma al suspendido Somoza y fue sencillo para hallar siempre el pase justo; con un Riquelme paciente e inteligente para guardar la pelota bajo su botín cuando su equipo más lo necesitaba; con un Rivero de permanente recorrido por la banda derecha al saber que Tigre había optado por ajustar las marcas sobre el otro costado, donde Clemente Rodríguez estuvo más obstaculizado; con una dupla central conformada por Schiavi e Insaurralde que entendió a la perfección cuándo salir jugando y cuándo reventar la pelota. Con todas esas aristas se edificó el triunfo de un Boca compacto y efectivo que no le dio chances a la visita para poner en peligro el arco defendido por Orion.

La única más o menos clara para Tigre estuvo en los pies de Echeverría, pero éste no supo aprovechar una mala salida del arquero al inicio del complemento.

El ideal resulta complicado de conseguir y por eso, pese al papel destacado en la estructura, Boca no contó con un ataque punzante. Y allí radica la explicación de por qué no aumentó la cuenta. Es que Viatri tuvo poco contacto con la pelota y Mouche cayó invariablemente en la gambeta individual, que dificultó toda la simpleza que el plantel diseñaba en las otras líneas. Las opciones más claras fueron producto de la pegada de Riquelme, que en un par de oportunidades probó los reflejos de su amigo Javier García y el arquero respondió bien.

Pero la falta de contundencia a Boca poco le importó. Sus principales virtudes están en el fondo. Con apenas dos goles en contra en diez partidos, ya estiró su invicto a 20 encuentros y marcha firme en la cima del torneo.

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