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Lunes, 25 de marzo de 2002
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LABORIOSO PRIMER TRIUNFO EN LA BOMBONERA DURANTE EL CICLO TABAREZ

Boca sólo ganó una Battaglia

Comenzó arrasando al “pobre” Argentinos Juniors con dos goles del resucitado Bracamonte antes de los veinte minutos y la vieja fórmula: centro de Guillermo y cabezazo. Después aparecieron las distracciones y el Bicho le empató con Tilger y Cordone. Cuando se venía la noche una vez más, Battaglia embocó el tercero y salvó la ropa. Lo mejor, la consolidación de Carlos Tévez, la figura del ganador.

Por Facundo Martínez
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Todo el festejo alrededor de Battaglia. De frente, Bracamonte, que hizo dos y se perdió otros tantos.
Por lo menos tres hechos destacables ofreció para Boca la victoria conseguida ayer en la Bombonera ante Argentinos por 3-2: apareció en toda su dimensión la promesa Carlos Tévez; el equipo llegó al gol con facilidad, buscando con centros de Guillermo la cabeza del repatriado Héctor Bracamonte –una suerte de remake clase B de las imágenes que ofreciera años atrás el inexorable goleador Martín Palermo junto a su fiel escudero–; y el nivel de juego colectivo experimentó la tan esperada alza, en todas sus líneas. Es cierto que Boca debió sufrir más de la cuenta porque el maltratado Argentinos supo aprovechar al máximo los errores ajenos, pero el susto pasó y el equipo volvió a encontrarse con la senda del triunfo en su propia casa, algo que por torneos locales no pasaba desde el último diciembre, cuando con Bianchi derrotó por 5-2 a Independiente.
El que primero asustó fue Argentinos, cuando aún no se cumplía un minuto de juego, con un disparo de Carlos Cordone que Abbondancieri consiguió tapar, no sin esfuerzo. Después fue el turno de Boca, que comenzó a adueñarse del protagonismo del encuentro con el aporte del juvenil Tévez: sacrificio, despliegue y talento, sobre todo. Sin embargo, fue Omar Pérez el que llevó el primer peligro al arco de Burela, a los 9, en una jugada en la que arrastró tres marcas y habilitó a Tévez, éste a su vez a Bracamonte y éste a Battaglia, quien remató desde afuera del área y se le fue alta.
Los goles no tardaron en llegar. Centro de Guillermo y cabezazo del alto Bracamonte, a los 13, y centro en un tiro libre ejecutado por el Mellizo y nuevamente cabezazo del ex Badajoz, a los 17. Sí, como en la era Palermo, con una terminación simple y efectiva, Boca ganaba tempranamente 2-0. Y los hinchas estaban como locos de alegría, porque últimamente todas las definiciones parecían ser cosa demasiado complicada.
Y Argentinos sintió el durísimo golpe, pero no se cayó. Todo Boca quería más y más, y el equipo buscaba, llegaba, presionaba; la clave: la explosión de Tévez y su capacidad para sorprender. Bracamonte tuvo dos chances más, aunque por abajo, y no resolvió bien. Los de La Paternal se defendían y no andaban bien con la pelota; quitaba bien Herrón en el mediocampo, pero entregaba mal después, por dar sólo un ejemplo. Pero la estrategia era esperar el error de Boca, una distracción; la oportunidad llegó recién a los 39, cuando Daniel Tilger encontró un hueco para rematar de media distancia y sacó un remate violento que se desvió en el pie de Burdisso y terminó descolocando al arquero. Y así acabó el primero.
En el complemento, las cosas parecían no querer cambiar. Boca presionaba y Argentinos esperaba, sólo que esta vez el error de los locales llegó rápido. Burdisso fue a cortar una pelota que le picó mal y le quedó a Tilger, que sin pereza la tocó para Cordone que entraba por derecha, en diagonal. El rubio amagó el pase –eran tres de Argentinos contra un defensor y el arquero– y terminó definiendo con un hermoso remate cruzado que Abbondancieri no llegó a tapar. El empate olía muy mal en las tribunas y en el campo, porque otra vez no era justo. Era simplemente cierto.
Boca encontró en Tévez, en las proyecciones de Clemente y en la constante entrega del Mellizo la vía para cambiar el destino. Y siguió generando peligro, despertando a los hinchas que se resignaban a otra mala tarde del equipo, sin suerte, claro. Tévez por aquí y por allá, Guillermo insistiendo sin pausa y Bracamonte no tan peligroso, pero siempre dispuesto. Lo tuvo Crosa, a los 78, pero se la sacaron de la línea. El equipo de Tabárez jugaba bien, y por fin se le dio. Otra vez Tévez, habilitando a Guillermo, quien puso un centro de derecha a izquierda que Battaglia conectó al gol, frente a un Burela que había quedado mal parado. Pudo haber un cuarto gol, un mano a mano del Mellizo y Burela, pero el arquero de Argentinos reaccionó muy bien y se quedó con la pelota. Antes del final, Tabárez sacó el pibe Tévez, para el aplauso...

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