Cuando el sufrimiento es largo, la explosión de felicidad suele ser más grande si el desenlace es el esperado. Con mucho dramatismo se vivió ayer el partido que Boca pudo ganarle finalmente a Tigre, y como la consecuencia fue la ubicación del equipo a sólo dos puntos del lÃder, la expectativa continúa agigantándose. A pesar de que no transmite sÃntomas futbolÃsticos saludables, el Ãmpetu de algunos jugadores sirvió para provocar un verdadero estallido en el escenario que minutos antes sólo expulsaba reproches y fastidio.
Uno de esos hombres fue precisamente el que convirtió el gol que desató la locura: Daniel DÃaz. El defensor se elevó en el área cuando se jugaban 46 minutos del segundo tiempo, impactó con la cabeza la pelota lanzada por Riquelme, y la ubicó al lado del palo ante la mirada del arquero. El delirio fue total. Boca necesitaba dar una muestra de carácter para seguir con posibilidades, y la conseguÃa recién en la agonÃa.
El contenido de lo que habÃa sucedido antes fue poco claro y sin convicción. El local fue el que intentó tener siempre la iniciativa, con la dupla que integraron Riquelme y Paredes, pero no terminaba de ejercer supremacÃa ante un adversario que sólo se preocupó por estar bien agrupado atrás y avanzar por la vÃa del contraataque. El inconveniente era que Paredes le quitaba protagonismo al propio capitán, y el chico no tomaba las decisiones correctas en la finalización de las jugadas.
A Riquelme se lo observaba demasiado estático, y Paredes recibÃa más la pelota corriéndose hacia los costados. Sin embargo, el juvenil mostraba un ritmo cansino y eso provocaba la desesperación de sus hinchas, ya que el equipo estaba perdiendo por un gol en contra de Claudio Pérez, quien intentó despejar un centro de Leone y terminó introduciendo la pelota en su propio arco.
Boca tuvo tres chances claras para llegar al empate al final del primer tiempo, pero las respuestas de GarcÃa fueron excelentes. Y si Tigre se refugiaba cuando estaba completo, eso se intensificó en el momento en que se fue expulsado Pérez GarcÃa. El volante era el único que podÃa ofrecer algo distinto en el visitante, y asà Boca eliminó uno de sus problemas.
A los jugadores locales les costaba entender que la manera de romper ese cerco defensivo era desbordando por los laterales, o tocar la pelota de primera ingresando por el centro. El técnico Carlos Bianchi mandó a la cancha a Cángele, Blandi y Riaño, tratando de provocar el desequilibrio ofensivo. Los centros al área de Tigre eran muy previsibles y todo se repetÃa.
La otra vÃa posible era el remate de media distancia, algo que nadie intentaba. Pero el que se dio cuenta de ello fue Riquelme, y en una acción detenida habilitó al chico Paredes, quien remató como venÃa desde afuera del área y marcó el empate ubicando la pelota al lado del palo derecho de GarcÃa, quien estaba tapado por la gran cantidad de jugadores que se encontraba en el área.
El gol de Paredes llegó a los 39 minutos de la segunda parte, y el tiempo le jugaba en contra a Boca. La sapiencia de Riquelme apareció una vez más en tiempo de descuento, para colocarle la pelota a DÃaz luego de tocar con Paredes en la salida de un tiro libre, y el desahogo fue enorme. Si bien el plantel volvió a recuperar terreno en la tabla de posiciones, no lo consigue de la misma manera adentro de la cancha con su juego irregular. Luego de la dura derrota ante San Lorenzo, el equipo necesitaba no sólo sumar de a tres, sino también que eso estuviera acompañado por una demostración de fútbol a la altura del lugar que ocupa en la tabla. Y en eso Boca todavÃa sigue sin saldar la deuda.

Estadio: Boca.
Arbitro: DarÃo Herrera.
Goles: 17 m, Pérez (B) en contra; 84 m, Paredes (B); 90 m, D. DÃaz (B).
Cambios: 57 m, Cángele (6) por Ledesma (B); 66 m, F. Sánchez por Bordacahar (T) y Blandi por Caruzzo (B); 75 m, Sand por Janson (T); 81 m, Riaño por Erbes (B); 89 m, Rusculleda por Peñalba (T).
Incidencias: 52 m, expulsado P. GarcÃa (T).
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