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Lunes, 26 de junio de 2006
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OPINION

El pupitre en el que te sentás

Por Pablo Vignone

¿Cuánto más atractivo habría resultado ser tailandés o magrebí o siquiera samoano a la hora de sentarse a ver Argentina-México, decididamente los 120 minutos más tensos del Mundial sin necesidad de que un burócrata escocés de la FIFA lo certificara como tal? Con el beneficio del replay y el resultado puesto se pudo observar en horario de trasnoche y comprobar que esa tensión electrizante que impulsó a seguirlo de pie en vivo y en directo emanó de un auténtico choque mundialista, con su correspondiente carga dramática, con la crueldad omnipresente que pende sobre los rivales para devolver de manera inexorable a su casa a uno de los dos, que probablemente no lo merece. ¡Cuánto más económico habría resultado no ser argentino para poder ver un partido fascinante sin apostar el corazón!

Una prueba de cómo cambia la historia de acuerdo al pupitre en el que te sientes a mirar el partido puede ser ésta: “Argentina emergió triunfante de un partido de la más alta calidad gracias a un asombroso gol en tiempo suplementario –escribió el enviado del Daily Mail británico– México montó un bravo y ambicioso desafío, pero fue vencido por un disparo de Maxi Rodríguez que difícilmente pueda ser igualado por alguien en esta Copa del Mundo” asegura el inglés, que seguro gritó como marrano el gol de Joe Cole contra Suecia, calificado por Página/12 como el mejor de la primera fase del Mundial... “El juego de Argentina fue algo para saborear. Sus movimientos con la pelota y los pases incisivos a través de la triangulización en el medio –la clase de calidad que llamó la atención en sus dos primeros partidos– una vez más se destacaron (...) Riquelme tuvo otro partido impresionante mientras que Cambiasso produjo un par de pases exquisitos a Crespo que pudieron haber terminado en goles (...) Semejante partido merecía un tanto ganador de la más alta calidad y pocos habrían sido mejores que el de Rodríguez (...) Ha sido un gran desafío para la Argentina, pero qué manera de dar respuesta”. Ja.

Se le puede criticar a la Selección un mal partido. Lo que no puede achacársele es falta de intención para jugarlo con sus artes más dúctiles, las que más conoce y siente, aún cuando éstas se expresen más o menos apagadas. Sin renunciar a un credo futbolístico, sin abandonar la prédica. Entendiendo el resultado como una consecuencia, no como la causa del rendimiento. A veces hay que correrse un poquito para darse cuenta. O ver bodrios como Inglaterra-Ecuador para captarlo mejor. ¡Qué suerte no haber tenido pasaporte portugués ni holandés para ver, ayer, el segundo choque más intenso del Mundial!

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