Opinión
En los 36 minutos que duró la batalla en Las Vegas, Lucas Matthysse jamás pudo prenderlo a Danny GarcÃa y hacerle sentir el vigor de sus manos. Para decirlo más claramente: nunca encontró la pelea, su pelea. Y tampoco desde su rincón se logró redefinir la estrategia, cuando era claro que las cosas no funcionaban. En estas dos cuestiones, en suma, estriban las causas de una derrota estrecha pero justa, que no retrasa la carrera del noqueador chubutense, pero que sà detiene una marcha ascendente que se suponÃa imparable, destinada inevitablemente a los grandes escenarios.
Pero hubo también otro detalle que contribuyó a que, en la madrugada del domingo, Matthysse descendiera del ring del MGM Grand Garden Arena con los brazos bajos: del 7º round en adelante, o sea en el momento de la definición, peleó con su ojo derecho cerrado. Esa contingencia desfavorable no sólo le complicó la visibilidad de los golpes que GarcÃa le lanzaba con su puño izquierdo. También lo redujo anÃmicamente. Poco habituado a sufrir este tipo de lesiones, el chubutense se fue empequeñeciendo en la misma medida en que fue creciendo en GarcÃa la certeza Ãntima de su victoria.
GarcÃa (63,503 kg) no es ninguna eminencia. No es un supercrack. Pero es un boxeador frÃo e inteligente. Retuvo sus coronas welter junior de la Asociación y el Consejo, y estiró su invicto en 27 combates, porque decidió no entrar en los cruces furiosos en los cuales, a la larga o a la corta, la mayor potencia de Matthysse (63,503 kg) lo hubiera terminado quebrando. Trabajó de lejos, sin exponerse, por lo general del medio del ring hacia atrás. Y asà fue construyendo un triunfo que sólo corrió riesgos en la primera mitad del pleito, cuando el poder de los golpes del chubutense todavÃa estaba vigente.
Incluso se dio un gusto GarcÃa. En el 11º round derribó a Matthysse con dos derechas fuertes, pero pegadas de refilón. Si alguna duda quedaba de hacia dónde podÃan dirigirse las tarjetas a partir de allÃ, fue disipada inmediatamente. Al final, el estadounidense ganó por 2, 2 y 4 puntos, y absorbió el descuento de una unidad que el árbitro Tony Weeks le aplicó en la última vuelta por haber dado un golpe bajo. Sólo tras esa sanción, GarcÃa dejó de lado su planteo cauto e intercambió golpes con rabia. Pero faltaba apenas un minuto y ni siquiera ese gesto desesperado le alcanzó a Matthysse para evitar la tercera derrota de su carrera.
Seguramente habrá para él otras noches de gala. Es uno de los boxeadores predilectos de Golden Boy Promotions, la empresa de Oscar de la Hoya que maneja su campaña internacional, y sus acciones no parecen haberse devaluado luego de este traspié. Pero, está claro, siempre la victoria paga mejor. Por eso, los planes que se trazaban para verlo pronto ante Floyd Mayweather o Marcos Maidana en un superclásico argentino en pleno Las Vegas entraron en receso.
Matthysse no desaparecerá del mapa de las peleas notables. Perdió con altura, dejando su corazón a salvo, más allá de las carencias boxÃsticas. Pero seguirá sin ser todavÃa protagonista de las grandes carteleras. Continuará como lo que hasta aquà ha sido: un gran actor de reparto, acaso el mejor. Pero tendrá que seguir esperando para que lo alumbren las grandes luces del boxeo.
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