Desde Melbourne
El suizo Stanislas Wawrinka conquist贸 ayer su primer torneo de Grand Slam al derrotar 6-3, 6-2, 3-6, 6-3 a un lesionado Rafael Nadal, en una dram谩tica final del abierto de Australia que dej贸 inc贸lume el prestigio hist贸rico de dos viejas glorias como Roy Emerson y Rod Laver. El resultado no fue el esperado por Juan Mart铆n del Potro, que subir谩 al cuarto puesto del ranking mundial y no al tercero, lo que hubiese sucedido si el campe贸n era el n煤mero uno del mundo.
鈥淣unca esper茅 ni siquiera jugar una final de Grand Slam, nunca esper茅 ganar un Grand Slam, y ahora acabo de hacerlo鈥, admiti贸 Wawrinka tras superar a Nadal, que jug贸 seriamente afectado por problemas en la zona lumbar. 鈥淓l a帽o pasado llor茅 mucho tras el partido, ahora no s茅 si estoy so帽ando o no, lo ver茅 en la ma帽ana鈥, coment贸 el campe贸n. Wawrinka, desde hoy n煤mero tres del mundo, se refer铆a a la derrota del a帽o pasado en los octavos ante el serbio Novak Djokovic por 12-10 en el quinto set. Este a帽o se tom贸 revancha de aqu茅llo y bati贸 9-7 al serbio en el quinto parcial.
Nadal estaba devastado. 鈥淣o tengo ninguna lesi贸n grave, tengo la espalda clavada, es cuesti贸n de d铆as, algo muy limitado鈥, explic贸 el n煤mero uno del mundo, que buscaba su decimocuarto Grand Slam para acercarse a tres del record de 17 de Roger Federer. Al perder, a Nadal se le escurri贸 la oportunidad de igualar a Emerson y Laver, los dos 煤nicos jugadores en la historia capaces de ganar al menos dos veces cada uno de los Grand Slam. 鈥淪tan es buena gente, y que la buena gente gane siempre es positivo鈥, destac贸 Nadal al pedir que se hablara del campe贸n y no de su lesi贸n.
Wawrinka pidi贸 en cierta forma algo similar: 鈥淎unque Rafa estuviera lesionado, creo que merec铆 ganar este torneo鈥. El suizo, que poco despu茅s de la victoria recibi贸 la llamada de felicitaci贸n de su compatriota Federer, mostr贸 un tenis fulminante en el primer set, el primero que ganaba en 12 enfrentamientos con Nadal. Su servicio era imponente; la derecha, arrasadora; y el rev茅s, una obra de arte. Nadal corr铆a por el fondo de lado a lado y terminaba at贸nito ante cada punto. El tenis que le llegaba de enfrente era imparable. As铆, con un ace a 187 kil贸metros por hora, el suizo se llev贸 el set inicial por 6-3 en 37 minutos.
Laver, Pete Sampras y Chris Evert observaban desde el palco principal y todo el estadio cre铆a estar en los proleg贸menos de una gran final, porque a nadie se le pasaba por la cabeza que el mayor luchador del circuito, Nadal, se rindiera sin presentar batalla. Promesa de noche larga y emocionante.
Pero algo extra帽o estaba sucediendo. Entre la resoluci贸n del primer set y el inicio del segundo, Wawrinka gan贸 12 puntos consecutivos, algo ins贸lito si el rival es Nadal. Ya en el tercer juego de ese set qued贸 claro que el espa帽ol no estaba bien. No pod铆a rotar, no pod铆a moverse, la velocidad de su servicio hab铆a ca铆do por debajo de los 130 kil贸metros por hora. Luego se sabr铆a que era el m煤sculo lumbar. Nadal llam贸 en el 1-2 del segundo set al fisioterapeuta y enseguida le dijo al juez de silla, el portugu茅s Carlos Ramos, que se iba al vestuario. Se fue caminando sin fluidez, r铆gido. Un anticl铆max se apoder贸 de la veraniega noche australiana.
Wawrinka, solo en la inmensidad del Rod Laver Arena, miraba sin entender desde su silla. Enseguida le pregunt贸 a Ramos qu茅 suced铆a, pero el juez se neg贸 a darle detalles. Tras siete minutos, el espa帽ol volvi贸 caminando serio y sin camiseta. Y entonces se desat贸 lo impensable, una amplia silbatina desde casi todos los sectores del estadio dirigida al que es uno de los hombres m谩s populares del circuito. 鈥淓llos pagaron para ver el mejor partido posible, y por momentos, yo no pude ofrecerles eso鈥, explicar铆a despu茅s el espa帽ol.
A partir de aquel segundo set, el drama pas贸 a ser total. Nadal sacaba a 124, a 121, a 116 kil贸metros por hora, alguno de sus servicios ni siquiera superaba la red. El espa帽ol se hund铆a, en sus ojos asomaban l谩grimas. Perdi贸 el segundo set por 6-2, pero no abandon贸. Por orgullo y por respeto al rival intenta jugar siempre hasta el final. Pero lo que nadie esperaba era que, sacando al 50 por ciento de su capacidad y movi茅ndose apenas, Nadal se llevara 6-3 el tercer set.
El espa帽ol hab铆a dado dos pasos adelante para evitar que lo movieran por el fondo, mientras el suizo naufragaba en un concierto de errores. Comprensible: la final que ven铆a jugando se hab铆a esfumado. Psicol贸gicamente no le era nada sencillo lidiar con un rival en desventaja f铆sica. Wawrinka parec铆a avergonzarse de ganarle puntos a Nadal, que de a poco comenz贸 a moverse mejor hasta sacar a 180 kil贸metros por hora.
Enseguida Nadal demostr贸 que no estaba dispuesto a regalar nada. Pidi贸 鈥搚 acert贸鈥 la entrada en acci贸n del ojo de halc贸n para convertir en mala una pelota cantada buena de Wawrinka. As铆 y todo, con volver a jugar el tenis del primer set, la victoria del suizo estaba garantizada. Pero no pod铆a. Tan culpable como confundido, Wawrinka sufr铆a para recuperar el control del partido.
Lo hizo pese a todo: se adelant贸 4-2 para enseguida perder su saque, aunque quebr贸 de nuevo el de Nadal para situarse 5-3. El t铆tulo estaba en sus manos, y esta vez, con un rev茅s paralelo que Nadal s贸lo pudo ver pasar, no fall贸. Tras una final de pesadilla, el sue帽o era realidad.
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