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Lunes, 10 de enero de 2011
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Panorama sobre la organización del torneo más importante del continente

Copa América, allá vamos

El Comité Organizador confía en que no habrá inconvenientes para desarrollar el campeonato más antiguo de la historia del fútbol. Además desmintió que el Estadio Ciudad de La Plata, sede del primer encuentro, sufra inconvenientes para su culminación.

Por Gustavo Veiga
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n Las obras de techado del Estadio Ciudad de La Plata marchan según lo previsto, aseguran desde el Comité Organizador.

“Vender fútbol es como vender el mar o una montaña”, dijo José Luis Meiszner, el presidente del Comité Organizador de la Copa América, para justificar lo que el torneo les reportará a las siete provincias donde se jugará. Desde el 1º de julio, la Selección tendrá su desquite en la cancha después del Mundial de Sudáfrica y el país una buena oportunidad de mostrar sus generosos paisajes. En la AFA, sus dirigentes sostienen, convencidos de que “no existe tema de preocupación”, que la seguridad no se privatizó y se delegó en el Estado, y que los traslados de cada delegación estarán garantizados en tiempo y forma con un vuelo charter 24 horas antes de cada partido. De ese modo, los dirigentes piensan aventar cualquier medida gremial que les complique la existencia. Así marchamos hacia el torneo más antiguo del mundo y el más importante de América, aunque no lo parezca. ¿Cómo harán los medios para titular si Japón sale campeón? Es una pregunta que da la medida justa de cierto ecumenismo mal entendido que practica el fútbol. Como fuere, se viene la Copa América y habrá que jugarla.

La semana pasada, la AFA estimuló sus reflejos “ante injustificadas versiones que pueden llegar a confundir a la opinión pública”, y salió a desmentir que exista problema alguno con el Estadio Ciudad de La Plata. El comunicado de prensa del organismo estatal que gestiona las obras y que hizo suyo la AFA sostenía: “Tanto la Agencia Administradora como la empresa Birdair, que diseñó y supervisó la ingeniería y el desarrollo de la estructura metálica del estadio, desmienten categóricamente la errónea información que sostiene que hubo movimiento de estructuras de un sector del estadio que podría provocar demoras en su finalización”.

El texto apuntaba a la parte más sensible del estadio, su techo, que no tiene antecedentes en el continente. La estructura “está culminada y en perfectas condiciones”, rezaba la comunicación oficial. Pero del resto de la información no se desprendía lo mismo: “Se avanza en la última etapa de la construcción del techo con la colocación de 27 mil metros cuadrados de membrana arquitectónica de PTFE (politetrafloruroetileno), de la cual ya se colocó el 40 por ciento”. El Día de Reyes, el secretario general de la provincia de Buenos Aires, Javier Mouriño, fletó varias combis desde el centro de La Plata para que los periodistas pudieran observar el juguete remodelado para 36 mil espectadores y tantas veces criticado.

Este periodista escribió en agosto de 2002 en Página/12: “Rodeado de pastizales y con encofrados cuya madera se pudrió por la acción del agua, el estadio único de La Plata está como partido en dos. En 532 y 25 yace el esqueleto de la cancha. Y su techo, bajo custodia de la Aduana, descansa a un puñado de kilómetros de allí. Se trata de una postal tan argentina como ciertas miserias políticas. Esas que se tornaron una costumbre alimentada por los bolsillos de la gente”. La cancha se había proyectado en abril de 1993 (cuando Argentina ganó su última Copa América) y nueve años después le había significado al Estado provincial 55.386.077,08 pesos, entre obras y pagos de diferentes gravámenes. El gobernador Daniel Scioli, cuando anunció la etapa final de la remodelación para dejarlo listo en 2011, dijo que los costos rondarían los 25 millones de pesos. La cuenta final, en diecisiete años, es muy difícil de sacar.

Los escenarios de la Copa América le darán un toque bien federal a la competencia, a no ser por la pretensión de la empresa brasileña Traffic SA, la dueña de los derechos televisivos desde 1987, que se salió con la suya: la final se disputará en el Monumental de River el 24 de julio. Las autoridades argentinas pretendían jugarla en el Estadio Ciudad de La Plata. Traffic, fundada por el periodista brasileño José Hawilla, controla la Copa Libertadores, la Copa América y el resto de los torneos internacionales de la región, tanto a nivel de clubes como de selecciones que se emiten para todo el mundo bajo su licencia. Según la página oficial del certamen, “la Copa América de 2011 tendrá un atractivo especial por primera vez. La 43ª edición del torneo será transmitida integralmente en HD (High-Definition). Se estima que 200 países verán la competición. Emisoras del mundo todo ya garantizaron el derecho de transmisión del campeonato”.

Un rápido repaso de cómo van las obras, según el vocero de la AFA, Ernesto Cherquis Bialo, equivale a informar que “los estadios de La Plata y San Juan están para terminarse y los de Gimnasia de Jujuy y Colón en etapa de refacción, como los de Córdoba y Mendoza, en los que hace 32 años no se hacía nada”. El 29 de diciembre, como símbolo del futuro que sepulta el pasado, en el Chateau Carreras se derrumbó el Autotrol, el tablero electrónico que había nacido con el estadio, en 1978. Ahora, el escenario donde la Selección Nacional jugará con Japón el 11 de julio su segundo partido en la Copa, se llama Mario Alberto Kempes. Un justo homenaje en vida al mejor futbolista cordobés de toda la historia.

La mención especial es para los japoneses, que no son los primeros invitados a disputar el torneo que vienen desde otro continente. Además, ya lo habían jugado en 1999 en Paraguay. A partir de 1993, la Conmebol autorizó la participación de selecciones no sudamericanas: Estados Unidos y México se sumaron entonces a la competencia. “Para la organización es de gran valor invitarlos”, señaló Bialo.

Según Meiszner, el presidente de Quilmes y responsable máximo de la Copa, “gastar en infraestructura deportiva no es una frivolidad, es gastar bien”. Claro que las obras corren por cuenta de los distintos Estados provinciales. La AFA no pone un peso. Como cuando su hermana mayor, la FIFA, organiza los mundiales.

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