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Lunes, 20 de mayo de 2013
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Cómo Ramón Díaz logra mandar el juego a segundo plano

Mucha lengua a la vinagreta

Al técnico de River le encanta el folklore del fútbol y lo estimula con sus declaraciones, pero a veces se le vuelven en contra. Ayer, ante Unión, su equipo empató sobre la hora, pero se perdió una chance clara de acercarse a la punta.

Por Juan José Panno
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Saltan Funes Mori y Mora, los autores de los dos goles de River.

Ramón Angel Díaz siempre se las arregla para aumentar el amor de los que lo idolatran, suministrar un poco de veneno a los que lo odian y llamar la atención de los neutrales. Ayer en Santa Fe fue nuevamente expulsado y otra vez abrió la boca para disparar contra un árbitro. Dijo que Diego Ceballos es un desastre, que no tiene categoría para dirigir en Primera y se quejó, un poco avinagrado, de que no lo dejan protestar: “No dije nada, sólo reclamé una mano, ni eso se puede hacer”. El reclamo lo había hecho a los gritos, gesticulando como para que todos lo vieran, y se sumaba a más protestas lanzadas en otros momentos del partido. ¿Tuvo alguna responsabilidad Ceballos en el empate que complicó las posibilidades de River en el campeonato? Decididamente no. Estuvo muy bien en la sanción del penal (Vangioni le metió un manotazo en pleno rostro a Alemán), estuvo correcto en la expulsión de González Pírez (visible agarrón en la segunda amarilla) y si bien cometió algunos errores, el mayor de ellos fue no sancionar un penal que le cometieron a Correa en el primer tiempo.

En Santa Fe, en la previa habían pataleado por la designación de Ceballos, que había perjudicado a los tatengues dos semanas atrás en San Juan. Si a alguien puede echarle la culpa de que no ganaron, el locuaz Ramón debería apuntar para el lado del arquero local Alejandro Limia, quien realizó algunas atajadas notables, y a los delanteros de su propio equipo, que no supieron resolver situaciones favorables. En la lista de las atajadas de Limia hay que darle un lugar especial al tiro que le desvió a Lanzini (la pelota luego dio en el travesaño), y otros que le detuvo al Chino Luna. En la lista de los goles y situaciones perdidas, el primer lugar debe ser para el Chino Luna, quien entró en el segundo tiempo en reemplazo de Sánchez y malogró por lo menos un par de chances muy buenas.

En el segundo tiempo, y muy especialmente en el último tramo del encuentro, los de la Banda hicieron méritos como para convertir al menos un par de goles más, pero esto es tan cierto como que en la primera etapa Unión había sido mucho más que ese 2-1 parcial. La atajada de Barovero en el penal ejecutado por Franzoia había evitado que se liquidara la cuestión.

El Pelado Díaz castigó a Ceballos como lo había hecho en el Superclásico contra Delfino. Tal vez por su cabeza se cruce la posibilidad de que sus declaraciones hagan que en los próximos partidos los árbitros favorezcan a River con tal de no tener que padecer sus críticas. Y no considera el doble filo, ni el efecto que pueden producir en los otros sus palabras. Después del Superclásico dijo públicamente que lamentaba que River no le hubiera podido ganar “al peor Boca de la historia”. Tras la victoria ante Corinthians en Brasil, Walter Erviti le dedicó el triunfo a Ramón, “que siempre está pendiente de nosotros”. Cuando le preguntaron a qué Ramón se refería, dijo que era su padre y sonrió maliciosamente. El Pelado acusó recibo después y saludó la humorada.

Cuando declaró aquello de “el peor Boca de la historia”, el que debe haberse alegrado más que nadie fue Carlos Bianchi. El antecedente es lo ocurrido en 2000, cuando Boca enfrentó a Palmeiras en la final de la Copa Libertadores de América. Luego del 2-2 en la cancha de Boca, el técnico del equipo brasileño, Luiz Felipe Scolari, declaró que se sentían campeones después del resultado alcanzado en el partido de ida. Bianchi hizo –directamente él lo hizo– cincuenta fotocopias con las declaraciones de Scolari y las pegó en el vestuario antes del partido para motivar a sus futbolistas. El partido terminó empatado, fueron a penales y Boca se consagró campeón.

Uno se imagina entonces que cuando el entrenador de Boca se enteró de lo que había dicho Ramón Díaz respecto de Boca, algo parecido a lo de las fotocopias del Palmeiras debe haber hecho. El DT de River no le erró mucho en el diagnóstico y los jugadores de Boca lo saben muy bien, pero se deben haber sentido muy tocados en su orgullo. Y esto explica también las declaraciones de Erviti, a la finalización del encuentro ante Corinthians.

Las declaraciones contra los árbitros, las señas a la hinchada de Boca diciendo que no era de la B, las chicanas como las de los chupetines regalados a los pibes de Boca, quedan a mitad de camino entre la búsqueda de nuevos temas que incrementen el folklore y la búsqueda de un estímulo a sus dirigidos. Pero a veces se le vuelven en contra.

Lo que sí logra Ramón Díaz es captar la atención y mandar al fútbol propiamente dicho al segundo plano.


Estadio: Unión.

Arbitro: Diego Ceballos.

Goles: 25m, Franzoia (U); 34m, Cavallaro (U); 36m, Funes Mori (R); 84m, Mora (R).

Cambios: 46m, Luna (4) por Sánchez (R); 52m, Acevedo (5) por Cirigliano (R); 69m, Mora por Iturbe (R); 70m, Galván por Sarmiento (U); 75m, Galligo por Alemán (U); 85m, Zurbriggen por Cosaro (U).

Incidencias: 41m, Barovero (R) le atajó un penal a Franzoia; 90m, expulsado González Pírez.

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