Lunes, 2 de septiembre de 2002
Contratapa
Menotti, el Dante y el tĂșnel del tiempo
Por Guillermo Blanco

El que estĂĄ hablando es CĂ©sar Luis Menotti, bajo su 1,86 de estatura, dentro de sus 86 kilos y esa virtud de estar siempre preparado para la reflexiĂłn distinta. Por eso en El GrĂĄfico han decidido ir a verlo. âHay que hacer la nota porque interesa lo que Menotti diga. Previo a la entrevista, estĂĄ la creencia (tambiĂ©n la esperanza) de que el rosarino serĂĄ inteligente en su rĂ©plica a la inquisitoria periodĂstica, pues su fĂștbol es inteligente.â (El entrecomillado es el resumen de lo que uno de los periodistas opinĂł para fundamentar su propuesta de la nota, parte de la cual se pasa a transcribir, bajo ese cielo canalla donde parece haber encontrado el lugar justo para expresar sus ideas.)
â...El fĂștbol me resulta fĂĄcil. Porque aprendĂ jugando. Y tambiĂ©n viendo cosas tan importantes como jugar sin pelota, arrastrar gente, salir a buscar, moverme dentro del campo, cambiar permanentemente de frente. Y muchos otros fundamentos del juego completan el panorama del fĂștbol que siento e interpreto...
âÂżAlguien modelĂł tus aptitudes?
âDebo ser sincero, por eso mis palabras podrĂan resultar dolorosas para muchos. Considero a la verdad imprescindible. La verdad debe destruir mitos. Quien me estimulĂł animĂĄndome a descubrir en la idea, en la improvisaciĂłn, los secretos que el fĂștbol tiene ocultos, fue mi padre, que tambiĂ©n jugĂł en Rosario Central, pero que en nada intervino para mi ingreso en el club; Ă©l falleciĂł mucho antes de que esto ocurriera. Y mĂĄs tarde, ya siendo jugador de Central, quien me ha guiado ha sido Miguel Angel JuĂĄrez. Con sus observaciones, sus crĂticas, sus comentarios, me fue puliendo a medida que se concretaba nuestra amistad. AdemĂĄs, viendo se aprende, cuando al mismo tiempo se analiza. En el fĂștbol, los defectos pueden quedar anulados porque la inteligencia del jugador, del jugador inteligente, permite que se vayan modificando.
Ahora es el momento de salvar un âerror periodĂsticoâ, el de no haber aclarado de entrada cuĂĄndo, dĂłnde y por quĂ© se hizo esta nota. Porque podrĂan confundirse los tiempos, aceptĂĄndola como realizada en estos dĂas de euforia centralista, de la victoria en el clĂĄsico rosarino, el triunfo en el Parque Independencia despuĂ©s de 22 años, de la delantera mĂĄs goleadora y la punta del Apertura 2002.
Pero no: esta entrevista fue realizada a principios de setiembre, pero de 1962 (mil novecientos sesenta y dos, por si hubiera errores de tipeo), y se publicĂł en el nĂșmero 2240 de El GrĂĄfico, cuando la revista era sinĂłnimo de deporte y la devastaciĂłn aĂșn no habĂa tocado a su puerta. En estos dĂas se cumplen apenas 40 (cuarenta) años. Por entonces, Menotti cumplĂa su tercera temporada como futbolista de Rosario Central y tenĂa 23 años que no se condecĂan en absoluto con la madurez reflexiva respecto de la media entre sus colegas. HabĂa llegado al club de Arroyito luego de transitar una adolescencia apurada por ignotas canchitas pueblerinas,donde se ganaba los primeros e imprescindibles pesos para llevar a casa tras la muerte del padre.
HabĂa sido probado en VĂ©lez por Angel Perucca, pero se volviĂł a Rosario sin esperar el veredicto, enseguida le vendieron espejitos de colores prometiĂ©ndole un floreciente futuro italiano que nunca llegĂł, hasta que recalĂł en la escuela de Central, donde estaban alumnos de la talla de Manfredi, Pagani y el âNeneâ Enrique FernĂĄndez. Un amistoso en Totoras, tres goles, el cambio de puesto (era 9 y lo retrasaron para arrancar desde el medio), y asĂ se encaminĂł una carrera que luego siguiĂł en Racing, Boca, The Generals, el antecesor del Cosmos, y el Santos.
Como detalle curioso, su currĂculum de futbolista incluye un partido y un gol con la camiseta de River, equipo al que fue âprestadoâ por Central para un partido que el equipo de NĂșñez jugĂł contra la Juventus de SĂvori, a beneficio de los familiares del plantel del Torino caĂdo en lo que se recuerda como la tragedia aĂ©rea de Superga.
Ahora que ya estĂĄ develada la âtrampaâ temporal, la propuesta es seguir escuchando a un tipo tan imperfecto como cualquier ser humano que se precie de tal, pero con una defensa intelectual del fĂștbol a quien el tiempo âque coloca todo en su lugarâ lo pone como uno de los referentes fundamentales para entender una manera de sentir el juego tan cara a la identidad.
El periodista RaĂșl Goro le ha preguntado si es partidario âde eso que denominan futbol modernoâ...
âNo, por mis caracterĂsticas fĂsicas entonces yo serĂa un jugador antiguo. Y no lo soy. Y admiro a un jugador con quien me encantarĂa jugar; digo su nombre, aun sabiendo que provocarĂĄ reacciones: Norberto MenĂ©ndez. Es hĂĄbil, inteligente, toca la pelota âcomo los diosesâ y va directamente a lo prĂĄctico. LĂĄstima esas dos cosas que atentan contra su juego: la falta de reales intĂ©rpretes y su carĂĄcter. MenĂ©ndez es un jugador de todas las Ă©pocas. Y en la actualidad, quienes hablan de modernismo, preparan jugadores para la lucha, no para el fĂștbol.
âSeguĂ que vas bien...
âEl fĂștbol jamĂĄs ha sido lucha o cosa parecida. Siempre lo contrario. Un alarde de habilidad de hombres en lo individual y hacia lo colectivo en conjunciĂłn de ideas. Hay una total equivocaciĂłn que surge de la precariedad de recursos, de una gran parte de los tĂ©cnicos que no se identifican con todo lo que en materia de fĂștbol se dice, se escribe, se trabaja y se ordena en los centros mĂĄs importantes del mundo. Si mirando y analizando se logra aprender, cuĂĄnto mĂĄs se aprenderĂa leyendo, estudiando, perfeccionado sobre lo que en fĂștbol se experimenta continuamente (...)
Y a modo de cierre, como para que el lector vuelva al presente por el tĂșnel del tiempo y analice, y compare, va el final de aquella nota publicada el 12 de setiembre del 62, cuando el fĂștbol seguĂa siendo en la Argentina mucho mĂĄs que la pretensiĂłn oficial de un pretexto para no pensar.
âSĂłlo una escasa minorĂa de tĂ©cnicos entre los que tiene responsabilidades estĂĄn en la senda. El resto discute, discute y pierde tiempo precioso en intentos inĂștiles para ordenar algo que se pretende que es el fĂștbol, pero que la realidad no lo califica como tal. OjalĂĄ yo pudiese ser, para un montĂłn de muchachitos que en las inferiores de Rosario Central estĂĄn mostrando condiciones, el consejero que primero fueron mi padre y despuĂ©s JuĂĄrez, a quien sigo admirando como jugador. Contra muchas opiniones, porque confirma el prototipo del futbolista casi completo como MenĂ©ndez.
Ya por entonces se insinuaba una tendencia que, 40 años despuĂ©s, serĂa mucho mĂĄs que eso: la negaciĂłn a la crĂtica, a la discusiĂłn de ideas, al crecimiento a travĂ©s de la polĂ©mica profunda y no la bajeza del histrionismo barato que propone la pantalla boba. Desde el fĂștbol en sĂ, Menotti eligiĂł transitar por el camino de una coherencia que hoy le representa como premio mayor el reconocimiento de la gran mayorĂa de los jugadores que tuvo bajo sus alas. Y en lo periodĂstico, ya desde aquellos tiempos tambiĂ©n costaba defender ideas superadoras de la mediocridad. Si hasta en ese mismo nĂșmero de El GrĂĄfico se anunciaba la desvinculaciĂłn de periodistas Dante Panzeri, quien habĂa llegado allĂ en 1945, y desde entonces volcĂł en sus pĂĄginas todo el entusiasmo de su periodismo joven, la salud moral de sus convicciones y la prĂ©dica esclarecedora en todos los problemas del deporte y su vida institucional.
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