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Lunes, 21 de abril de 2003
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SCHUMI ELIGIO LA CARRERA A SU MADRE

San Marino, una sola

Unas horas antes de largar, a los Schumacher les comunicaron el fallecimiento de su madre. Ambos prefirieron correr. El de Ferrari se quedó con el triunfo.

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Schumacher, Raikkonen (2º) y Barrichello (3º).
Por Patrice Burchkalter
Desde Imola

En el escalón más alto del podio del Grand Prix de San Marino de Fórmula 1, Michael Schumacher no pudo contener las lágrimas tras su victoria. Brazalete negro sobre el traje ignífugo rojo, el pentacampeón mundial escuchó el himno nacional, con la mirada perdida, ante una muchedumbre silenciosa agolpada en la pista.
Michael bien podría haber estado ausente en la entrega de los premios, en la que lo acompañaron el finlandés Kimi Raikkonen (McLaren-Mercedes) y el brasileño Rubens Barrichello (Ferrari). La FIA (Federación Internacional del Automóvil) había dispensado a los hermanos Schumacher de las habituales ceremonias, tras el deceso de su madre Elisabeth, la noche anterior. Pero Michael quiso “terminar su trabajo”, por respeto a la Scuderia y a los tifosi.
En cambio le faltó el ánimo para presentarse en la conferencia de prensa y dejó que el francés Jean Todt, su amigo, el director deportivo de Ferrari, lo representara. “Michael tenía opción de correr o no”, explicó Todt. La víspera, con Ralf decidieron viajar a Colonia para ver a su madre. “La decisión de correr era de ellos. Fue su decisión.”
De regreso en la noche del sábado tras visitar a su madre, Elisabeth Schumacher, internada en coma como consecuencia de una caída en su casa, Michael y Ralf se encontraron lado a lado en la primera línea de partida del Grand Prix.
Con el ánimo destrozado, los dos hermanos siguieron siendo pilotos, y adversarios. Los primeros metros de carrera lo probaron: Ralf no se dejó intimidar por su hermano mayor y pasó adelante en la primera curva. La resistencia del Williams-BMW, la estrategia de dos reabastecimientos de los McLaren-Mercedes, contra tres de sus rivales, no pudo impedir que Schumacher dominara en Imola, para lograr su 65ª victoria, la primera de esta temporada, seguido por Raikkonen y Barrichello.
Ralf terminó en cuarto lugar, lo que le evitó la prueba del podio, por delante del escocés David Coulthard (McLaren-Mercedes), el español Fernando Alonso (Renault), el colombiano Juan Pablo Montoya (Williams-BMW) y el inglés Jenson Button (BAR-Honda).
“Michael mostró su dimensión de piloto, de hombre. Estamos orgullosos de su demostración, de nuestros pilotos. Y esta victoria nos facilita ahora las cosas respecto a nuestro objetivo”, señaló Todt. “La fuerza mental de los muchachos es gigantesca, inapreciable”, elogió el “hombre fuerte” de la Fórmula 1, Bernie Ecclestone, a los hermanos Schumacher.
En el parque cerrado, el ganador quedó inmóvil un largo rato antes de salir de su Ferrari. Como intentando retrasar todo lo posible el tener que dejar la soledad al volante del monoplaza. Raikkonen se acercó para darle la mano, Barrichello lo estrechó en un abrazo y Michael dejó su cabeza unos segundos sobre el hombro de su compañero, hasta que Todt llegó para llevarlo lejos de todas las miradas. Justo antes de subir al podio.
El vencedor no se eternizó en el autódromo. Al igual que Ralf, pocos minutos más tarde se eclipsó. Después del Grand Prix, otra prueba, más penosa, esperaba a los hermanos Schumacher.

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