El a帽o que comenz贸 a despedirse ser谩 muy dif铆cil que Angel Cabrera llegue a olvidarlo. El cordob茅s lleg贸 a la cima en junio pasado ganando nada menos que uno de los cuatro Grand Slam, y por ello fue distinguido la semana pasada con el premio Olimpia de Oro como el mejor deportista 2007 de la Argentina. Su haza帽a en Estados Unidos signific贸 la obtenci贸n de un torneo de esa magnitud luego de 40 a帽os, cuando el legendario Roberto De Vicenzo fue el ganador en el Abierto Brit谩nico, en 1967. Adem谩s, a lo largo de toda la temporada, Cabrera fue el argentino que mayor cantidad de dinero (3.227.431 d贸lares) percibi贸 en concepto de premios.
Pero, adem谩s de aquel logro, tambi茅n hay que sumarle los Abiertos de Singapur, el PGA Grand Slam de Bermuda, donde se presentan los cuatro ganadores de los Majors, y el Torneo de Maestros que se desarroll贸 en el Olivos Golf Club. Y para que su sonrisa fuera m谩s grande, el circuito europeo y la prensa especializada lo distingui贸 con el 鈥済olpe del a帽o鈥, eligiendo su segundo tiro del hoyo 15 (69 del torneo) de par cuatro, del Abierto de Estados Unidos.
Cabrera, n煤mero 14 del ranking mundial, tuvo un buen desempe帽o en la gira por Asia, y termin贸 tercero en el Abierto de la Rep煤blica. De esta manera, fue elegido hace pocos d铆as como el segundo mejor jugador del circuito europeo detr谩s del irland茅s Padraig Harrington. Precisamente, el propio Harrington sintetiz贸 el rendimiento del argentino en este 2007: 鈥淭uvo una temporada maravillosa. Jug贸 un gran golf, y en Estados Unidos tuvo golpes que sorprendieron a todos. Todav铆a recuerdo el final de ese torneo, donde tuvo que esperar la definici贸n sentado en una sala鈥.
Mientras aguardaba en ese sector del campo de Oakmont, en Pensilvania, c贸mo quedaban atr谩s por un golpe los locales Tiger Woods (n煤mero uno del mundo) y Jim Furyk, seguramente a Cabrera se le aparecieron im谩genes de su infancia en Villa Allende. Ese lugar en el cual comenz贸 a desandar sus sue帽os dentro del golf.
Ten铆a apenas tres a帽os cuando su abuela Pura le abri贸 las puertas de su casa, ante la desprotecci贸n que lo envolv铆a. Como la humildad rodeaba la escena, de chico inclusive debi贸 faltar a la escuela para buscar los primeros billetes con el oficio de jardinero. Y a los diez a帽os lleg贸 el momento de pisar por primera vez un green, para llevar los palos de los se帽ores de su pueblo en el C贸rdoba Golf Club.
Cabrera conoci贸 en ese lugar a su amigo y gu铆a en este juego, Eduardo Romero, quien lo orient贸 desde joven para que hoy pueda ser considerado uno de los mejores del mundo. Los que conocen a ambos cuentan que cuando coinciden en Villa Allende siguen asistiendo al bar C贸ndor, donde las mesas suele extenderse hasta muy tarde, compartidas con el resto de un grupo que se mantiene inquebrantable. En esas reuniones el reconocimiento y el 茅xito quedan de lado, y Cabrera pasa a ser un integrante m谩s entre los convocados.
鈥淐uando empec茅 como caddie en mi Villa Allende natal, nunca imagin茅 siquiera poder ganar un torneo en el circuito, y ahora estoy viviendo esto. Es incre铆ble鈥, resalt贸 el cordob茅s con su habitual tono bajo, y la emoci贸n reflejada en el rostro. La mesura es otra de las caracter铆sticas de Cabrera, quien casi no exterioriz贸 su alegr铆a en el momento en que se defini贸 el certamen en Estados Unidos.
La gran campa帽a que hizo este a帽o 鈥搇levar铆a ganados 18 millones de d贸lares a lo largo de su carrera鈥 lo hace ilusionar para el 2008, donde ya se asegur贸 participar del circuito estadounidense del PGA, el m谩s exigente. Y el descanso quedar谩 para febrero, ya que el s谩bado pr贸ximo viajar谩 a Hawai para participar del Mercedes Championship. En ese per铆odo, Cabrera volver谩 a reencontrarse con los m谩s cercanos, con un fernet de por medio, y all铆 contar谩 nuevamente sus proezas por las canchas del mundo.
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