Si hay algo que Boca ha demostrado a lo largo de este torneo Inicial es su falta absoluta de sentido de la oportunidad. Y ayer no fue la excepción. Es que el equipo de Carlos Bianchi –quien pese a la polémica de la semana, cuando le tiraron encima los nombres de MartÃn Palermo y Guillermo Barros Schelotto como posibles sucesores, fue recibido con honores por los hinchas– volvió a desperdiciar una inmejorable oportunidad de prenderse definitivamente en lucha por el tÃtulo, al caer por 2-0 frente a All Boys, que para colmo ayer, en la que fue su primera victoria en La Bombonera, pudo haber ganado por una diferencia más abultada. Cierto es que matemáticamente Boca tiene todavÃa chances de ser campeón, pero ayudándolas como las ayuda, no hay aritmética ni ciencias exactas que puedan contribuir a sacar a este equipo de las sombras. Asà lo entendieron los hinchas, que después de alentar durante los 90 minutos abandonaron el estadio bufando, recriminando la falta de actitud y de claridad de los jugadores.
Apenas 15 minutos jugó Boca para el disfrute del hincha. Coincidió con el tiempo que Juan Román Riquelme estuvo en la cancha, y que le alcanzaron al diez para meter un bombazo que no fue gol porque Nicolás Cambiasso alcanzó a despejar con la punta de los dedos. Enseguida, el enganche se esforzó frente a Cabrera para evitar lo que era un contra peligroso y ahà nomás sintió el pinchazo. Siguió unos minutos más, pero evitó patear un tiro de esquina, miró a Bianchi que lo seguÃa desde el banco de suplentes y pidió el cambio. Casualidad o no, la lesión de Riquelme fue la número 56 de Boca en el año y –cosa de Mandinga– prenunció la caÃda. Porque sin Riquelme en la cancha, Boca fue otra cosa, totalmente distinta, amorfa, desesperada y lastimosa. Ni siquiera un bosquejo de lo que habÃa insinuado en las primeras diez fechas, apenas un garabato caprichoso y furioso a fuerza de equivocaciones en cada una de sus lÃneas.
Ni Leandro Paredes ni mucho menos Jesús Méndez lograron disimular la ausencia, y Pablo Ledesma y Cristian Erbes tampoco ayudaron. Para resumir, sólo la primera parte de Claudio Riaño despertó alguna ilusión en los presentes. Pero no. A pesar de que Boca habÃa dominado con ciertas dificultades la primera parte del trámite, se terminó yendo al descanso con el marcador en cero.
No hubo tiempo para digerir lo visto en los primeros 45 minutos. Los ingresos del español Rafael Nadal y del serbio Novak Djokovic –a quien los hinchas silbaron y reprobaron por haber pedido la camiseta de San Lorenzo cuando el jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri, le acercó una de Boca– cambiaron el foco de atención por un rato. Sin embargo, lo que pasó en el segundo tiempo terminó de confirmar la debacle de este Boca que, sin Riquelme y sin Gago –recién ingresó con el partido cuesta arriba–, se presenta ante su público en caÃda libre, sin reacción y sin ideas.
Roberto Battión abrió la cuenta para All Boys a los 46, ingresando solo por el segundo palo para conectar de cabeza un tiro de esquina de Cabrera. A los 53, Orión derribó a un imparable Maxi Núñez –que estaba en posición fuera de juego cuando nació el pase– y el árbitro Néstor Pitana cobró el penal que Mauro Matos –goleador del Inicial con 9 tantos–, ejecutó con un disparo al ángulo para poner el 2-0. Dos llegadas, dos goles.
Los cambios no ayudaron a Boca. El flamante entrenador de All Boys, Ricardo RodrÃguez, saboreaba su gran debut en la Primera División con un triunfo histórico. Pudo ser goleada, pero ni Colazo ni Núñez ni Matos pudieron definir las chances que tuvieron para que los de Floresta se retiraran de La Boca con un goleada que no hubiera sido injusta.
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