Nueva York transmite opulencia s贸lo con mencionar su nombre. La ciudad m铆tica de Estados Unidos se fue transformando a lo largo de la historia en una metr贸polis con identidad propia, como si fuera un pa铆s independiente dentro de otra gran naci贸n. Con todo ese magnetismo se desarrolla all铆 el 煤ltimo de los cuatro grandes torneos del circuito mundial de tenis, tanto de la ATP como de la WTA. El US Open volvi贸 a dejar su estela en este 2013 que lentamente se despide, y ofreci贸 muchas curiosidades durante las dos semanas que dur贸 el certamen, en el que terminaron festejando el espa帽ol Rafael Nadal y la local Serena Williams.
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Cuando el p煤blico se acerca al complejo de Flushing Meadows, en el distrito de Queens, hay una estructura imponente que parece intimidar: el estadio Arthur Ashe. De los mejores del mundo para ver tenis, esta mole de cemento est谩 ubicada en el coraz贸n del predio, y su figura deja la sensaci贸n de caerse encima de la gente. Sus tribunas tienen tanta inclinaci贸n que el v茅rtigo va en aumento si cada persona no se sienta r谩pido en su butaca. Mantenerse de pie puede desembocar en un mareo peligroso, con todo lo que ello implica. Este estadio cuenta con capacidad para 22.500 espectadores (el m谩s grande del planeta), y para 2016 tendr谩 un techo retr谩ctil que se podr谩 desplegar en apenas cinco minutos. Los voluntarios del torneo destacan que en ese lugar 鈥渟贸lo juegan los grandes鈥, y los boys (chicos) lo hacen en el resto de las otras canchas.
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El movimiento de los seguidores es permanente a lo largo de este parque. Las calles internas exhiben sus stands enormes, que no tienen nada que envidiarles a los locales de la Quinta Avenida. La variedad de productos es asombrosa, y los concursos para ganar alg煤n premio aparecen a cada paso. En el medio de esa marea humana puede encontrarse nada menos que a Svetlana Kuznetsova, la actual 39陋 del ranking mundial, que tuvo su mejor ubicaci贸n en septiembre de 2007, cuando ocup贸 el segundo lugar. La rusa se dirige hacia la cancha 17 para afrontar su compromiso de primera ronda, y a nadie se le ocurre detenerla para solicitarle una foto o un aut贸grafo. De la misma manera que ella asoman otras figuras del circuito, y hay que conocerles bien la cara a los protagonistas, debido a que pueden llegar a circular sin que nadie se d茅 cuenta de que le est谩n caminando al lado.
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Un grupo de m煤sica acompa帽a la jornada durante todo el d铆a y entona canciones de bandas reconocidas, pero dif铆cilmente alguien se detenga para prestarles atenci贸n, y el 煤nico objetivo es llegar a otra de las canchas para no perderse un encuentro distinto. El revuelo se genera cuando asoma la figura de Roger Federer. El suizo se desplaza desde la sala de jugadores hacia uno de los m谩s de 20 escenarios que tiene el lugar, para realizar una pr谩ctica liviana, y el fervor del p煤blico es inmediato. Esta leyenda del tenis tiene un magnetismo especial con los neoyorquinos, que lo idolatran como si hubiera nacido en Estados Unidos. Federer entrena y alrededor suyo hay m谩s gente que los que siguen un partido oficial.
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Para los argentinos, este Grand Slam tambi茅n asoma como muy particular, sobre todo despu茅s del t铆tulo ganado por Juan Mart铆n del Potro en 2009, luego de una final memorable ante Federer. Y el impacto es m谩s fuerte cuando aparece la placa que tiene grabada a los 煤ltimos diez campeones de ambas ramas. El nombre del tandilense se mezcla entre los del suizo (2008) y el espa帽ol Nadal (2010), para dejar sellado que tambi茅n se meti贸 en la historia del US Open, de la misma manera que lo hizo Guillermo Vilas en 1977, pero en ese entonces el torneo se jugaba en Forest Hills, un poco m谩s al sur de Flushing Meadows.
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En el caso de que alguien no quiera perderse algunos de los partidos que se juegan en simult谩neo, puede ubicarse enfrente del Arthur Ashe, donde una megapantalla de LED dividida en peque帽os televisores, proporciona todo lo que ocurre en los distintos escenarios. De esa manera sigue de cerca lo que sucede al mismo tiempo, por ejemplo, en el Ashe, el Louis Armstrong (para 15 mil espectadores) y en el Grandstand (8 mil), los tres estadios m谩s importantes. Las reformas que tendr谩 el Centro Nacional de Tenis de Nueva York para los pr贸ximos a帽os demandar谩 un inversi贸n global de 550 millones de d贸lares (412 millones de euros). Eso implicar铆a tambi茅n poder albergar 10 mil personas m谩s durante los primeros ocho d铆as de competencia.
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El sol va dejando lugar a las estrellas, y la iluminaci贸n del complejo vuelve a transformarlo en su totalidad. La visi贸n desde uno de los pisos m谩s altos permite observar c贸mo todo el lugar queda decorado con canteros de flores, que durante el d铆a se hacen invisibles a los ojos. Las luces tambi茅n se mezclan con las del City Field, el estadio de los New York Mets, equipo de la Major League Baseball, que fue construido en 2009 del otro lado de la estaci贸n de tren Corona Park, a pocas cuadras de ah铆. La m煤sica ya no se escucha y el 煤nico ruido es el del agua que baja de las fuentes desparramadas por esa gran superficie. New York, New York...
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