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Lunes, 25 de enero de 2016
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Lo que dejó el triunfo de River en el primer Superclásico del verano

Gallardo también necesita respuestas

El DT millonario sumó varias preocupaciones, entre ellas que el equipo sigue mostrando las falencias que marcaron su segundo semestre de la temporada 2015 y que pese a que tuvo superioridad numérica más de 80 minutos no supo cómo aprovecharla.

Por Daniel Guiñazú
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n Tevez lucha con Alvarez Balanta por el dominio de la pelota.

Ganó River el primer superclásico del año. Pero más allá del valor que tiene la victoria por sí, poco de bueno arrojó el triunfo millonario. Apenas, la irrupción desinhibida de Ignacio Fernández, cierta solidez defensiva, la claridad de la zurda de Leonardo Pisculichi y punto. Para reafirmar la identidad después del Mundial de Clubes, para rearmarse de cara a la Copa Libertadores, para volver a ser y para seguir siendo, Marcelo Gallardo necesita respuestas que el equipo no le dio en la áspera noche marplatense del sábado.

Un solo dato revela la pobreza de su juego: con superioridad numérica durante ochenta de los noventa y ocho minutos reales, River no supo hacer valer los hombres de más que tuvo luego de las expulsiones de Jonathan Silva, Gino Peruzzi y el Cata Díaz. Los problemas de generación futbolística que marcaron a fuego el segundo semestre de 2015 continúan vigentes, más allá de que el repunte de Pisculichi permite alumbrar algunas esperanzas de recuperación en ese sentido.

Gallardo juega al ensayo y al error. Mantiene lo que le funciona y desprecia lo que no le rinde. Para este año, decidió cambiar el esquema y pasar del 4-4-2 con el que ganó la Copa y jugó el Mundial de Clubes de Japón a un 4-2-3-1. El sábado, Ponzio y Lucho González compusieron el doble pivot central, Mora, Pisculichi e Ignacio Fernández se plantaron como medios adelantados o delanteros replegados y Alario quedó arriba como navegante solitario, con una defensa que salió a achicar las espaldas de los volantes, bien lejos del arco de Barovero.

A los tumbos, la idea más o menos caminó del medio hacia arriba. Pero tambaleó de la mitad hacia atrás. Pisculichi distrajo arrancando como mediocampista por la derecha pero manejó el partido ganándole las espaldas a Cubas. Ignacio Fernández sorprendió por su frescura y desparpajo para pedir la pelota y tomar buenas decisiones casi siempre. Y Alario tuvo algo más de la compañía que le faltó en la semana ante Independiente. Pero el achique lineal y sin escalonamientos de la defensa posibilitó algunas escapadas que Tevez nunca terminó de resolver bien.

En el segundo tiempo, Gallardo corrigió los desequilibrios. River dejó de apretar tan arriba, Ponzio (y luego Domingo cuando Ponzio pasó a jugar como zaguero) se metieron entre los centrales y el bloque defensivo quedó mejor compuesto. El tema fue la falta de fútbol. Con uno o dos hombres de ventaja, no se generaron juego ni situaciones como para rematar el resultado. Y hasta dio la sensación que de prepo y en medio de su descontrol emocional, Boca podía llegar empatarle, tantas fueron las inconsistencias. River ganó con lo justo. Pero de cara a la Copa y el campeonato que se vienen, siguen habiendo muchas dudas y escasas certezas.

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