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Lunes, 29 de julio de 2013
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Opinión

Sin clase ni categoría

Por Daniel Guiñazú

La derrota de Diego Chaves a manos de Keith Thurman por nocaut en el 10º round y su pérdida del título interino de los welters de la AMB reponen una cuestión ya conocida: el peligro de los records armados a partir de victorias de vuelo bajo ante rivales de ocasión. Chaves alcanzó una posición expectante, algo así como un virtual subcampeonato del mundo, sin haberle ganado a nadie importante. Y se fue a la lona cuando le tocó enfrentar, el sábado por la noche en el AT&T Center de San Antonio, a su primer adversario más o menos de peso.

Ni siquiera pueden considerarse como tales el endeble marroquí Ismael el Massoudi –al que Chaves le ganó la corona hace un año por nocaut en dos rounds en Villa Ballester– y el inconsistente panameño José Miranda, noqueado también en dos asaltos en el Luna Park, en ocasión de la primera defensa. Hay que decirlo con todas las letras: Chaves, un buen prospecto y punto, llegó adonde llegó más por la muñeca y la astucia de Osvaldo Rivero, su manager, para elegirle rivales accesibles, que por sus verdaderos méritos deportivos.

No vaya a creerse que fue un papelón lo que Chaves (66,400 kg) hizo ante Thurman (66,200 kg). Es más: el argentino dominó los tres primeros rounds a base de un boxeo rápido y seguro, con buen manejo de los golpes rectos. Pero del cuarto en adelante cayó en un pozo de apatía e inactividad del que ya no pudo salir. Tal vez aquejado de una fatiga demasiado prematura o tocado por algunas de las manos que Thurman le conectó en esa cuarta vuelta, Chaves se fue apagando hasta que en el 9º cayó luego de recibir un quirúrgico gancho de izquierda al hígado y, en el 10º, Thurman lo liquidó con dos terribles derechas cruzadas a la cabeza.

Pareció blando Chaves. Sin la fortaleza física y la solidez espiritual imprescindibles para hacer pie en lo alto del boxeo mundial. Fue una pena que haya perdido una pelea que tenía que ganar. Ahora, a los 27 años, deberá empezar de nuevo con una lección bien aprendida: para ser alguien en la categoría donde se concentran casi todos los nombres rutilantes del boxeo actual (Mayweather, Márquez, Pacquiao, Bradley, Broner, Alexander, Maidana y siguen las firmas) hace falta bastante más que un record de números lindos. Hacen falta clase, coraje, categoría. Y eso no figura en ninguna estadística. Se tiene o no se tiene, así de simple.

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