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Lunes, 19 de diciembre de 2011
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Opinión

La superación de la especie futbolística

Por Pablo Vignone
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Vencido amargamente por la impotencia, Muricy Ramalho, el técnico del Santos, subraya el efecto anestesiante de la táctica empleada por el Barcelona para ganar la final del Mundial de Clubes. Un 3-7-0 que, por ahí, pretende objetar la ausencia de delanteros en un partido de la importancia de éste. “En Brasil sería un sacrilegio”, asegura. Guardiola, el técnico más sacapuntos del que se tenga memoria, asiente, sugiere que la de Dani Alves es la única posición mentirosa en ese 3-7-0 (“fue el mejor delantero que tuvimos”) y se calla. La verdad se sabe más tarde: la clave ha sido el ingreso de Thiago Alcántara, en sustitución –presuntamente defensiva– de Pedro Rodríguez, decidido por Guardiola. Volante por delantero, para conservar la posesión de la pelota y evitar que la tuviera, que la usara, que la disfrutara Neymar. Y la tuvo nomás el Barcelona: el 71 por ciento de la posesión les correspondió a los ejecutantes de camiseta azulgrana. Este Barcelona tan cerca del ideal de no verse en la obligación de recuperar la pelota porque nunca, nunca la pierde. Neymar sólo la tocó en 23 ocasiones durante el partido; Messi, en 104. Messi, por supuesto, es delantero, y Guardiola lo puso desde el arranque, así que la observación de Muricy no es del todo certera. Pero venía de la paliza más fenomenal que un equipo brasileño ha sufrido en el plano internacional en los últimos años, de manera que es comprensible. Barcelona tiene futbolistas obedientes con las órdenes del entrenador, pero –fundamentalmente– tiene jugadores que juegan, y con ellos el equipo se mueve con ínfulas de ballet, de allí la justicia del aplauso. La posesión es tan determinante como la distribución en el campo, equilibrada e impecable, perfecta. Desde esa ocupación de los espacios se controlan todos los resortes del juego. Incluido el reloj. Se puede perder, pero resulta infrecuente. Pero se gana, porque el Barça representa la superación de la especie futbolística. Y los legítimos hinchas disfrutan de eso.

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