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Lunes, 12 de agosto de 2013
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A propósito de Te alentaré donde sea, del murguero Ariel Prat

El largo camino de regreso

Subtitulado Crónicas de River en la B con final feliz, es un libro escrito con el corazón y el pulso del hincha riverplatense. Los 38 escalones de la vuelta a Primera contados con pasión, pero sin renunciar a la crítica.

Por Facundo Martínez
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Un gesto valiente el de Ariel Prat, cantautor, poeta y murguero, el de enviarnos su libro Te alentaré donde sea a Juan José Panno y a quien esto escribe. Claro, en las muchísimas noches de fútbol compartido y en las inacabables sobremesas en el Lezama, jamás faltaron las chicanas o las cargadas que generan el amor por los colores de la camiseta. “Trátenme bien, bosteros”, escribe Prat, en la confianza, y luego envía el libro que unos días más tarde llega envuelto, o mejor dicho encintado, como caja de bombones. Rojo y blanco los colores, como si eso fuera un recordatorio de que Te alentaré donde sea (Crónicas de River en la B con final feliz) es un libro escrito con el corazón del hincha, pero que, sin embargo, a lo largo de sus páginas no renuncia a una visión crítica.

Resulta que River ya está de vuelta y entonces uno se pregunta por qué el hincha debería querer leer un libro en el que ese doloroso recuerdo recobra su dimensión de tragedia futbolera, que por supuesto nada tiene que ver con las verdaderas tragedias. Es que cuando el hincha se encuentra en estas encrucijadas las sutilezas le importan más bien poco.

Si algo tienen de tragedia las crónicas de River en la B de Prat es más que nada la relación que se puede encontrar con la estructura del relato homérico de La Odisea. Salvo que a Ulises le tomó unos 20 años regresar a su casa, y a River apenas una temporada. Difícil sí, con marchas y contramarchas, con incertidumbres y sin sabores, pero también heroica y, por supuesto, con un final feliz.

Y ahí aparece el auténtico Prat, el que como aquel hincha de Discépolo no puede ocultar su amor por la camiseta (“el manto sagrado”), el hincha que da la cara a pesar del dolor, el que elige ponerle el pecho al descenso. Te alentaré donde sea es por todo esto mucho más que un libro de crónicas deportivas, es el relato vivo y descarnado de un hincha que se ilusiona, pero también sufre, que se ríe pero también gruñe, que festeja pero también se amarga, que se desnuda a lo largo de esa imprevista excursión a las profundidades de la B Nacional.

Como a Ulises, al River que Prat acompañará con sus crónicas de la vuelta a casa le depararán también distracciones, nuevos problemas que cargarán de incertidumbres los relatos, le harán brotar ideas, sugerencias y otras cuestiones que enriquecen el curso de esos relatos escritos desde cualquier parte, muchos desde Huesca, España, donde Prat reside, otros desde París, Barcelona, casi todos en horas de la madrugada o a la salida de algún recital, en compañía de algún otro hincha amigo o en la soledad de la noche, mientras los suyos dormían y los gritos no podían ser más que globos de aire no sonoros, y otras escritas en Buenos Aires, alumbradas con el fervor de las tribunas del Monumental.

Las victorias sobre Chacarita, Independiente Rivadavia, Desamparados, los empates frente a Quilmes, Defensa y Justicia, Merlo, en los que la euforia se apaga más allá de que el cronista jamás renuncia a la ilusión; la posterior victoria ante Gimnasia y, algunas fechas después, aquella derrota ante Aldosivi que dejó a River sin invicto y sin la punta del torneo; cada crónica encierra una historia singular, un dato relevante, un punto de vista. Prat escribe y su River, como Ulises, va recorriendo el campeonato, atravesando y sorteando escollos, como aquel primer partido frente a Boca Unidos de Corrientes.

Son muchas las perlitas del libro de Prat, en el que el paladar riverplatense, su historia grande, se vuelve cita ineludible; en el que la nostalgia del tablón acude al rescate, como la diosa Atenea, artilugios de un murguero de pura cepa que sabe utilizar el lenguaje para apuntalar cuando hace falta pero también para relajar cuando la faena lo permite y llega la pausa en la que el guerrero se prepara para la próxima aventura.

Cada una de las crónicas Te alentaré a donde sea están acompañadas por fotografías de Diego Haliasz, que ayudan al lector a situar las palabras en el tiempo y el espacio, y que recogen momentos grandiosos y momentos mínimos, íntimos, de ese largo camino que concluyó recién en ese último partido frente a Almirante Brown, donde River se recuperó del durísimo golpe de Patronato y selló su regreso a Primera, “con el corazón de millones en su manto sagrado”, nos cuenta Prat, para conseguir “el fin de una pesadilla”.

Dos prólogos muy sentidos tiene el libro de Prat: uno de Rodrigo Daskal, hincha y estudioso de las cuestiones futboleras, y otro de Víctor Hugo Morales, quien después de señalar el origen de la pasión millonaria del autor, se pregunta, o mejor dicho le pregunta al lector: “¿Cómo entonces nuestro amigo no va a tener autoridad para emitir juicios y sentencias futboleras respecto de lo que fue la campaña en esta Primera B Nacional, que se erigió como un puñal inesperado para todo el inmenso sentir riverplatense?”, y luego contesta: “Ariel no hizo más que revelar su pasión por el club”.

Así es. Al terminar el libro, que compila las columnas que Prat escribió oportunamente para la agencia Télam, uno puede hacerse una buena idea de cómo es el Prat hincha: fervoroso y apasionado. Un hincha que, en el peor momento de la historia de riverplatense, decide dar un paso al frente para contar la vuelta –con su lenguaje peculiar, el del barrio–, no sólo para que la disfruten “las gashinas”, sino también “los bosteros” y todos los demás hinchas del fútbol que le oponen al resultadismo la pasión y el sentimiento, y no está de más decirlo, ciertas pretensiones de estilo.

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