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Lunes, 8 de diciembre de 2003
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TERMINO EL APERTURA, SE VIENE LA COPA INTERCONTINENTAL

Colón no rima con Japón

Boca, que cerró con una derrota ante Colón su actuación en el Apertura, viajará hoy a las 18 hacia Tokio para enfrentarse el próximo domingo con el Milan. Desde que trepen al avión los integrantes del plantel cambiarán los relojes biológicos para adaptarse a horarios japoneses. Bianchi mantiene las dudas respecto de la formación, pero no vacila en asegurar que su equipo tiene un 50 por ciento de posibilidades de ganarles a los italianos.

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jorge martinez rechaza en la proximidad de roberto colautti.
OPINION
Por pablo vignone

PARA QUÉ VER EL PARTIDO

Seamos sinceros: vimos la final de la Champions League en la que el Milan se compró el pasaje a Japón, una definición intragable, y vimos también la degradación de aquel Boca que arrasó al Santos ahora hecho jirones.
Seamos sinceros: si uno no es hincha de Boca ni tampoco (lo que es mucho más probable por razones geográficas) del Milan, este que viene la semana próxima es un partido descartable.
Seamos sinceros: si a uno no le late la piel boquense, o no saborea el ácido destilado de la rivalidad superclásica (rogándole a Dios que gane el equipo italiano), este partido no le mueve un pelo.
De un lado, un equipo como el Milan que tiene algunos jugadores interesantes, que las más de las veces le hacen caso al entrenador, un buen entrenador del Calcio, calculador y meticuloso, amarrete y falto de conciencia estética.
Del otro, este equipo de Boca colección noviembre/diciembre, que sin Tevez generó pocos pasajes de buen fútbol a lo largo del torneo que obtuvo (y que ganó con el peor promedio desde que se otorgan tres puntos a cada victoria), de inferior calidad a aquel que se enfrentó al Bayern Munich que era también de inferior clase al que le ganó al Real Madrid.
Seamos sinceros: el gran programa para el resto de los argentinos que no son de Boca ni tienen intereses (espurios o genuinos) en el resultado es dormir un par de horas más, levantarse a las nueve de la mañana, comprar medialunas, preparar el cafecito y mirar el compacto de la Intercontinental, un enfrentamiento que, echando una ojeada a los papeles sueltos que dan noticia de su cuenta regresiva, no despierta más atractivos que los que se desprenden del fanatismo, la pasión o, inclusive, el morbo.
Para estimular el entusiasmo hay poco de dónde agarrarse. El partido simula ser un enfrentamiento sin equivalencias, un estrado consagratorio para el cual no hay candidatos obvios a la consagración, ni tampoco el escenario perfecto para el partido ideal, ardoroso y emotivo desde el juego generoso. Seamos sinceros: nadie puede esperar ese partido; aquel Juventus-Argentinos que remolonea en la memoria, como ejemplo excelso de las posibilidades del fútbol, no es más que un ejemplo imperfecto para la reedición. Literalmente: no habrá nada parecido en el Nacional de Yokohama.
Sin embargo, seamos sinceros una vez más: pese a todo, vamos a ver el partido. Por las razones más absurdas que existan: porque juega un equipo argentino, porque nos quedamos despiertos toda la noche, porque es el laburo nuestro, porque queremos ver después qué escriben, porque hay que ver para qué hizo tanto quilombo Tevez, porque...
Y por la más lógica: porque es una final, porque es fútbol.




OPINION
Por facundo martinez

ASUMIR EL PROTAGONISMO
Para ganarle al Milan, Boca tiene que ser protagonista y no dejarse arrastrar por el planteo de los italianos, que tienen un equipo inteligente, y muy frío, que sabe trabajar los partidos y acomodarlos a sus propias habilidades. Pero, por supuesto, el trámite no será fácil para los boquenses. Salvando las distancias de las comparaciones hombre por hombre –sin ofender, Boca perdería el duelo en ese punto–, Boca y Milan comparten en lo colectivo varios aspectos: son equipos muy ordenados, sostenidos sobre una sólida labor defensiva y sobre el poder desequilibrante de sus delanteros, los verdaderos encargados de desmoronar los cercos defensivos de sus rivales.
El conjunto que dirige el todoterreno Carlo Ancelotti cuenta con dos atacantes de características diferentes: Andrei Shevchenko es hábil con la pelota y tiene una excelente pegada, y Filippo Inzaghi es más rústico que el ucraniano pero igual de efectivo, sobre todo cuando encuentra la pelota dentro del área. Detrás de ellos estará Kaká, el brasileño que logró desplazar de la titularidad al portugués Rui Costa, quien se mueve bien en todo el frente de ataque, aunque suele sufrir altibajos en su rendimiento.
El poder ofensivo de estos hombres necesita nutrirse del juego que generen en el mediocampo Andrea Pirlo, Clarence Seedorf y Gennaro Gatusso. Para controlar a Pirlo, considerado por los italianos el conductor del equipo, aunque peca de ser livianito y de tener poca marca, Bianchi utilizará los rigores de Cascini, que será secundado en la tarea por Battaglia, quien deberá además sumarse sorpresivamente al ataque. El incansable Villarreal, que seguramente será titular, tendrá que trabajar sobre los avances del holandés Seedorf, una especie de centauro: mitad habilidad, mitad lucha, y que no está pasando su mejor momento. Y para Cagna quedará el duelo con el temperamental Gatusso, en el que el capitán deberá hacer valer su inteligencia como para condicionarlo.
Otro punto a tener en cuenta por Boca es cómo frenar los peligrosos avances por la banda derecha de Cafú. La mejor opción para Bianchi será mantenerlo ocupado en la marca, quizá su punto más flojo. Clemente Rodríguez tendrá entonces trabajo doble: controlar al brasileño atacando y defendiendo, tratando de sacar provecho de su velocidad, sobre todo cuando Cafú descuide su espalda.
Para ser protagonista, a Boca no le quedará otro camino que el de salir a presionar al Milan desde el arranque. Para que esa presión funcione, los delanteros tendrán que hacer una inversión extra: aprovechar al máximo los errores defensivos, contribuir en la marca y, por supuesto, no perdonar frente al arco. Por eso hay algo que Bianchi no deberá descuidar a la hora de armar la ofensiva. Entre Tevez, Iarley y Barros Schelotto, uno deberá quedarse en el banco. Que sea el que peor esté, sin importar los nombres.




OPINION
Por juan jose panno

LOS DILEMAS DE BIANCHI

Carlos Bianchi tiene por estos días más respuestas que preguntas y no porque esté seguro de todo sino porque para responder a cada interrogante se le abren no menos de dos caminos posibles y se le mezclan nombres de futbolistas, equipos y dirigentes.
Jugarle al Milan con enganche o no es una primera cuestión. Y entonces aparecen los nombres de Donnet y de Villarreal, y en menor medida el de Iarley. El técnico razona lo que todo el mundo sabe, que con Villarreal tiene más marca, con Donnet un poco más llegada y con Iarley más fútbol, pero menos lucha. Ya dijo que a Iarley lo considera únicamente como delantero, pero se sabe que puede cambiar de opinión. Si recurre a los antecedentes para decidir, no logrará demasiada claridad. Con 4-3-1-2 Boca le ganó al Real Madrid y con el mismo esquema perdió con el Bayern Munich. Una y una. Si se queda encerrado en la idea de que Milan es más que los anteriores europeos finalistas y que este Boca es inferior al que definió la Copa en el 2000 y el 2001, jugará Villarreal; si se anima un poco más, irá Donnet.
Ir al frente un poquito o esperar es otra cuestión, que está vinculada íntimamente con la anterior. Si Boca arma el rompecabezas para ir al ataque, al menos en el primer tramo del partido, puede sorprender a un rival muy acostumbrado a que lo esperen, pero correría demasiados riesgos abriendo espacios; si espera, lo pueden madrugar y después resultará muy difícil remontar la cuesta.
Poner arriba a Guillermo-Tevez, Guillermo-Iarley o Tevez-Iarley es otro enigma. En condiciones ideales jugarían Guillermo y Tevez, pero el brasileño es, de los tres, el que físicamente está mejor y por eso el técnico esperará hasta el último entrenamiento. Los tres podrán estar juntos en la cancha en la última parte del encuentro sólo si los italianos se adelantan en el marcador.
Quedarse en el club o irse después de la Copa, se pregunta Bianchi desde ahora. La respuesta dependerá mucho del resultado. Si Boca supera al Milan, es muy factible que haga pesar su malísima relación con Macri y tome otros rumbos yéndose como semidiós; si Boca pierde, lo pensará dos veces y en una de ésas se queda para buscar la revancha. Los que conocen al técnico en la intimidad saben cuánta importancia les da a estas cosas. Este año, en la Copa Sudamericana se preocupó especialmente para que Boca alcanzara por lo menos la segunda ronda y así superar a su antecesor, el maestro Oscar Tabárez.
Usar o no el celular, por último, es un dilema cuya respuesta no depende de él y seguramente si pudiera optar elegiría una victoria clara y contundente en la cual nada tenga que ver la fortuna; pero, de no ser así, no va a vacilar en marcar el número que corresponda para que finalmente Boca gane el título más esperado.

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