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Lunes, 20 de noviembre de 2006
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OPINION

Terminen con la anarquía

Por Gustavo Veiga

“Terminemos con la anarquía”, exclamó ayer Julio Grondona por la señal de Fox. Y también introdujo un novedoso elemento de análisis para dilucidar una crisis que le puso precio a su cabeza. “Los medios hacen y deshacen...”, agregó, para desligar de inmediato al gobierno nacional de los últimos sucesos que transformaron el fútbol en un caos. El presidente de la AFA mencionó a un responsable de lo que pasa: los medios. Y sin explicar por qué, dejó que cada cual saque su propia interpretación.

Se sabe que Grondona tiene por delante un combate de fondo –que no es éste, el de su continuidad– con los dueños de los derechos televisivos. A él y a los dirigentes que lo acompañan los separan varios millones de pesos de la propuesta que recibieron para renovar los contratos. Televisión Satelital Codificada (TSC), una empresa del grupo Clarín, es “el medio” y no “los medios” al que se refería en el reportaje que le realizaba, pasadas las 15, Enrique Macaya Márquez.

Si en alguien depositó Grondona la responsabilidad por su zozobra actual es en el conglomerado de medios más importante de la Argentina. Aunque, claro, es la versión más funcional a sus intereses, también la más inaceptable. ¿Con qué legitimidad puede argumentar que una disputa comercial es la causa de su inestabilidad, cuando durante más de veinte años elogió las bondades de los contratos que ahora defenestra?

Grondona necesitaba encontrar a un culpable, que no paga lo que reclaman los clubes, es cierto, pero da una versión muy poco creíble del caos que contribuyó a sembrar. Atribuírselo a las barras bravas, a los Muñoces que abundan en el fútbol y que son gemelos del presidente de Gimnasia, o a las diferentes policías que el fútbol paga sin controlar, hubiera sido como deslizarse hacia un terreno fangoso. Invitar a que ciertos personajes hablen y cuenten lo que saben. Que no es poco.

El fútbol, así como está, no va más, porque se sigue autodestruyendo con hombres como Grondona, que hicieron un culto del todo pasa. Las crisis anteriores en que quisieron desplazarlo o imponerle condiciones, ocurridas tanto durante el gobierno de Raúl Alfonsín como en el Carlos Menem, las superó con su fuerza propia o con el respaldo de la FIFA, que ante cualquier intromisión en el fútbol desde un estado puede desafiliar a su asociación.

Esta vez, el presidente de la AFA habló de otro tipo de adversario. Y está convencido de que vienen por él. Claro que a la anarquía –si por ella se entiende falta de gobierno– podría explicársela con sólo leer la frase que lleva grabada en su pesado anillo.

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